


México se encuentra al frente de un alarmante fenómeno global: el agotamiento laboral extremo. Según datos de la Organización Minimalismo de la Salud (OMS), el 75% de los trabajadores activos en el país padece burnout, superando a China (73%) y Estados Unidos (59%).
El síndrome de desgaste profesional, reconocido desde 2022 como enfermedad ocupacional por la OMS, surge del estrés laboral crónico y prolongado. Sus síntomas van más allá del cansancio físico: incluye agotamiento mental y emocional, despersonalización frente al trabajo y una sensación constante de ineficacia.
Un reciente informe de la consultora Betterfly, titulado “Better Work”, revela que el 42% de los empleados en México se siente estresado o muy estresado, siendo las mujeres, los mayores de 40 años y los líderes de alto nivel los más afectados.
El impacto no solo es personal: el burnout tiene un alto costo económico, estimando pérdidas de hasta 16 mil millones de pesos anuales para las empresas, derivadas de ausentismo, baja productividad y rotación de personal.
Entre las causas más frecuentes del desgaste laboral destacan la sobrecarga de trabajo, la falta de equilibrio entre vida personal y laboral, los ambientes tóxicos, las metas inalcanzables y la ausencia de retroalimentación positiva. En muchas organizaciones, el reconocimiento solo llega cuando algo sale mal, lo que mina la motivación y acelera el desgaste.
Expertos advierten que abordar este fenómeno es urgente para proteger tanto la salud de los empleados como la economía empresarial.


