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Tortugas regresan a casa: Tres décadas de conservación transforman al Caribe mexicano

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De la redacción
El Buen Tono

En los últimos 30 años, alrededor de veinte millones de tortugas marinas han nacido en el Caribe mexicano, un logro histórico atribuido en gran medida al Programa de Conservación de Tortugas Marinas Riviera Maya–Tulum, implementado en 13 campamentos tortugueros a lo largo de una de las zonas turísticas más visitadas del país.

El programa es encabezado por la organización no gubernamental Flora, Fauna y Cultura de México, con la participación de diversas instituciones públicas y privadas. Para sus impulsores, el balance es claro: la conservación de la tortuga marina en esta franja costera es hoy un caso de éxito ambiental.

Guadalupe Quintana Pali, directora general de la ONG, explicó que los avances no sólo se reflejan en el aumento de crías nacidas, sino en un indicador clave de recuperación poblacional: el regreso de tortugas adultas a las mismas playas donde nacieron para anidar. “Eso confirma que el esfuerzo de décadas está dando resultados”, señaló.

Desde hace unos 30 años, las tortugas comenzaron a ser marcadas mediante un sistema de identificación que consiste en tomar pequeños fragmentos del plastrón y del caparazón. Estos tejidos vivos crecen con el animal y permiten conocer el año en que nació cada ejemplar, lo que ha sido fundamental para el seguimiento científico de la especie.

De acuerdo con datos del programa, entre 1996 y 2025 se protegieron 303 mil 586 nidos en 13 playas clave de anidación. La tortuga verde concentra el 81 por ciento de los registros, seguida de la tortuga caguama con el 18 por ciento. De forma menos frecuente también se han documentado anidaciones de tortuga carey y tortuga laúd.

México destaca a nivel mundial como un santuario natural para estos reptiles. Javier Carballar, director del Instituto de Biodiversidad y Áreas Naturales Protegidas de Quintana Roo, recordó que el país alberga seis de las siete especies de tortugas marinas que existen en el mundo, y que tres de ellas llegan de manera regular a las costas del estado, especialmente en la Riviera Maya, Tulum y la reserva de la biósfera de Sian Ka’an. “Los resultados son espectaculares, sobre todo en tortuga caguama y tortuga blanca”, afirmó.

La conservación, sin embargo, no se limita al trabajo en la arena. Carballar subrayó que uno de los mayores avances ha sido la educación de desarrolladores turísticos, ya que las tortugas anidan precisamente en playas donde hoy se levantan grandes complejos hoteleros.

Las estrategias del programa comienzan con el rescate y reubicación de nidos en corrales especiales que los protegen del tránsito turístico, la depredación y la iluminación artificial. Esta labor recae en los llamados tortugueros, un grupo de voluntarios y especialistas encargados de resguardar los nidos de animales como perros, gatos, mapaches y tejones.

Cuando las crías emergen de la arena y se dirigen al mar, el trabajo continúa: deben ahuyentar aves que acechan para alimentarse de ellas. Una vez en el océano, las amenazas persisten, aunque al menos ahí las pequeñas tortugas cuentan con mayor movilidad.

Leonel Gómez Nieto, jefe del programa de conservación, explicó que la labor va más allá de proteger hembras, nidos y crías. También implica construir acuerdos sociales para reducir riesgos como la contaminación, el uso de maquinaria pesada en playas y la pérdida de hábitat. “Ya no es la emoción de la primera vez; ahora es la conciencia de la enorme responsabilidad que tenemos”, concluyó.

Tres décadas después, el retorno de las tortugas a las playas donde nacieron confirma que la constancia y el compromiso pueden revertir el deterioro ambiental y dar una segunda oportunidad a especies que durante años estuvieron al borde del colapso.

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