


Efraín Hernández
El Buen Tono
En la región serrana de Zongolica, la elaboración de ropa de lana se enfrenta a su extinción. Apenas un puñado de artesanos, como Manuel Hernández, Carmen López y Julián Torres, continúan practicando esta actividad ancestral, que durante generaciones formó parte de la identidad cultural de la zona.
Cada prenda puede requerir entre 20 y 25 días de trabajo, utilizando telar manual y tintes extraídos de elementos naturales. “El proceso es largo y requiere paciencia; no es solo tejer, es conservar una técnica que aprendimos de nuestros padres y abuelos”, comentó Carmen López.
El valor de estas piezas puede alcanzar los 800 pesos, pero los artesanos enfrentan constantes intentos de regateo por parte de los compradores. “Es frustrante cuando la gente no reconoce el esfuerzo, los materiales y el tiempo invertido; a veces bajamos los precios solo para poder cubrir gastos básicos”, expresó Julián Torres.
La escasez de jóvenes interesados en aprender el oficio y la competencia desleal han provocado que muchos artesanos abandonen la actividad para dedicarse a otras formas de ingreso. Manuel Hernández agregó que “la tradición corre peligro, y con cada artesano que deja el oficio, se pierde un pedazo de nuestra historia”.

