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Continuarán con su legado

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ORIzAbA.- Quien fuera bautizado con el nombre de José Macario Maceda Flores, mejor conocido como Fray Rubén, murió el 11 de marzo minutos antes de las 07:00 horas, debido a problemas renales, él fue el padre de entre 400 y 500 niños que pasaron por la “Casa Hogar de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro”, un proyecto de vida que hizo de pequeños desamparados el mejor ejemplo de que ayudando se puede lograr hombres y mujeres de bien.

En su niñez afrontó el suicidio de su madre, quien se prendió fuego con petróleo y cerillos; después de esto vivió con sus tíos en Huajuapan de León junto con sus tres hermanos, su tío, Ángel Flores, hermano de su difunta madre
fue quien le ofreció irse con él al internado de San José Pequetzen, en San Luís Potosí donde estudió. Ahí una maestra lo invitó a viajar a la Ciudad de México para vivir con sus sobrinos.

Cuando trabajaba en un laboratorio, en alguna ocasión pasó a misa en la iglesia de San Fernando, en la colonia Guerrero, lugar donde por primera vez vio a un fraile, a quien le preguntó qué podía hacer él para dedicarse a Dios, el religioso lo acercó a la iglesia de Coyoacán, donde estuvo por tres años como postulante, pasó un año como novicio y tres años de votos simples.

Estuvo en Cholula, San Andrés Jalpan, Oaxaca, Cuernavaca, regresó a la Ciudad de México, fue a Mérida, Chetumal, Palenque, Veracruz Puerto, hasta llegar a Orizaba a la iglesia de San José, lugar, donde le nació la idea de abrir una Casa Hogar.

Este proyecto tuvo sus inicios en Cerritos, en una vivienda prestada, tiempo después le donaron un predio en la colonia Juárez, donde de la nada y mediante donaciones logró levantar la casa hogar; junto con sus pequeños acarreaban tabiques, cemento, varilla y lo que les iban obsequiando, el espacio continúa sirviendo de hogar para sus niños.

PADRE DE FAMILIA Y ESPECIALISTA
Orel Manzanares Alarcón relató que llegó a los cinco años, en la actualidad tiene 42 y se dedica a la rehabilitación física como fisioterapeuta, quirofísico y quiropráctico, es padre de familia con un niño que va a la secundaria y una señorita que está estudiando Biología en la Universidad.

Contó que llegó a la ciudad con su mamá, quien en ese entonces no se podía hacer cargo de él, por lo que recibió milia, había una organización muy grande”.

SIGUEN AYUDANDO EN LA RECAUDACIÓN

Rolando Saavedra es egresado del Instituto Tecnológico de Orizaba (ITO), además de que tiene una Maestría en Ingeniería, padre de dos pequeños, además de destacarse por organizar diferentes eventos para recaudar dinero a favor de la manutención de la Casa Hogar.

Este proyecto tuvo sus inicios en Cerritos, en una vivienda presta- da, tiempo después le donaron un predio en la colonia Juárez, donde de la nada y mediante do- naciones logró levantar la casa hogar; junto con sus pequeños acarrea- ban tabiques, cemento, varilla y lo que les iban obsequiando, el espacio continúa sirviendo de hogar para sus niños.

PADRE DE FAMILIA Y ESPECIALISTA
Orel Manzanares Alarcón relató que llegó a los cinco años, en la actualidad tiene 42 y se dedica a la rehabilitación física como fisioterapeuta, quirofísico y quiropráctico, es padre de familia con un niño que va a la secundaria y una señorita que está estudiando Biología en la Universidad.

Contó que llegó a la ciudad con su mamá, quien en ese entonces no se podía hacer cargo de él, por lo que recibió el cobijo del Padre en la casa de Cerritos; entre sus recuerdos se encuentra la primera ocasión en que estuvieron en la casa de la colonia Juárez, donde no tenían para comer y “salíamos a buscar”.

En su memoria tiene muchas anécdotas, entre ellas: “Cuando pusieron el techo por primera vez, fue algo que nos emocionó muchísimo, antes nada más teníamos dos cuartos y estaba solo el pozo y
me acuerdo que nosotros ayudamos a meter toda la grava, el cemento y todos los materiales que nos habían donado”.

“Eran muy pocas las personas que nos ayudaban, ahora veo que son más, me recuerdo que cuando íbamos al mercado Zapata poníamos una reja en el suelo y ahí nos echaban de todo, ponían jitomate, cebollas, nopales, papa y aquí veníamos a preparar”.

Eran ellos quienes hacían “la comida y preparábamos el café para los más pequeños, a mí me tocó estar de encargado cuando apenas tenía ocho años, porque no había quien se hiciera responsable y eso nos ayudó mucho a madurar; al inicio era un poco diferente, era más estricto en muchas cosas, pero eso nos sirvió para que nosotros nos pudiéramos formar”. Dijo que lograr estudiar le costó un poco de trabajo, “porque es difícil, pero Fray me dio la oportunidad, recuerdo muy bien el día que salí de aquí, cuando la necesidad que tenía mi madre ya estaba casi cubierta; pero después se nos cerró un poco cuando estaba en la Preparatoria, pero él me dijo: “No, no te puedes quedar sin estudios porque tú eres un hijo de la casa y él me apoyó otra vez para que pudiera estudiar. Nos trató como un padre, nunca me sentí como si estuviera en una Casa Hogar, me sentí cobijado como en una familia, había una organización muy grande”.

Rolando Saavedra es egresado del Instituto Tecnológico de Orizaba (ITO), además de que tiene una Maestría en Ingeniería, padre de dos pequeños, además de destacarse por organizar diferentes eventos para recaudar dinero a favor de la manutención de la Casa Hogar.

Dijo ser parte de la primera generación de pequeños que estuvieron con Fray Rubén en Cerritos, él llegó desde los seis años, después de quedarse solo, porque fue aquí donde aprendió de la responsabilidad, el trabajo en equipo y de cuidar a sus hermanos.

Entre sus recuerdos más entrañables de su niñez eran los viajes de vacaciones que reali- zaban, pues el fraile cada año se organizaba para que no dejarán de acudir a alguna parte, el viaje en tren era recurrente y divertidos para todos.
Será, Emilio Flores Temoxtle, quien se encargará de que la casa siga dando techo y comida a niños desamparados, debido a que estuvo en los últimos años trabajando muy de cerca con el fraile.

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