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Aumenta violencia e inseguridad: Iglesia

Superiberia

Sandra González T.

el buen tono

ORIZABA.- A 11 años de que la Iglesia católica advirtió sobre el incremento de la delincuencia organizada, la pobreza, la desigualdad social, la corrupción y la falta de reformas en la políticas económicas, las deficiencias en el sistema de impartición de justicia, el desempleo; esto no solo ha mejorado, por lo contrario continúa amenazando a las comunidades.

De acuerdo a la exhortación pastoral de la Conferencia del Episcopado Mexicano llamado “La Paz como anhelo de plenitud humana”, desde el 2010 la Iglesia católica ha venido expresando que la sociedad mexicana se ha visto perjudicada considerablemente por escenarios de inseguridad y violencia, lo que se expresó en la Exhortación Pastoral “Que en Cristo, nuestra paz, México tenga vida digna”.

En ella se reflexionó sobre la realidad que se vivía en ese entonces y se advertía sobre la creciente actividad de la delincuencia organizada, la pobreza, la desigualdad social, la corrupción, la falta de reformas en las políticas económicas, las deficiencias en el sistema de impartición de justicia, el desempleo, entre otros, “ahora vemos que dicha realidad, lejos de disminuir, continúa amenazando a nuestras
comunidades”.

Ante ello, el documento resalta: “una vez más declaramos que la paz no puede reducirse al simple equilibrio entre la fuerza y el miedo. Mantener al otro bajo amenaza significa reducirlo al estado de objeto y negarle la dignidad. Desde aquí reafirmamos que el incremento de la intimidación, así como la proliferación incontrolada de las armas, son contrarios a la moral y a la búsqueda de una verdadera concordia. El terror ejercido sobre las personas más vulnerables contribuye al exilio de poblaciones enteras en busca de una tierra de paz”

Se destacó que se vive en un mundo demasiado complejo y en rápido movimiento, y a pesar de que se vive más interconectados con los acontecimientos en los diferentes ámbitos sociales; lo cierto es que contradictoriamente se experimenta lejanía, desconfianza y, hasta sospecha, para con los demás.

Lo anterior, en medio de variadas formas de violencia que amenazan la vida y no solo a través de las armas, también a través de las diferentes plataformas digitales y medios de comunicación masiva, mismo que pareciera que tienen como fundamento la cultura de la indiferencia y del descarte.

Ante ello, se dijo que se necesita de artesanos de la paz, es decir, “auténticos mensajeros y testigos en la vida cotidiana, del bien ser, del bien dar, y del bien estar y con ello complementar la felicidad en la familia humana”.

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