


Córdoba.- Tomando un café, tranquilo, con una sonrisa paciente pero un brillo en los ojos como los de un niño ansioso por charlar, Octavio me muestra un conjunto de revistas en inglés que, tanto en portadas como en interiores, hablan de unos perros grises, pequeños, de raza pura y origen alemán. Él es un criador de perros campeones, premiado con una infinidad de reconocimientos a nivel mundial que apila en su oficina debido a que simplemente los ha ganado todos y ya no caben, es simplemente y hoy por hoy el máximo campeón de la canofilia de nuestro tiempo, es cordobés, egresado del Tecnológico de Monterrey y, además, se está tomando un café conmigo permitiéndome conocerlo y hasta intentar entrevistarlo.
“Quien no ha poseído un perro, no conoce lo que significa ser amado”, una cita de Schopenhauer que me da como bienvenida y que conozco perfectamente; tengo un perro.
Su charla es fluida, entiende perfectamente, con una actitud humilde y afable, que está a punto de explicarme cosas que yo puede que no entienda, y mientras me muestra todas las estadísticas, todas las razas, todos los premios, me intriga.
“Mejor criadero del año, mejor perro de exposición, Reserva de Winners Dogs sobre 200 ejemplares de todo el mundo, Gran Campeón Mexicano, Campeón Internacional, Máximo número de Mejor de exposición que ningún otro perro de la raza haya obtenido desde 1999 hasta 2012 —con algunos altibajos, especifica—, Mejor de Exposición especializado” y lo detengo, ciertamente abrumado. Sonríe, toma un poco de café y me mira con inquietud.
-¿Quién es Octavio Martínez Rahme?-, le consulto y también pruebo el café que me ofrece, uno muy bueno, muy de Córdoba.
-Soy un cordobés que ama a los perros. Soy un contador público recibido del Tecnológico de Monterrey. Allí te enseñan que no solo debes estar en un ámbito pequeño, debes pensar en grande. Fui criado en una familia tradicional cordobesa, llena de amor y trabajo y, como toda familia cordobesa, llegó un momento en que las precariedades eran tantas que no había
qué comer…-.
Lo veo platicarme sus orígenes y es claro que me está diciendo algo que ya había dicho antes. Su historia, la que ocupa este espacio, comienza allí, cuando entre la precariedad encuentra una distracción que se vuelve su pasión, el amor por los animales, sin embargo, en ningún momento, a lo largo de la entrevista, me dice que él es campeón de nada, que él ha ganado nada, sus perros, sus perros han ganado.
-… Sí, en casa siempre nos inculcaron el amor por los animales, cuidarlos, amarlos, atenderlos, no solo verlos nacer y morir sino vivir con ellos. Tuve periquitos y muchos otros animales a mi alcance pero cuando tuve un perro, supe.-
-¿Qué supo, don Octavio?-
-Que yo iba a amar a esos animales y los iba a criar. En específico, la raza Schnauzer. A cierta edad, ya casi un adulto, decidí comenzar con este proyecto de vida, criar perros de raza Schnauzer miniatura. Su belleza, su templanza y carácter me cautivaron. Son perros bravos y valientes,- se ríe y toma un poco más de café para rematar- son unos
cabrones, por eso los llamé los Yanga’s.-
Los dos sonreímos y tras unos segundos continúa, es poco más de medio día y el lugar está lleno, lo había olvidado.
-Esto comienza en 1980, cuando introduje el primer Schnauzer miniatura negro y el primer gigante negro en México, desde ese año y hasta hoy he criado los miniatura. Mi criadero se llama “Yanga’s”, porque como sabes, Yanga fue el primer pueblo libre de América, de todo América.
Mi abuelo fue presidente municipal allí en 1910, conozco muy bien la historia del lugar y me gusta mucho. Hice, con todo el respeto que se merece, una analogía del Negro Yanga con los Schnauzer, que son fuertes, independientes y bravos, como lo fue el Príncipe Negro. Así son mis perros y, para poder americanizar el nombre, le tuve que agregar el apóstrofe. Muchos piensan que yo estoy viviendo en Yanga por ello, pero yo vivo aquí en Córdoba, aquí crío mis queridos perros, en mi casa, tu casa. Aquí nacen, viven, corren, juegan, se vuelven adultos felices, compiten en todo el mundo, ganan premios y en algún momento, mueren. Son cordobeses longevos. Hasta 17 años. Entonces, si me preguntas quién soy, soy un criador de perros Schnauzer Miniatura campeones del mundo-.
-¿Cómo se involucra en las competencias, ya sabía que criaría para competir?-
-Pues me nació la inquietud de saber si lo que hacía estaba bien hecho, siempre he deseado hacer las cosas bien y no puedes ser juez y parte, por ello busqué que me calificaran personas especialistas. Empecé a llevar a mis perros a las exposiciones de belleza, es otro mundo. Al principio fueron más sin sabores que buenos resultados pero como en la escuela te enseñan a no rendirte y en mi casa también, poco a poco me fui dando cuenta del estilo de perro que yo quería criar, que yo tenía en mente, y lo fui criando hasta lograr las especificaciones del actual modelo, por llamarlo de alguna manera, de perro que es el estereotipo ganador en la actualidad en todo el mundo, de hecho, yo fui quien creo ese modelo y es el que gana las competencias, ningún otro-.
Entonces me muestra su oficina, las fotos, los trofeos, las docenas de premios que tapizan las paredes y en el centro, un manojo de perritos grises inquietos que me ladran, tal y como me dijo, “bravos y ganadores de premios de belleza”, la calidad de la raza es evidente, su pelaje, sus ojos, la postura que todos tienen, son como pequeños legionarios musculosos y a Don Octavio se los tratan de comprar de todo el mundo, algunos esperan años para poder tener uno de los perros del criadero Yanga’s Kennel.
Son animales que requieren de ciertos cuidados cuando se trata de competir de manera seria, tiene sus trucos y él los sabe, me comparte algunos y toma una hembra, la acaricio con duda. Debí tener cara de juez de concurso porque de inmediato tomó una pose muy intensa pudiendo revisarle lo poco que un neófito como yo en el tema podría.
-El pelo es definitivamente muy distinto a lo que yo conozco y de perros, permítame pero algo sé, don Octavio.-
-Sí… es distinto y aunque no tiene ningún aditivo, recibe cuidados especiales, así es la raza que he criado, como puedes ver su postura no es como la de cualquier can, su mirada, la posición de las patas, en fin…-.
Regresamos a la mesa del café y la palabra me ronda la mente, ¿qué es ser un criador?
-Mira, hay dos tipos de criadores, los que lo hacen por negocio y los que lo hacemos por hobbie. Quienes crían por negocio están interesados en producir cantidad y no calidad, vender cachorros mientras son rentables y desaparecer a los que ya no lo son.
Quienes criamos por hobbie buscamos hacerle un beneficio a los animales, a la raza. Por ello no buscamos cantidad sino calidad-.
-¿Y se queda con todos los perros?-.
-Desafortunadamente no, no es posible, algunos tienen que ser vendidos y sobre eso tengo un lema muy práctico. Un cachorro regalado es un cachorro abandonado.
Lamentablemente, al mexicano, lo que no le cuesta no le importa. Y un perro con las características de competencia que mi criadero produce tiene costos, como un humano, necesita vacunas, cirugías, medicamentos y otras cosas. Ese costo lo transferimos a quien va a tener en su familia como integrante a un Yanga, si no le costara nada, probablemente no lo cuidaría y es este el mecanismo que tenemos para procurar que los que los adoptan, los cuiden, amen y valoren. Soy un criador responsable y todos mis perros están registrados en la Sociedad Canófila Mexicana, tienen acta de nacimiento con árbol genealógico, certificados, chip de localización, etc., incluso damos una garantía de por vida, nadie más hace eso, ese es nuestro valor agregado, eso lo aprendí en la universidad-.
-¿Y como cordobés exitoso, como criador de perros, qué opinión tiene de su ciudad, Córdoba?-.
-La ciudad (Córdoba) siempre ha sido una (ciudad) comercial, por ello siempre he sido comerciante, aquí, alguna vez se le llamó La Puerta del Papaloapan. Es una ciudad muy poderosa a nivel estatal en la que habemos grandes comerciantes y emprendedores. Gente que no es conformista y que no es como ninguna otra del estado. El cordobés siempre ha sido inconforme, luchador por las libertades y las carencias sociales, eso ha provocado dos cosas, por una nos satanizan y por la otra nos quieren. Así como yo, ustedes tienen un empresario aguerrido, así son los cordobeses. Córdoba es grande, el cordobés siempre va por más. La villa de Córdoba es origen de la independencia… Algo tiene Córdoba que la hace muy distinta a otras del estado-.
Se nos termina la segunda o tercera taza de café, en realidad ya no recuerdo, me perdí en el relato y el excelente diálogo de Don Octavio. Se nos vino encima la hora de la comida, su entusiasmo no merma y todavía hay mucho de qué hablar. Mientras retomamos el tema me cuenta que desde Singapur le pidieron un perro, de la vez que en Rusia venció a todos de muchas razas distintas, cuando en Estados Unidos un perro de nombre mexicano derribó los dos pilares de la canofilia de los Schnauzer, de que cada vez que uno de sus perros gana un premio recuerda su primera competencia, su origen. Me explica con tanta vehemencia las cualidades de los Yanga’s que comienzo a pensar que quiero tener uno.
Él es Octavio Martínez Rahme. Un empresario cordobés que cría perros porque eso es lo que ama. Un cordobés de éxito que escribió su nombre en los libros de la historia de la canofilia como uno de los mejores criadores de todos los tiempos, con récords que van a perdurar muchos años. Un hombre de bigote abundante y bailarín, charlador y amable. El máximo campeón de la canofilia, que ha puesto el nombre de Córdoba y de México muy en alto, tan alto que parece que no se le puede
alcanzar ya.
Nos despedimos apenas damos cuenta de la hora sintiendo que nos faltó tiempo, me recomienda lo mismo que les comparto, buscar su página de Facebook, https://www.facebook.com/yangas.kennel. Allí hay mucha más información sobre su trabajo.
Amolian Elvein
El Buen Tono

