


De la Redacción
El Buen Tono
ORIZABA.- Desde el extranjero o contactan por Telegram generado indignación las decisiones del alcalde Juan Manuel Diez debido a que invierte recursos públicos en obras de embellecimiento que benefician directamente a su círculo familiar, mientras colonias con necesidades urgentes de infraestructura básica permanecen en el abandono.
El epicentro de la polémica es la calle Belisario Domínguez, donde reside uno de los hijos del edil. Dicha vía fue transformada en un bulevar, con trabajos de pavimentación, jardinería y mejoras que tienen como principal beneficio el acceso a la lujosa vivienda.
Esta obra, financiada con el erario de los orizabeños, es catalogada por los vecinos de otras zonas como un “capricho” y ejemplo de nepotismo, al priorizar el confort de una familia sobre las carencias de la mayoría.
Mientras el bulevar en Belisario Domínguez luce impecable, colonias como El Espinal sufren las consecuencias del olvido, como las calles La Joya y Gardenias, donde la frustración llegó a su punto máximo hace unos meses, cuando una ciudadana encaró a Juan Manuel Diez Francos para reclamarle directamente por el pésimo estado de la vía.
La respuesta del edil, lejos de ofrecer una solución o mostrar empatía, fue contundente y despectiva: “Si no le gusta, cámbiese de ciudad”.
Esta declaración, grabada y difundida en redes sociales, únicamente mostró que el edil es intolerante a lo que piden ciudadanos, mientras que está al contentillo de lo que quiere su hijo, al invertir recursos públicos en beneficio del acceso a su vivienda.
Los hechos trazan un patrón claro, los recursos de los orizabeños se destinan con celeridad a proyectos que benefician al grupo en el poder o sus familias, mientras las peticiones legítimas de la comunidad son ignoradas o respondidas con desdén. La transformación de una calle en un bulevar para el beneficio del hijo del alcalde no es solo una cuestión de estética urbana, sino un acto que raya en el abuso de poder. Por otro lado, la respuesta a la ciudadana del Espinal confirma para muchos una actitud autoritaria y una grave falta de vocación de servicio.

