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¿Quién mató a Luis Sáinz?

Superiberia

Córdoba.- A lo largo de los últimos años, expertos y analistas han desarrollado numerosas teorías sobre los vínculos existentes entre pobreza y delito. ¿Qué hacer con esas teorías? ¿Tienen algunas de ellas razón? ¿Todas ellas un poco? Y, ¿cómo leerlas, en caso de que las tomemos en cuenta? 

La mayoría de los estudiosos del tema han pretendido demostrar que si bien durante siglos la relación entre la pobreza y la delincuencia era permanente, ahora el estudio detallado de las circunstancias económicas y el aumento o disminución, según el caso, de la delincuencia, permiten vislumbrar que el binomio ya no es tan cierto.

Pero volviendo a las teorías, ¿se deriva algo de ellas? La consecuencia obvia que uno derivaría sería la siguiente: “si se quiere reducir el delito, tenemos que asegurarnos de reducir antes la pobreza”, pero no todos llegan a este tipo de conclusiones. 

Por otro lado, la pobreza ha sido también, a lo largo de la historia, el lugar idóneo para fabricar culpables, y muchas películas, novelas e historias relatadas en cárceles refieren de esos asuntos… 

Y viene al caso porque en nuestra ciudad, en donde todos quienes aquí habitamos insistimos en que los delitos del orden común siguen creciendo a pesar del aumento en el número de policías, el manejo de un Mando Único y la permanente denuncia ciudadana y la presión social sobre el tema, la solución que la Procuraduría de Justicia ha propuesto a un asesinato, está relacionado precisamente con la pobreza.

Uno de los delitos que más impacto ha causado en los últimos días entre los cordobeses, fue el asesinato del maestro y empresario Luis Sáinz, quien falleció luego de que un solitario ladrón le disparara en el rostro con un arma de bajo calibre, mientras intentaba robar en su negocio.

La indignación social fue creciendo a medida que los hechos se dispersaban a través de las redes sociales y se confirmaba luego en los medios impresos. El Gobierno municipal nunca enfrentó a los ciudadanos, convencido de que nada tiene ya que ver con el tema de la inseguridad ni la protección a la población… pero el gobierno del Estado, desde el propio Gobernador, lanzó una serie de acciones que fueron desde la lamentación del hecho hasta la detención de un presunto responsable en la figura de un joven de 20 años de edad a quien señalaron luego de su parecido con un retrato hablado que sólo las autoridades policiacas conocieron. 

El joven nunca fue presentado a los medios, aunque sus datos se ofrecieron como contundentes, basados, dijeron, en declaraciones de al menos un testigo y el supuesto retrato realizado por un dibujante de la Procuraduría.

¿Quién es Celestino Mata Martínez? ¿Cómo y por qué se le relacionó inicialmente con el intento de robo a la pastelería y el posterior y lamentable asesinato de su propietario? ¿Qué oportunidad tiene el inculpado de defenderse, en su caso, de esta acusación?

La pobreza de la zona rural de Córdoba

Hasta hace poco más de un mes, Celestino Mata Martínez, vivía en una paupérrima casa de madera, techada con algunas láminas y protegida de los aires por viejas lonas. Sin electricidad, sin agua, sin drenaje y sin camino, la vivienda de piso de tierra se encuentra rodeada de cafetales… Ahí vivía con su madre y su hermano menor, en lo que dicen que se llama colonia “Las Margaritas”, quien ahora está confinado tras las rejas y paredes frías del penal de mediana seguridad La Toma en Amatlán.

Para llegar a Las Margaritas hay que dejar la modernidad del concreto para entrar a caminos de terracería, y luego caminar un buen trecho entre los lodos de las últimas lluvias para llegar a la vivienda. Así viven un número indeterminado de familias y más allá está la vivienda de María, hermana de Celestino, quien vive con su esposo e hijo en una casa de madera y lonas agujereadas por donde se cuela el agua y el frío se recrudece en temporada de lluvias.

Hablamos con todos los que encontramos a nuestro paso rumbo a las viviendas de los Mata Martínez. Aunque la “justicia” mantiene retenido a Celestino por señalamiento, las anécdotas de los vecinos que conocen al presunto homicida desde que era pequeño, dicen lo contrario. Sin embargo, nadie se arma de valor para atestiguar a su favor por “temor a represalias”. 

“Cele es un buen muchacho, nosotros lo conocemos desde chiquito y estamos seguros que es inocente. Exigimos justicia”, dijo un poblador que prefirió quedar en el anonimato por miedo, y que tampoco ofrecerá su testimonio a favor del inculpado.

María, por su parte,  asegura la inocencia de su hermano y nos habla de un presunto “montaje” de la Procuraduría por encontrar un culpable que responda por los actos de violencia descontrolados en Córdoba.

Tal y como la muerte de Sáinz conmocionó al sector empresarial, la detención de Celestino ­­—quien trabajaba como podador de árboles— basada en algunas características físicas proporcionadas por las empleadas que presenciaron el ataque contra Sáinz, destrozó a la familia Mata Martínez, principalmente a su madre, una mujer de 50 años que por la noticia cayó en depresión.

La fiscalía le asignó a Celestino un Defensor de Oficio, y para la familia contratar un abogado que verdaderamente defienda al joven es imposible. Un día sí y otro no, entre el trabajo de Celestino y una de sus hermanas lograban reunir unos 200 pesos diarios. Sin embargo, en muchos casos regresaban cansados y sin nada en la bolsa, y ahora solo hay una proveedora en la familia y apenas alcanza para comer.

Con Sansón a las patadas

El asesinato sucedió el 3 de septiembre. Tres días después, Celestino fue señalado como presunto responsable del asesinato. 

Detalladamente, María afirma que lo detuvieron sin una orden, sin que le leyeran sus derechos. Mientras nos relata, una joven de tez morena interrumpe y aclara: “él no lo mató, estuvo conmigo ese día desde las 6 hasta las 10 de la noche, hay quienes pueden confirmarlo, en especial dos personas con quienes estuvimos conversando”. Se trata de la novia de Celestino, quien no hay noche que no llore por el joven.

Celestino, su primo y dos personas más estuvieron desaparecidos casi una semana. El pasado diez de septiembre aparecieron vivos, sin embargo, la familia tuvo que conocer de su reaparición a través de los medios de comunicación que informaban de la captura del presunto asesino de Sáinz. 

También por los periódicos se enteraron de que la acusación estaba basada en el retrato hablado y su parecido con quienes las testigos habían descrito a los especialistas de la Procuraduría.

“No podemos ponernos con Sansón a las patadas. No tenemos dinero para poder apoyarlo con un abogado. Nunca se metió con nadie, era alegre, honrado y trabajador. A Celestino lo están inculpando, él no mató a nadie”, afirmó María con voz quebrantada por la impotencia que le causa no poder ayudar a su hermano.

Mientras hablamos, en el exterior de la vivienda se forma un grupo de personas, todos vecinos de la familia. Ellos escuchan a través de las lonas que hacen de pared, y se hacen escuchar. Conocen a Celestino, saben de su historia, confirman su presunta inocencia, pero nadie se atreve a enfrentar a quienes lo acusan, temen no sólo por la vida de él, sino por la de ellos. 

Preguntamos por la mamá del señalado, pero ya no está en Las Margaritas. La desgarradora noticia de que su hijo está preso acusado de haber matado a un hombre en un asalto provocó que enfermara, cayó en una depresión; abandonó la casa donde por muchos años habitó y huyó con su mamá, con la abuela de Celestino.

Y continuamos escuchando a María en el interior de su vivienda, en la que no hay líneas divisoras ni lujos. Apenas dos camastros, una mesa y un pequeño sillón viejo que sirve como sala. Sentada en una silla de madera, María, quien viste una blusa azul, un pantalón de mezclilla y sandalias abiertas, narra apoyándose con un manuscrito redactado ilegible en una hoja de libreta.

Detalladamente, como si se tratase de una novela la cual escribió para tratar de defender a su hermano, explica cómo nueve hombres vestidos de civil y armados, el sábado 6 de septiembre por la madrugada ingresaron a la fuerza hasta el cuarto donde dormía “Celes” para llevárselo. Junto con él, desaparecieron esa misma madrugada otros tres jóvenes de la zona, incluyendo a su primo.

Celestino, su primo y dos personas más estuvieron desaparecidos casi una semana. Apareció sano y salvo el pasado diez de septiembre, cuatro días después, en los que nadie en Las Margaritas sabe qué sucedió pero lo intuyen, porque entonces los medios de comunicación dieron la noticia a ocho columnas, que había caído el asesino de Luis Sáinz. “Dejamos de buscarlo, nos enteramos por los periódicos que estaba detenido, acusado de haber matado a un hombre”.

No saben si la investigación está cerrada, pero  si así fuera, piden a las autoridades reabrirla y que los escuchen. Claman espacios, foros, y seguridad para poder declarar y señalar lo que según ellos pueden probar, que Celestino no mató al empresario. “Abran su corazón y no permitan que mi hermano sea encarcelado, él es inocente”, suplica con llanto en los ojos.

La Procuraduría, entonces, tiene ante sí el compromiso de demostrar, sin ninguna duda, la culpabilidad del joven señalado. 

Si no lo hace bien, siempre existirá entre los cordobeses la idea de que detuvieron, encarcelaron y procesaron a un inocente, sólo para calmar los ánimos exaltados de una población harta de la inseguridad y la violencia.

Pero también, es cierto, no sería la primera vez que esto sucediera.

 

Miguel Angel Contreras Mauss / Luis E. Dominguez

El Buen Tono 

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