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CRÍMENES POR CONVICCIÓN

Superiberia

Por  Andrés Timoteo  /  columnista

CRÍMENES POR CONVICCIÓN

 Algunos afirman que no debería existir un día dedicado a la mujer pues eso significa que la distinción sigue vigente y ocupar una fecha para honrarla – aunque en el contexto actual sirve como escaparate de denuncias- es mantener a la población femenina catalogada como grupo vulnerable. En términos numéricos, las mujeres no son minoría en México sino al contrario, hay un balance del 50 por ciento en la población.

No obstante, las mujeres continúan siendo tratadas como si fueran una minoría, sujeta a toda suerte de atropellos desde el laboral hasta el físico y sexual. Los dos últimos son, quizás, los que van añadidos a ese sello de sangre que se tiene en los tiempos actuales: el ataque físico contra la mujer con fines de satisfacción sexual y también de exterminio por odio.

Los feminicidios son crímenes por convicción, igual que el terrorismo, afirma el psicólogo español Andrés Montero Gómez, quien lleva años dedicado a la observación e interpretación de la violencia contra las mujeres. Hay muchas definiciones de feminicidio desde las jurídicas hasta las sociológicas, pero lo expuesto por Montero es muy interesante. Uno de sus ensayos más consultados se llama: “¿Por qué las matan?”

“El asesino tiene la convicción de que es necesario matar. El agresor aplica la violencia para mantener el comportamiento de la mujer dentro de unos parámetros que responden, exclusivamente, a la voluntad del hombre. De esta manera, el agresor está convencido de su legitimación para utilizar la violencia con el fin de lograr que la mujer se comporte conforme a un orden determinado”

“En eso, los agresores de mujeres no se diferencian de ninguno de los dictadores totalitarios que han asolado la historia de la humanidad. El agresor de género es un dictador que impone su voluntad por medio de violencia en el marco interpersonal de una relación de pareja”, afirma. Y la mujer es sentenciada a muerte cuando intenta romper ese sometimiento al que incluso compara con la esclavitud.

No hay que perder de vista, agrega Montero, que “el 80 por ciento de las muertes por violencia de género se producen en el contexto de una eventual ruptura de la pareja sentimental, a instancias de una mujer, (es) una esclava, que quiere romper sus ligaduras y reencontrarse con su identidad arrebatada. Por eso las matan”

El psicólogo habla respecto a estos crímenes que, en su mayoría, tienen lugar en el contexto de una relación sentimental, pero la decisión de someter y vejar a una mujer también se da en casos externos y la mayoría gira alrededor de la humillación sexual como satisfacción personal -como se dijo líneas arriba-, como venganza -por ejemplo, en algunas ejecuciones de la delincuencia organizada- y en muy pocos casos derivado de una enfermedad mental del agresor.

Sin embargo, el doctor Montero aclara tres cosas importantes. Una es que no hay un perfil definido del maltratador porque la violencia contra la mujer se da en todos los estratos sociales, distintos niveles económicos, académicos y de edad. La segunda es que el agresor no es un enfermo, son pocos los que tienen un trastorno psicológico preciso, por eso define que son ‘crímenes por convicción’ porque parten de una decisión consciente para agredir o asesinar.

Y la tercera, que es la más preocupante y que se ha definido como la “transmisión intergeneracional del maltrato”. La violencia de las mujeres pareciera tener un patrón bivalente, que involucra a hombres y féminas, unos como victimarios y otros como víctimas, que se ha repetido a lo largo de la historia de la humanidad.

“Existe la posibilidad de que los niños repitan ese patrón del agresor y las niñas el de la víctima, pero es un fenómeno que no se da siempre. Hay una serie de factores de riesgo, y haber sido expuesto a la violencia en la familia de origen es uno de ellos, pero no es determinante”. Para el experto, una posible solución o al menos atenuación de ese patrón repetitivo es la educación tanto la recibida en el hogar como en las escuelas iniciales -preescolar, primaria y secundaria-.

En pocas palabras, ni la policía ni los Fiscales ni los gobernantes ni los activistas podrán detener la violencia contra las mujeres si no intervienen los padres y los maestros formando a los niños y a las niñas para que rompan esos patrones históricos y reduzcan al máximo el código machista que sigue como factor preponderante en la sociedad.

EL MAPA DE LA LETALIDAD

Discriminación y violencia contra las mujeres existe en todo el mundo, pero hay territorios que llegan a la letalidad inaudita. México es uno de ellos. Las cifras con las que se arriba al Día Internacional de la Mujer indican que hay una hecatombe humanitaria: nueve mujeres son asesinadas diariamente, una cada dos horas y media, y el 98 por ciento de esos casos el verdugo es un varón.

El crimen organizado cobra su parte de víctimas, pero la tendencia sigue siendo que ocho de cada 10 fémina fueron atacadas por su pareja sentimental o con fines sexuales. Es decir, los feminicidios son, en su mayoría, producto de la delincuencia común. Estaban antes de la llamada “guerra contra las drogas” aunque ésta en cierta forma potencializó algunas estadísticas.

De acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) hay estados del País que tienen un alto índice de letalidad ara las mujeres porque acaparan las estadísticas de feminicidios: Sinaloa, Nuevo León, Veracruz, Chihuahua, el Estado de México, Morelos, Tabasco, Sonora y la Ciudad de México.

El año pasado fueron asesinadas 3 mil 580 mujeres y más de la mitad de esos crímenes se registró en dichas entidades, colocando a México como el sito con más asesinatos de mujeres de América Latina, además de que estos se triplicaron del 2015 a al presente año. El estado deVeracruz está en esa lista de letalidad pues en los últimos tres meses han asesinado a 45 mujeres, una cada dos días.

Durante el pasado 2018 se contabilizaron 109 feminicidios, uno cada tres días, de acuerdo con el Observatorio Universitario de las Violencias contra las Mujeres. Pero la cifra fue escalofriante en enero porque Veracruz superó a todas las entidades. Fueron 10 mujeres asesinadas en ese mes y así la entidad veracruzana superó al Estado de México y Chihuahua que son los estados que siempre lideran las cifras mortales.

Dentro de ese mapa de la letalidad para las mujeres en Veracruz están dos municipios de la zona centro, Córdoba y Orizaba. El primero aparece en la estadística más reciente, entre los ocho municipios que más acumularon feminicidios en enero, febrero y lo que transcurre de marzo. Los otros son Coatzacoalcos, el puerto de Veracruz, San Andrés Tuxtla, Jalapa, Poza Rica, Tierra Blanca y Tuxpan.

Córdoba también aparece en la primera Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres emitida por la Secretaría de Gobernación en noviembre del 2016, junto con Orizaba, Boca del Río, Coatzacoalcos, Las Choapas, Martínez de la Torre, Minatitlán, Poza Rica de Hidalgo, Tuxpan, el puerto de Veracruz y Jalapa. Si se consideran esos dos listados, entonces son 13 los municipios letales para las mujeres veracruzanas.  

¿Conmemorar, festejar o lamentar este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer? Más bien informar, prevenir, alertar, exigir, castigar y educar. Esos son los verbos urgentes ante la catástrofe feminicida.

 LAS PATRONAS

 En este contexto, hoy el Congreso local otorgará el Premio Estatal de la Mujer a la activista Norma Romero Vázquez, una de las dirigentes de la organización Las Patronas que por años se ha dedicado a brindar auxilio humanitario a los migrantes centro y sudamericanos que viajan sobre el ferrocarril que atraviesa la zona Centro de la entidad.

Se ha dicho que los migrantes indocumentados que se aventuran a cruzar el territorio mexicano son los indefensos entre los indefensos, porque carecen hasta de lo básico en derechos, pero las mujeres migrantes tienen un grado más inferior en el respeto de los derechos humanitarios. Ellas no solo son vejadas y agredidas por los agentes externos -policías, ‘polleros’, funcionarios, integrantes del crimen organizado- sino por sus propios compañeros varones de viaje. Ellas “viajan más juntas a la muerte que otros”, diría el poeta salvadoreño Roque Dalton.

El trabajo de Las Patronas, que será reconocido en la persona de la señora Romero, es sin duda vital para aliviar, en lo que se puede, la situación de las mujeres que migran por necesidad, pues no se limita a entregar alimentos al paso de “La Bestia” con su gente que viaja “de mosca” -literalmente pegada o colgada de los vagones-  sino también a apoyar en gestoría de salud y tramites migratorios en casos determinados.

Las Patronas, cuyo nombre se deriva del poblado en el que en 1995 iniciaron su labor de ayuda a los migrantes viajeros del tren, el ejido Guadalupe del municipio  Amatlán de los Reyes, ubicado en la zona Centro, conocido popularmente como La Patrona, hacen una tarea humanitaria diaria e incansable, por lo que el reconocimiento es justo. Enhorabuena.

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