


Buenos Aires.- Argentina amaneció paralizada por una huelga que no ha sido catalogada como general pero que ha ido sumando sindicatos de diversos sectores económicos y políticos. Todo comenzó como un paro de los trabajadores del transporte, desde los trenes y los colectivos hasta el metro y los aviones, pero con el correr de los días previos a la medida de fuerza se han ido sumando otros como los de empleados de bancos, los de gasolineras y los recolectores de residuos.
Dos sindicatos identificados con el Gobierno de la peronista Cristina Fernández, los de chóferes de autobús y locomotoras, encabezan la huelga que ha logrado una adhesión unánime de los opositores. Protestan contra la falta de actualización por inflación del impuesto a la renta, pero también están midiendo fuerzas entre sí y ofreciendo un mensaje de fortaleza frente a los candidatos presidenciales que se medirán en las primarias del próximo 9 de agosto —en las que es obligatorio votar— y, después, el 25 de octubre.
A la falta de medios de transporte público desde la medianoche del martes se han sumado los piquetes que los militantes del trotskista y opositor Frente de Izquierda han montado en las carreteras de acceso a Buenos Aires. Esta es la razón por la que muchos empleados de otros sindicatos que no se adhieren a la huelga tampoco han podido asistir a su trabajo. Por ejemplo, la medida mermó la asistencia de docentes y alumnos a las escuelas. Córdoba, Rosario, Tucumán, Mendoza y La Plata, informa de que también allí impacta el paro.
“Hubiera trabajado el 95% de la gente, pero no pueden porque no tienen con qué viajar”, opinó el jefe de Gabinete de Ministros, Aníbal Fernández. El también candidato presidencial para las primarias kirchneristas, uno entre seis contendientes, insistió en calificar el paro de “político”. Un día antes, el ministro de Economía, Axel Kicillof, había calculado que el impuesto a la renta afecta solo a “entre el 10% y el 15% de los trabajadores”.
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