


De la Redacción
El Buen Tono
Córdoba.- Lo que debería ser un bastión en defensa de la infancia es hoy un espacio donde operadores del poder cosechan ascensos, blindan carreras y tejen redes de impunidad. Es el caso de Liliana López Coronado, Zenyazen Escobar y Celia Camelia Hernández Lima, esta última identificada como incondicional de la síndica Vania López González. El trampolín dorado de los incondicionales en Veracruz es el Sistema de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), que ha mutado de su propósito original para convertirse en un coto de poder donde operan redes de lealtad política, intereses personales y negligencia encubierta.
López Coronado, licenciada en Derecho con maestría en Amparo, inició su trayectoria en la estructura estatal de SIPINNA. Su nombramiento como Procuradora de Protección de Niñas y Niños del DIF estatal en 2024 no obedeció a su interés en la infancia, sino a un pago político. Su ascenso encaja en el patrón de nepotismo impulsado por Morena en Veracruz: mientras su esposo enfrentaba expedientes “congelados” —incluido uno por la desaparición de una mujer venezolana con la que sostuvo una relación—, ella escalaba posiciones en la administración.
El salto definitivo llegó en 2025, cuando fue promovida y elegida como candidata a magistrada de la Sala de lo Familiar del Poder Judicial. Un intento evidente de convertir su paso por SIPINNA en un peldaño para acceder a un puesto clave, donde paradójicamente se juzgarán casos de violencia familiar o abuso infantil.

