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Permisividad de la Dirección de Comercio genera caos

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De la Redacción
EL BUEN TONO

Córdoba, Ver.- Sin sanciones a comercios por exceso de ruido y tolerancia a bares por cerrar fuera de horarios establecidos, ha causado caos en la ciudad.

La reciente escena de clientes del restaurante Cardona bailando en la vía pública en plena madrugada, bloqueando la calle y generando escándalo, no es un hecho aislado. Es la punta del iceberg de una problemática sistémica de permisividad y falta de control por parte de la Dirección de Comercio y Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Córdoba, que pone en entredicho la sostenibilidad del nombramiento de “Pueblo Mágico” y desatiende las constantes quejas vecinales.

Mientras el alcalde Juan Martínez Flores celebra la afluencia de turistas que llenan la plaza, evade cualquier responsabilidad sobre el caos que se genera en el Centro Histórico durante la noche. Su administración, a través de la Dirección de Comercio, parece operar bajo un criterio de doble moral: promociona una imagen idílica para los visitantes pero permite que el centro se degrade con ruidos, desórdenes y una evidente violación a los reglamentos.

El director del área, Rodolfo Delfin de la Llave, en su entrevista del 31 de julio, expuso la frágil estrategia de la dependencia. Aseguró que ante las quejas por ruido, “hemos tenido operativos los fines de semana” y que se usan sonómetros para medir decibeles, encontrando establecimientos que operan entre 82 y 90, muy por encima del límite permitido de 68.

Sin embargo, su propia declaración delata la inoperancia: “por ahora no [ha habido] sanciones, multas; hemos solamente ido… ahorita es como únicamente un aviso informativo”. Esta admisión revela que la política se reduce a meras advertencias, carentes de consecuencias reales para los infractores.

Esta cultura de la impunidad es el caldo de cultivo para casos como el del Cardona, un establecimiento que ya cuenta con el antecedente de una riña al interior y que ahora exporta el problema a la vía pública. La reacción de Delfin de la Llave, amenazando con una “clausura definitiva” sólo después de que el hecho se viralizara, evidencia una gestión reactiva y no preventiva.

El tema de los horarios es otra gran omisión. El director fue claro al afirmar que el horario de cierre para bares y cantinas “no puede rebasar las 02:00 de la mañana”. No obstante, dejó entrever una puerta trasera peligrosa al mencionar que hay “extensiones de tiempo, siempre y cuando estén en la legalidad”.

Al ser cuestionado sobre cuántos permisos de este tipo se han otorgado, su respuesta fue vaga: “no muchos… En los últimos 6 meses, si son 6 o 7, son muchos”. Esta ambigüedad genera dudas sobre la transparencia en la concesión de estos permisos y si, en la práctica, se están utilizando para flexibilizar la norma a conveniencia.

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