


De la Redacción
EL BUEN TONO
Córdoba, Ver.- Aún sin haber asumido formalmente el cargo, Manuel Alonso Cerezo, presidente electo y señalado por su vinculación con el Cártel Inmobiliario, así como por operaciones de lavado de dinero al servicio del crimen organizado, comienza a delinear su administración con prácticas propias del viejo régimen: reciclaje de perfiles desgastados, amiguismo y consolidación de redes clientelares en dependencias clave.
Uno de los casos más representativos de este esquema es la inminente designación de Benito Sánchez Trujillo como próximo director de Hidrosistema de Córdoba. De filiación priista, Sánchez Trujillo ya ocupó ese cargo hace aproximadamente 20 años y su retorno estaría respaldado por intereses personales y familiares que durante años han operado al interior de la paramunicipal.
Es de hacer mención que de acuerdo a información recabada por personal de dicha dependencia su esposa, Digna Bonilla Galván, identificada con el PAN, actualmente labora en dicha oficina e influye directamente en las decisiones internas. A ello se suma que su hijo, Óscar Trujillo Galván, funge como subdirector operativo, conformando así un núcleo familiar con dominio administrativo en el organismo operador del agua.
Durante las administraciones de Leticia López Landero y Juan Martínez Flores, Benito Sánchez utilizó sus vínculos para colocar a amigos y parientes en cargos estratégicos. Su posible regreso no solo confirma la permanencia de esas redes, sino que exhibe el nivel de compromiso que tiene Alonso Cerezo con estructuras de poder heredadas, caracterizadas por el nepotismo, la corrupción y la complicidad política.
Este caso deja en evidencia que el discurso de cambio es solo fachada. La realidad apunta a la consolidación de un aparato de control operado desde la presidencia municipal, donde prevalece el uso de cargos públicos como moneda de intercambio entre aliados, familiares y actores enquistados en el gobierno local.

