


De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba, Ver.- A casi un año de asumir un curul en el Congreso, el diputado federal Zenyazen Escobar García, representante del distrito 16 de Veracruz por MORENA, exhibe una trayectoria legislativa estéril que contrasta con su visible activismo como operador político de intereses personales.
Según registros oficiales, su productividad parlamentaria se reduce a únicamente tres iniciativas presentadas durante su actual periodo: una reforma constitucional sobre lenguaje plural (como autor único), una adhesión a modificaciones en materia de enfermedades raras y una propuesta grupal sobre derechos indígenas. Este magro resultado —donde solo el 33% corresponde a trabajo individual— desnuda la precariedad de su aporte sustantivo al Congreso, particularmente grave para un legislador electo por mayoría relativa que debería rendir cuentas por su labor representativa.
Paradójicamente, esta ausencia de producción legislativa no se traduce en inactividad. Escobar García ha dedicado esfuerzos considerables a tejer redes de influencia, destacando por su respaldo incondicional a figuras cuestionadas como el diputado local y el impugnado alcalde electo Manuel Alonso, cuyo triunfo electoral enfrenta recursos legales por presuntas irregularidades.
Esta doble dinámica —escaso compromiso con la creación de leyes versus intensa dedicación al cabildeo político— revela un perfil profesionalizado en el arte del tráfico de influencias.

