


AGENCIA
CDMX.- Carlos Slim, el empresario más influyente de México, ha logrado fortalecer su presencia en sectores estratégicos del país con la complicidad del gobierno de Claudia Sheinbaum, consolidando un patrón preocupante de concentración económica y favoritismo gubernamental.
En los últimos meses, Slim ha extendido su control a tres áreas clave: Multimillonarias inversiones en Pemex, la concesión por 30 años para explotar energía geotérmica en Guanajuato y la adjudicación del tramo Saltillo–Monterrey del Tren del Norte.
En junio, Bloomberg reveló que Slim invirtió más de 2 mil millones de dólares en proyectos petroleros y de gas, convirtiéndose en el principal socio privado de Pemex, una empresa con casi 100 mil millones de dólares de deuda. Entre sus adquisiciones destacan la compra de dos yacimientos petroleros por 530 millones de dólares y el desarrollo de un campo de gas en el Golfo de México por mil 200 millones de dólares. Actualmente participa en los proyectos Zama y Lakach, que podrían aportar hasta 10 por ciento (%) de la producción petrolera nacional.
Expertos advierten sobre los riesgos de esta cercanía. Alejandro Schtulmann, de EMPRAS, señaló que asociarse con Pemex “es una pesadilla para cualquiera en este momento, a menos que haya algún tipo de garantía gubernamental de que todo va a salir bien”. Por su parte, John Padilla, de IPD Latin America, calificó a Slim como “un monopolista puro” que se beneficia de ventajas injustas frente a la competencia.
A inicios de septiembre, el gobierno federal otorgó a Energías Alternas, filial de Grupo Carso, una concesión de 30 años para explotar energía geotérmica en Celaya, Guanajuato. La medida, respaldada por la recién aprobada Ley de Geotermia, facilita al sector privado acceder a proyectos que deberían ser estratégicos para el país, ampliando la influencia de Slim en energías limpias mientras Pemex y otros actores luchan por competir.
El 15 de septiembre, Operadora CICSA, también de Grupo Carso, junto con FCC Construcción, ganó la licitación para construir el tramo Saltillo–Santa Catarina del Tren del Norte, a pesar de que otros consorcios ofrecieron precios menores. La decisión privilegió la experiencia de CICSA en proyectos como el Tren Maya, consolidando aún más la relación entre Slim y el gobierno federal. La obra, de 111 kilómetros y 31,843 millones de pesos, beneficiará a 7 millones de pasajeros anuales y fue inaugurada de manera remota por la presidenta Sheinbaum.
Las tres operaciones -inversiones en Pemex, concesión geotérmica y contrato ferroviario- revelan un patrón de cercanía entre Slim y el gobierno: Mientras el país enfrenta deuda petrolera, retrasos en infraestructura y necesidad de inversión estratégica, el empresario se convierte en el socio privilegiado, sin competencia real ni transparencia en los procesos.
De petróleo y gas a energía limpia y grandes obras de transporte, Carlos Slim consolida su influencia en la economía mexicana, dejando en evidencia cómo la alianza con el poder político puede transformar contratos y concesiones en privilegios privados, cuestionando la equidad y la competencia en sectores esenciales para el desarrollo nacional.
Entonces Pemex es rentable, de lo contrario Slim no haría negocio, tan rentable es que deja hasta para robar. Deberían sacar a la luz como se creó Telmex y cómo se hizo millonario, siempre haciendo negocios con el Gobierno. ¡Pregúntenle!

