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Un pederasta huído de su academia de danza demerita cualquier reconocimiento a Martha Sahagún

Superiberia

CÓRDOBA.- El pasado viernes en las redes sociales se difundió un anuncio que aseguraba que Martha Sahagún había recibido el Premio Nacional de Arte y Cultura, por su programa de danza para niños de escasos recursos en Pro del Talento Veracruzano, mismo que ha sido puntualmente señalado por EL BUEN TONO sobre una denuncia penal en contra de quien resulte responsable por haber tenido y mantenido en sus salones a un maestro de danza, señalado por varios exalumnos como abusador sexual de al menos uno de sus alumnos menor de edad y acosador de otros cuantos niños más, por cierto, de escasos recursos y que asistían becados a ese centro. 

Hay personas indignadas con quienes señalan los repugnantes hechos, no así con quien lo hace y quienes lo toleran, en ese sentido, recibimos mensajes dirigidos de la ex-candidata perdedora María Angélica Sahagún, hermana de la “premiada” y del exfuncionario exiliado en Puebla, “el caduco” Sergio Penagos, insultando a esta casa editorial, por lo que puntualizaremos lo siguiente: 

El Premio Nacional de las Bellas Artes lo otorga el Gobierno de la República desde 1945, ahora, a través de la Secretaría de Cultura, es el máximo reconocimiento que otorga el Presidente del Ejecutivo a las y los mexicanos más sobresalientes en arte y cultura.

En su más reciente edición de 2017, el galardonado fue Nicolás Enrique Echeverría, quien recibió además de una medalla de oro, la cantidad de $792,409.97 pesos y el ingreso como Creador Emérito al Sistema Nacional de las Bellas Artes, por su gran compromiso social y su inigualable trayectoria cinematográfica, documentalista, escritor, pintor y músico. 

La Premiación se lleva a cabo mediante una ceremonia de Gala en la sala principal del Palacio de las Bellas Artes. Misma que la conforma un jurado calificador, reconocido no sólo Nacional sino Internacionalmente. ¡Este es el premio NACIONAL DE LAS BELLAS ARTES! no así el multicitado reconocimiento que recibió la maestra Sahagún de manos de Ricardo Fernández, un arquitecto que pertenece a la familia dueña de una cafetería en el Puerto de Veracruz y entusiasta padre de dos exalumnas de Martha Sahagún; mismo que al parecer forma parte de un grupo de amigos que se organizaron para dar, a nombre de una asociación llamada Mil Mentes por México, premios a la cultura y las artes… y que al 

parecer lo llaman Nacional.

Para el evento donde dieron el multicitado premio rentaron el patio central de un bonito museo en Querétaro, ¡asegurando dar bien el gatazo! en su página oficial mencionan que quienes seleccionan a los galardonados es un selecto grupo de intelectuales y artistas de nivel nacional e internacional, miembros activos del Consejo Honorario, cuyo principal compromiso es la promoción y el reconocimiento del talento mexicano en arte y cultura, pero en realidad se trata de un arquitecto: Ricardo Fernández y otras tres personas más.

Por cierto, en el video del evento del museo se ve también la participación de la hija del arquitecto Fernández, que como estudia diseño de modas presentó ahí una pasarela con algunos de sus diseños, frente a unos 50 invitados.

La Moral no está peleada con el Arte, mucho menos con la Cultura, Martha Sahagún si bien ha trabajado para que Córdoba destaque a nivel internacional en materia de danza clásica, ha descuidado lo más importante que es: la integridad física y emocional de sus alumnos y cometió un error imperdonable para cualquier sociedad educada (no precisamente para la moral relajada de esta ciudad).

Un premio recibido por quien mantuvo -bajo conocimiento- a un pederasta como maestro de sus indefensos alumnos, demerita cualquier reconocimiento, porque si bien la señora Sahagún no es la culpable de las perversidades de James Kelly, sí lo es por haberlo mantenido como maestro, a sabiendas de lo que hacía con al menos uno de sus alumnos en condiciones de pobreza. 

Sahagún escuchó a quienes sin ningún interés personal la pusieron al tanto de toda la lamentable situación y lejos de tomar cartas en el asunto -ya con una denuncia ante la Fiscalía del Estado en contra de delitos sexuales-, corrió a bloquear y borrar de todas las redes sociales a esos alumnos que tuvieron la valentía de hablar y prefirió mejor dedicarse a dar vueltas a las oficinas de los directivos de esta casa editorial, preocupada por saber quién había escrito las notas sobre ese asunto, en lugar de ocuparse por el enfermo tipo que seguía metido en sus salones en contacto con niños indefensos; ahora hay quien se atreve a justificar asegurando que probablemente James Kelly “se equivocó”… 

Lo terrible es que a toda esa gente sin moral ni escrúpulos que encubre con su hipocresía los delitos de Kelly, no les duele porque efectivamente el gringo ese no “se equivocó” con sus hijos, porque si no, otra historia hubiera sido. 

El coreógrafo norteamericano, hoy de huida,  abusó con uno de los niños más vulnerables del grupo, ya que proviene de una familia disfuncional, viviendo en la pobreza extrema. ¡Ese despreciable sujeto se merece la cárcel! y si en nuestro estado para el fiscal Winckler no es indignante lo acontecido, veremos si sucede lo mismo para las autoridades norteamericanas a quienes haremos de su conocimiento de todo el material que hicieron llegar a estas oficinas y entonces veremos si este no será un tema que los ocupe y podremos constatar cómo las leyes de aquel País están para aplicarse y hacer justicia, no para tener a sus ciudadanos en una impunidad que asfixia. 

Los denunciantes harán del conocimiento de las autoridades estadounidenses todas las pruebas (conversaciones, fotografías, whatsapps etc.) con las que cuenta este medio para que ellos decidan, ya que al parecer para la Fiscalía de este Estado, ¡el que un maestro abuse de sus alumnos no es delito! y veremos si en aquel País donde las leyes además de existir se aplican, no van a llamar a declarar a este sujeto enfermo, para de una vez por todas aplicarle todo el peso de la Ley. 

Mientras tanto aquí, síganse felicitando porque como no le tocó a ninguno de sus hijos no les duele, es más, hasta les indigna que se hable del tema. ¡Sociedad decadente de valores!

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