

Desde su creación en marzo de 2003, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos, mejor conocido como ICE (Immigration and Customs Enforcement), se ha consolidado como una de las agencias más influyentes en el aparato de seguridad nacional del país. Nació como parte de una gran reestructuración posterior a los atentados del 11 de septiembre de 2001, con el objetivo de reforzar el control migratorio y la protección de las fronteras.
Con más de 20 mil agentes y personal de apoyo distribuidos en más de 400 oficinas dentro y fuera del país, ICE se ha convertido en una herramienta clave para ejecutar operaciones migratorias, desmantelar redes delictivas internacionales y prevenir amenazas que puedan comprometer la seguridad de EE. UU.
Una estructura con múltiples frentes
ICE cuenta con un presupuesto anual de 8 mil millones de dólares, repartido entre cuatro divisiones principales:
- Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI): Investiga delitos complejos como el tráfico de personas, el contrabando de drogas, lavado de dinero, explotación infantil y ciberdelitos. Además, colabora con agencias como el FBI e INTERPOL para combatir el crimen organizado y el terrorismo.
- Oficina de Detención y Deportación (ERO): Encargada de las redadas, arrestos y deportaciones de personas con estatus migratorio ilegal. Aunque muchas operaciones ocurren en la frontera, gran parte de su trabajo se desarrolla en el interior del país, en conjunto con policías locales, cárceles y prisiones.
- Oficina Principal de Asesoría Jurídica (OPLA): Representa al gobierno en los procesos legales relacionados con migración.
- Gerencia y Administración: Proporciona apoyo logístico y administrativo para el funcionamiento eficiente de toda la agencia.
Programas y herramientas que van más allá de la frontera
Uno de los programas más polémicos y efectivos de ICE es el 287(g), que permite a policías estatales y locales actuar como agentes migratorios, una práctica que ha generado tanto apoyo como críticas por su impacto en comunidades inmigrantes.
Además, ICE emplea herramientas tecnológicas avanzadas, como sistemas biométricos, para identificar a extranjeros detenidos por otros delitos, reforzando el vínculo entre migración y justicia penal.
Mucho más que control migratorio
Si bien muchas veces ICE es mencionado en los titulares por su papel en las deportaciones, su alcance es mucho más amplio. A través de HSI, la agencia trabaja silenciosamente en proteger las fronteras físicas, digitales y financieras del país, abordando amenazas que van desde el tráfico internacional hasta ataques cibernéticos.
En un mundo globalizado, donde el crimen trasciende fronteras, ICE representa una pieza estratégica en la seguridad de Estados Unidos. Su labor, aunque a menudo controversial, es un reflejo de las prioridades cambiantes de un país que busca equilibrar el control migratorio con la protección nacional.
