

Fortín.- José Sánchez Flores quien es padre de familia, con 34 años de edad y 26 de servicio de los cuales 2 han sido dentro del área de criminalística, 4 de la carrera de enfermería, además de haber sido voluntario en Cruz Roja y 5 como comandante de Cruz Ambar platica a El Buen Tono, cómo fue que se inició en tan importante labor la cual le ha dado la oportunidad de ocupar dos cargos muy importantes en el municipio de Fortín de las Flores.
La idea de ser paramédico la tuvo desde los 8 años de edad cuando se inició dentro del grupo de juventud de la Cruz Roja Mexicana en Córdoba donde se encargaba de hacer brigadas de auxilio, ayudar a llevar ropa a casas hogares a los asilos además de tomar cursos de primeros auxilios, para posteriormente iniciarse en la escuela de socorristas la cual dio pie a su carrera.
Como cualquier ser humano, si he sentido muchas veces miedo de ya no regresar a casa junto a mi familia, “pero aquí andamos y gracias a Dios no ha pasado nada ahorita”, por lo que sigo para adelante.
Otra de mis facetas y también trabajo que realizó desde hace varios años es ser levantamuertos en una funeraria de Fortín, en donde una de las anécdotas de las cuales sentí lo que es el miedo y al momento no sabes qué hacer, fue hace cuatro años cuando acudí a un accidente donde una mujer murió calcinada y partida en dos en Monte Blanco, a la hora de que los restos fueron llevados al anfiteatro, al terminar el proceso de la autopsia se escuchó un gemido muy fuerte donde los que estábamos nos pusimos fríos del miedo que sentimos.
Otro caso el cual no lo he podido olvidar fue cuando el cuerpo de una persona que estaban velando, al salir de la casa empezó a tronar el ataúd lo que ocasionó que los deudos entraran en crisis nerviosa teniendo que ser necesaria la intervención de la Cruz Roja, ya que al destapar la caja el muerto estaba arañado de la cara y ensangrentado.
Aunque no todo es miedo, pues el ser paramédico se resume en pasión, y dice que la adrenalina es la que muchas veces gana al momento de acudir a un servicio. “Para mí, ser paramédico es mi vida, mi vocación, poder servir a los demás, ayudarlos y dar lo mejor posible de uno, es lo mejor que me ha pasado”, cuando se llega a un accidente su atención se centra en el paciente, en actuar rápido, dar una atención más rápida que de costumbre y no en otras cosas, y reitera que desde hace 26 años para él ser parte de Cruz Ambar es simplemente gran parte de su vida.
Gerardo Luna Martínez
El Buen Tono
