

Alejandro Aguilar
EL BUEN TONO
Región.- Mientras los ayuntamientos de la zona desvían la mirada, Ivette Torrentera Cervantes carga sobre sus hombros el rescate de cientos de tlacuaches heridos y huérfanos, una labor esencial para el ecosistema que las autoridades municipales rechazan como si se tratara de un “trabajo sucio”.
Desde hace cinco años, Ivette convirtió su casa en un improvisado santuario para estos marsupiales endémicos, llenando el vacío institucional que deja sin protección a una especie clave para el equilibrio ecológico regional. Su proyecto “Tlacuaches y Asociados” se sostiene con trabajo voluntario y redes internacionales, mientras los gobiernos locales, según denuncia, solo “se quieren parar el cuello” apoyando a perros y gatos, ignorando por completo a la fauna silvestre nativa.
En la zona verde de la región de Córdoba y Fortín donde la biodiversidad lucha contra la expansión urbana, Ivette Torrentera Cervantes carga sola con una tarea invisible para las autoridades: el rescate de los tlacuaches, esos marsupiales nocturnos que los ayuntamientos ignoran sistemáticamente.
Todo comenzó una madrugada, cuando el azar cruzó su camino con el de una tlacuache herida. “Llegó un tlacuache en la madrugada, se metió a mi patio y yo tengo perros, y los perros lo atacaron”, relata Ivette. Al salir, encontró “un tlacuache enorme” sangrando y “unas cositas muy pequeñas, del tamaño de la mitad de mi pulgar, rosadas”.
