


Yanga.- Hace un mese, la creciente del río Seco, alimentada por las tormentas, derrumbó la casa de don Modesto Mata Escobar, un hombre de 80 años, que por no tener dónde vivir había pasado ya 10 años a orillas del afluente, en un lugar que le prestó uno de sus conocidos.
El día en que el río se desbordó y se llevó la casa de madera con láminas, el octagenario fue rescatado por la Policía municipal, para trasladarlo al albergue disponible, en el auditorio del Palacio municipal, donde se le dio ropa, una colchoneta y dos despensas.
También, el hecho natural que lo afectó le valió para que se generara un folio de beneficiario con láminas para construir su casa, pero hasta el momento no ha recibido nada.
NO HA FLUIDO LA AYUDA
Ni el Ayuntamiento, ni Protección Civil del Estado le han dado láminas, a pesar de que tiene el folio, mientras “llega la ayuda” levanta una a una las vigas y rehilos que habrán de colocarse en las cercas y techumbre del local.
“Sí tengo miedo de vivir aquí, pero ya qué le hago, si no tengo a dónde ir, por eso la gente me está ayudando a volver a poner mi casa, yo creo que bien pegado al camino ya no habrá problema”, cuenta el hombre, que se nota un poco cansado por las horas que lleva trabajando en eso. Menciona, “el día que pasó la tormenta que tiró mi casa, llegaron los policías y me llevaron al Palacio”.
“Yo no me quería ir, estaba yo agarrado del horcón, bien mojado, me dijeron vámonos, y tuve que hacerles caso”, dice.
Agrega, “allá me dieron ropa y una colchoneta, pero de comida nada, al otro día me salí y me vine a ver mis cosas, porque todas se quedaron aquí, las sacamos, y luego jalamos la casa con un tractor de don Joaquín Flores, porque la casa quedó volando”.
Aquí no ha ayudado ninguna de las autoridades, reclama, “nomás Rodrigo Calderón, comisariado ejidal de San Joaquín”, que por cierto ayer pasó en su camioneta y les dejó un refresco para los que estaban ayudándolo a levantar la casa.
VIVEN EN SAN JOAQUÍN DESDE LOS CINCO AÑOS
Modesto cuenta que la gente de San Joaquín lo ha apoyado porque lo conocen desde niño. “Yo llegué aquí de cinco años, me trajo mi mamá de Córdoba y aquí crecí, tengo tres hijas, pero con ellas no puedo vivir porque tampoco tienen terreno”, precisa.
Modesto ha trabajado en el campo, pero por ahora no hay nada qué hacer, la zafra no ha comenzado y los dueños de parcelas no le dan trabajo porque no tienen dinero para invertirle al campo, lamenta.
De sus tres hijas, Clara de 51 años, vive en terreno urbanizado, pero también cerca del río, en un terreno ajeno; la otra hija es Patricia, vecina del centro de Yanga y la otra, que se llama Blanca Luz, vive en Matamoros, Tamaulipas.
Hasta hace unos días, Modesto vivía con Clara, pero por el espacio reducido tuvo que salirse y de nuevo empezó a construir su propia casa, donde asegura vive tranquilo, sin que nadie lo moleste.
Ayer, el agente municipal, de Francisco Paz, Ismael Rodríguez Figueroa, junto con un grupo de trabajadores de la Dirección de Alumbrado Público, se dieron a la tarea de colocar unas lámparas a la orilla del río, para evitar asaltos. Por eso, la zona donde habita don Modesto tendrá ahora más “iluminación”.
Antonio Osorio
El Buen Tono


