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PANTALONES Y CHAQUETAS

Superiberia

 Por: Andrés Timoteo / columnista

Hablando del senador con licencia, José Yunes Zorrilla, candidato a la Gubernatura Veracruzana, el sábado pasado rompió la veda electoral que le impide encabezar reuniones partidistas en público y participó en el evento para tomar protesta al nuevo delegado del Comité Ejecutivo Nacional del Partido en la Entidad, el hidalguense, José Antonio Rojo García de Alba.

En ese encuentro celebrado en Xalapa, la coordinadora de la campaña de Meade Kuribreña para la Tercera Circunscripción Electoral, Beatriz Paredes, describió al peroteño Yunes Zorrilla como hombre “honorable, sereno, bien formado, capacitado, que siempre ha militado en el PRI y que nunca ha chaqueteado”. Es más, dijo que tiene “los pantalones” –valentía- para resolver los problemas de Veracruz.

Puede ser que la tlaxcalteca Paredes tenga razón, en parte, porque Yunes Zorrilla tampoco es un manantial de virtudes. Al peroteño lo pierden tres cosas. Una, la “marca” PRI, dos, los fidelistas y duartistas que lo acompañan en su equipo de campaña y como candidatos a diluciones Federales y Locales, y en tercer lugar, su silencio durante los doce años de fidelidad, en los cuales no alzó la voz por los veracruzanos que eran víctimas del crimen organizado y del robo del dinero público.

Yunes Zorrilla puede que tenga “muchos pantalones”, como dijo Beatriz Paredes, pero sí “chaqueteó” en el caso de los veracruzanos.

No les fue leal, no los defendió ni del innombrable ni de Duarte de Ochoa.

Ya no se diga su comportamiento en el Senado, donde aprobó todas las reformas lesivas para el País.

Por eso, lo que cosechará en los comicios del mes de julio no será algo inmerecido, sino el resultado, en buena parte, de su comportamiento político.

ESTATUAS ORIZABEÑAS

Quienes han gobernado a Orizaba tienen prioridades muy bizarras. El exalcalde Juan Manuel Diez honró al dictador Porfirio Díaz, erigiéndole una efigie en la vía pública sin importarle el agravio para la población de ese corredor fabril que hace más de un siglo fue reprimido a sangre y fuego porque los obreros textiles buscaban mejores condiciones laborales. El credo personal del exmunícipe lo llevó a imponer un monumento polémico por todos los lados que se le mire.

Hoy, su sucesor, Igor Rojí López, devela una estatua ¡¡de Homero Simpson!!, el personaje de la caricatura norteamericana, en los jardines de la casona Mier y Pesado, bajo el pretexto de que un orizabeño, de nombre Humberto Vélez, fue quien hizo el doblaje de voz para su transmisión en México. El gusto se rompe en géneros, dice la máxima, sí, pero los de los alcaldes orizabeños son muy extravagantes –por no decir: nacos-.

¿En Orizaba no hay personajes verdaderamente ilustres para ser honrados en piedra? Por supuesto, una estatua del gran Francisco Gabilondo Soler, Cri-Crí, en los jardines de Mier y Pesado, hubiera sido un mejor tributo a la ciudad que el monigote de una caricatura extranjera. También una efigie del exgobernador Ignacio de la Llave, cuyo apellido lo lleva Veracruz. Fue un orizabeño ejemplar, de esos llamados gigantes de la historia: oponente a la dictadura de Antonio López de Santa Ana y defensor del territorio mexicano durante la Segunda Invasión Francesa.

Vaya, los priistas que gobiernan Orizaba están actuando como los panistas que alguna vez lo hicieron. Se recuerda que durante las administraciones de los azules Antonio Trueba y Ángel Escudero, de 1994 al 2000, escondieron los símbolos laicos del Ayuntamiento, entre ellos un cuadro de Benito Juárez que –al regresar los gobiernos priistas- fue localizado en una bodega con pintura arrojada en el rostro del Benemérito de las Américas. Los odios y las querencias se reflejan en pinturas y monumentos, no hay duda, y en Orizaba se odia y se quiere tanto como lo relatan sus estatuas.

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