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Sabía motivar

Superiberia

Por: Catón  /  columnista

Don Algón, maduro ejecutivo, le dijo a la voluptuosa rubia que buscaba empleo: “Veo que pide usted 5 mil pesos de sueldo a la semana, señorita Florilí. Se los pagaré con placer”. “¡Ah no! –replicó prontamente la muchacha-. ¡Tendrá que pagarme con dinero!”… Don Sinople le dijo a doña Panoplia, su mujer: “Si supieras cocinar no tendríamos que pagar una cocinera”. Replicó ella: “Y si tú supieras follar no tendríamos que pagar un chofer”… El experto en motivación daba una conferencia a las esposas de los vendedores, y trataba de enseñarles que la ayuda de la mujer es importante en el trabajo de su marido. “Por ejemplo usted, señora –se dirigió a una esposa joven-. Díganos qué hace para estimular a su marido”.

Preguntó la muchacha, ruborosa: “¿Aquí, delante de todos?”… Doña Frigidia, ya se sabe, es la mujer más fría del planeta. En cierta ocasión pasó frente a una agencia de viajes que anunciaba un viaje a Honolulú, y eso bastó para que ese año se helara toda la cosecha de ananás en las islas de los Mares del Sur. Una vez el marido de la gélida mujer le contó a un amigo: “La otra noche le hice el amor a mi mujer en forma tan apasionada que por poco la despierto”… Se cuenta que alguien le preguntó a Mao qué sucedería en caso de que China entrara en guerra con Estados Unidos. “Sus ejércitos son superiores a los nuestros –respondió el dirigente chino-. El primer día nos harán un millón de prisioneros. El segundo día dos millones.

El tercer día cuatro millones. El cuarto día ocho millones. El quinto día nos harán 16 millones de prisioneros. El sexto día se rendirán”. China es, en efecto, un enorme País con una población que se antoja innumerable. No es ya China aquel país rural que describió Pearl S. Buck en bellas novelas como “La buena tierra”, en la cual un campesino explicaba por qué un hombre podía tener varias esposas, pero no una mujer varios maridos: “He visto muchas jarras de té con cuatro tazas, pero jamás he visto una taza de té con cuatro jarras”. Ya no es ni siquiera China el “gigante dormido” de que habló Churchill.

Ahora es un gigante bien despierto que desechó antiguas tradiciones y usos del pasado para incorporarse a la modernidad mediante una economía de mercado, y que así fortalecido se dispone a conquistar el mundo por el medio más eficaz y más pacífico: el comercio. Ninguna restricción como las que Trump le ha puesto frenarán su acometida, pues el dinero no sabe de ideologías o nacionalidades, y si China ofrece al mundo productos de calidad a bajo precio –ya lo está haciendo- conquistará mercados que ahora son de otros países. Lo veremos… Una joven mujer fue a consultar a Madame Horshit, adivinadora. La mujer clavó la vista en su bola de cristal y luego le dijo con sibilina voz a la muchacha: “Conocerás a un hombre alto, guapo, musculoso, rico e inteligente que te pedirá que te cases con él”. Le preguntó la chica: “¿Y qué haré con el hombre chaparro, feo, panzón, pobre y tonteen con el que ya estoy casada?”…  FIN.

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