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Socavones y derrumbes  

Superiberia

Por: Yuriria Sierra  / columnista

Pasaron exactamente doce meses. La mañana del 12 de julio de 2017, dos personas —padre e hijo— perdieron la vida luego de que su auto cayera en un socavón en el Paso Exprés de Cuernavaca. Su muerte fue una cadena de errores: la mala calidad de la obra, la lentitud de las autoridades para lograr el rescate. Un año después, la obra quedó remachada, pero no hubo sanción para funcionarios de primer nivel; pagaron por ello los que tuvieron mala suerte. El secretario de Comunicaciones y Transportes sigue ahí, a pesar de que aquélla fue una de las obras de infraestructura máximas del sexenio. Tenía apenas unos cuantos meses de haberse inaugurado. La lluvia demostró su fragilidad.

Antier no llovió. Mucho menos tembló. Otra vez, 12 de julio. Y de nuevo un incidente en materia de construcción. Aunque en esta ocasión no se trata de una obra pública, esto no la exenta de la rendición de cuentas. Lo que ocurrió  al sur de la Ciudad de México pudo ser un episodio con vidas que lamentar. No lo fue, pero sí queda como evidencia de la manera en que operan las constructoras: mucho dinero, poca calidad… y ni hablar de la responsabilidad.

Hoy vocero de Sordo Madaleno Arquitectos, Oscar Kaufmann, antes vocero del gobierno de Miguel Ángel Mancera, quien inauguró Artz Pedregal el pasado 8 de marzo, firmó un comunicado en el que aseguró que se actuó con rapidez y precisión; se activaron protocolos y se trabaja con las autoridades para dar con las razones del desplome de una de las fachadas del recién inaugurado centro comercial. Aunque en entrevistas radiofónicas, el mismo Kaufmann detalló, para evitar exageraciones, que lo siniestrado fue sólo una estructura de 70 metros cuadrados, hechas de metal, vidrio y recubrimiento; que no hay vidas que lamentar. Menos mal (?).

Autoridades aseguran que fue un ruido lo que alertó a los trabajadores. Ésa fue la razón por la que se evacuó el edificio. Pasaban las 11 de la mañana, no era hora de alta afluencia de visitantes. Pero estos detalles no exentan a los responsables de dar explicaciones. No importa que no sea una obra pública. Es un espacio privado que juega a ser un espacio público. Y que juega muy bien, pues el lujo es una de las cualidades de este conjunto arquitectónico en donde lo mismo hay oficinas que boutiques de firmas como Gucci, Louis Vuitton o Cartier.

Sin embargo, Sordo Madaleno Arquitectos al menos dio la cara; hasta el momento en que se escriben estas líneas, no hay nada sobre Grupo Riobóo. Los primeros fueron los responsables del proyecto arquitectónico, los segundos de la ingeniería estructural. Pero nada de éstos. Riobóo, sabemos, es la constructora encargada del Segundo Piso del Periférico. En el tercer debate presidencial el nombre de este grupo llegó a los titulares tras los señalamientos que hizo el entonces candidato Ricardo Anaya. Los acusó de estar involucrados en licitaciones directas para la realización de obra pública durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México. La página web de este grupo recibe al visitante con el comunicado en el que anunciaban una demanda contra el panista. Dijeron, una calumnia. Pero nada, hasta el cierre de esta columna, sobre lo ocurrido ayer en Artz Pedregal.

La constructora responsable de la obra del socavón de Cuernavaca tiene contratos en la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX y hospitales del IMSS. La constructora a cargo del centro comercial colapsado ayer en el Pedregal trabajó en el gobierno del entonces GDF que ahora será gobierno federal. Durante las excavaciones en el terreno, una fuga de agua provocó un desgaje. No era el primer incidente, aun así la obra continuó.

¿Qué tan poderoso es el sector de la construcción y el inmobiliario en nuestro País? ¿En la ciudad? ¿Qué tan fácil es construir en zonas no propicias para ser habitadas? ¿Qué tan fácil pueden las constructoras levantar diez pisos donde los permisos sólo permiten tres? ¿Qué tanto tienden a “cortar” sus costos en detrimento de la calidad de la obra, por el costo de los moches o sobornos de las autoridades que otorgan los permisos, supervisan las obras, permiten el uso de suelo? El sismo de septiembre pasado evidenció la mala calidad de nuevas construcciones. Pero ayer ni siquiera tembló. Ojalá la lupa para detectar y castigar la corrupción que se prometió en campaña sea tan fuerte como esta red que se desnuda con socavones y derrumbes.

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