


En una medida que promete sacudir el comercio global, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este jueves un decreto que establece aranceles recíprocos que van del 10% al 41% para decenas de países. La decisión, que según la Casa Blanca busca corregir los desequilibrios comerciales, ha sido interpretada como un mensaje contundente a socios tradicionales y rivales por igual.
El país más afectado es Siria, que enfrentará el arancel más alto (41%), mientras que potencias económicas como la Unión Europea, Japón y Corea del Sur estarán sujetas a un 15%. Curiosamente, incluso naciones aliadas como Argentina no escaparon al castigo: se les impuso un arancel del 10%.
Canadá, por su parte, verá aumentados sus aranceles del 25% al 35% en productos que ingresan a Estados Unidos fuera del marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La administración Trump justificó esta medida acusando a Ottawa de no cooperar en el combate al tráfico de fentanilo y otras drogas ilícitas. “Los cárteles mexicanos operan cada vez más laboratorios de síntesis de fentanilo y nitazeno en Canadá”, denunció un documento oficial.
Otros países latinoamericanos también figuran en la lista. Costa Rica, Bolivia y Ecuador enfrentan ahora un arancel del 15%, mientras que los gravámenes existentes sobre Venezuela (15%) y Nicaragua (18%) se mantienen sin cambios. En el caso de Brasil, el arancel será del 10%, pero se retirará el 6 de agosto, en un aparente gesto temporal.
La entrada en vigor de estas tarifas fue postergada una semana, iniciando oficialmente el 7 de agosto, con el objetivo de dar margen de maniobra a las aduanas para adaptar sus sistemas.
Según un funcionario estadounidense, los aranceles se calcularán dependiendo del tipo de relación comercial con cada país: si EE.UU. mantiene un superávit con alguna nación, el arancel será del 10%, mientras que con aquellas con las que tiene un pequeño déficit, será del 15%. En casos más delicados, como India, el cálculo se ve influenciado por factores geopolíticos como su relación con el grupo BRICS y Rusia.
En cuanto a China, la Casa Blanca admitió que aún no hay una decisión definitiva, aunque todo apunta a que cualquier acción será estratégica y meditada.


