


Tantoyuca, Ver. — En medio del dolor de una familia que buscaba a su ser querido, un acto cargado de misticismo terminó marcando el punto exacto donde fue localizado el cuerpo sin vida de José Guadalupe, joven desaparecido en la presa El Jagüey, en la comunidad de Tametate, municipio de Tempoal.
El rescate, a cargo de elementos de la Secretaría de Marina, Protección Civil y el Sistema Nacional de Rescate y Emergencia (SINAREM), estuvo marcado por un hecho que escapa a toda explicación racional: una vela encendida sobre el agua habría señalado el lugar del hallazgo con más precisión que cualquier equipo técnico.
Según relató la familia, fue durante la madrugada —alrededor de las 2:00 a.m.— cuando el tío de José, desesperado ante la falta de resultados, colocó una pequeña tabla flotante con una vela encendida en el centro del embalse. La llama, lejos de apagarse, se mantuvo viva por más de media hora mientras la tabla se desplazaba lentamente hasta detenerse en un punto específico.
Ese mismo punto, horas después, se convirtió en el centro del rescate.
A las 6:30 p.m., tras una intensa jornada de búsqueda, los equipos localizaron el cuerpo de José justo donde la vela se había detenido. Lo que para algunos fue una casualidad, para otros fue una señal de fe, una guía espiritual o incluso un acto de sabiduría ancestral.
“Fue la vela la que nos dio la señal. Donde se quedó… ahí estaba mi sobrino”, relató con lágrimas el tío del joven, visiblemente afectado.
🕯️ Misticismo que persiste en las comunidades rurales
Este tipo de prácticas, aunque vistas con escepticismo en las ciudades, siguen siendo parte del tejido social en comunidades del norte veracruzano. En zonas donde la tecnología no siempre alcanza y la fe aún ocupa un lugar central, actos como este —colocar una vela para “pedir al alma que guíe”— se consideran válidos, poderosos y profundamente humanos.
Hay quienes afirman que el alma de un desaparecido puede manifestarse a través de la naturaleza, y en este caso, a través del fuego. Que la vela no se haya apagado y se haya detenido justo donde yacía el cuerpo ha sido interpretado como una conexión entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
🚨 La ciencia y el rescate no bastan cuando hay desesperación
Si bien el trabajo de las autoridades fue impecable, lo cierto es que la desesperación de las familias suele empujar a buscar respuestas más allá de la lógica, especialmente cuando las horas pasan y la esperanza se desvanece. En este caso, el simbolismo de la vela se volvió más poderoso que cualquier equipo de búsqueda.
La labor de los rescatistas fue reconocida por la comunidad, pero lo que quedará en la memoria colectiva no será solo su eficacia, sino el hecho de que una simple vela —guiada por algo que nadie puede explicar del todo— haya sido la clave del hallazgo.
⚫ Una tragedia, una señal y una historia que trasciende
José Guadalupe ya descansa, pero su historia quedará grabada como un testimonio de cómo, en tiempos de desesperación, la fe puede volverse un faro, incluso en medio de la noche y sobre las aguas oscuras de una presa.
El caso también abre el debate sobre cómo la espiritualidad sigue siendo refugio, brújula y consuelo para miles de familias mexicanas que, ante la tragedia, siguen buscando respuestas más allá de la razón.


