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Adiós Heydar Aliyev, hola bancas de Reforma

Superiberia

Así que ahora está es la plaza de la amistad con Azerbaiyán sobre Reforma. Ayer no estaba ya el monumento de Aliyev, pero quedaron las bancas que ahora miran a un mapa del país esculpido en mármol, como una tableta gigante de chocolate blanco; quedan los faroles de cinco luces y el café Baku, que podría servir kebabs de cordero o dolmas calientes pero en realidad vende sopas Maruchan.

Ayer en la mañana estaba un cuidador que escuchaba música de banda sinaloense y me miraba tomar notas mientras hablaba por su walkie talkie. Eran las diez y media de la mañana; estaba también un reportero y un camarógrafo de Televisa que apuntaba hacia el lugar vacío. Es fácil decir dónde estaba la estatua porque las baldosas en ese punto están más blancas, como cuando uno quita un cuadro de la pared. 

El reportero de Televisa se acercó para preguntarme qué pensaba del retiro de la estatua. ¿Podía hacerme una entrevista para la televisión? Le dije que no estaba muy seguro de poderle dar la entrevista en este momento tan delicado porque yo había sido parte de la comisión, junto con Gabriel Guerra y Gerardo Estrada, que nombró el gobierno del Distrito Federal para dictaminar el futuro de la estatua. Me propuso dar la entrevista de espaldas: por más curiosidad que me hubiera dado verme por detrás, le dije que no. En cambio, traté de darle los antecedentes del caso cuando me dijo que lo acababan de asignar para hacer la nota. 

El gobierno de Mancera retiró la estatua bajo un intenso operativo de seguridad; está ahora en una bodega, pendiente de una decisión sobre su nuevo lugar. Con todo, creo que la parte más importante de la recomendación no es el retiro de la estatua en sí, sino el crear un mecanismo para que no vuelvan a pasar estas cosas. También me gustaría que la ciudad se tomara el arte público más en serio. 

Es fácil ver este asunto si uno se da una vuelta por otras partes de Reforma. Por ejemplo, en el pedazo que va del Ángel de la Independencia a la glorieta de la Palma, hay una serie de esculturas que se quedaron de una exposición que organizó en 2006 el odontólogo Isaac Masri, quien durante más de 20 años, y sobre todo durante el sexenio de López Obrador, gozó de un inusual poder para determinar esculturas en la calle. Tuvo varias exposiciones: Libertad en bronce (1995), Animales impuros (2003) Nopal Urbano (2003) Campanas (2005) y Diálogo de bancas (2006), cuyos restos se pueden mirar todavía sobre Reforma. Muchos de los artistas escogidos eran sus clientes en el consultorio odontológico, y al gobierno de la ciudad le pareció que un curador así —con el doble sentido intencionado— podía decidir qué iba en la calle más importante de la ciudad. 

Hoy, a la altura de Génova y Reforma coexiste una escultura de bronce de Jeanette Betancourt donada por una compañía médica, con unas bancas de la exposición mentada: las de Vicente Rojo que ayer estaban ocupadas por unas señoritas de tacones, una en forma de trasatlántico de Manuel Generali que está frente otra en forma de dos cruces de Brian Nissen, junto a otra sin autor aparente donde la gente raspó su nombre: Mystys, Cuchillo, Estrella, Oso, Chimpanzes y Tobi, además de una hoz sobre un martillo. Respeto a los artistas seleccionados, pero como arte público, aquellas piezas me parecen mediocres.

Lo curioso es que al propio Masri también le parecen objetables otras intervenciones sobre Reforma. En una nota del periódico Crónica que me hizo favor de pasar un gran amigo se puede leer: “El promotor cultural Isaac Masri lamentó que ‘en los espacios públicos de la ciudad se dejó de exhibir arte para privilegiar piezas como las de Rivelino, que sólo sirven para rellenar el Bordo Poniente, o artículos comerciales como las tazas de Nescafé. No se respeta la calle, que es el templo de los artistas, y eso me da mucha tristeza y, más que eso, me encab…nija’.

Ni Masri ni Rivelino ni más encabritamientos, sino una comisión con mejores criterios. Estoy convencido de lo siguiente: la ciudad podría tener un arte público de primera; esta ciudad es uno de los centros generadores de arte contemporáneo más atractivos del mundo. Sólo es cuestión de escoger bien a personas responsables que decidan qué va en las calles.

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