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De política y cosas peores

Superiberia

CATÓN
Columnista

“Fui a una conferencia sobre eyaculación prematura -contó un tipo-, pero llegué un minuto tarde y ya había terminado”… El jet iba a hacer un aterrizaje de emergencia. La linda chica le dijo al pasajero que iba a un lado: “Es cierto, señor: las instrucciones dicen que debe uno poner la cabeza entre las piernas. Pero entre sus propias piernas”… “Comunícame con el chinche cura”. Sor Bette, asistente de la casa parroquial, se sobresaltó al oír una ríspida voz de hombre que le pedía hablar con el buen padre Arsilio. Le indicó, exasperada: “No use usted ese vulgar lenguaje al referirse a un sacerdote. Sea usted respetuoso y educado”. “Está bien, morra -replicó el que llamaba-. Lo que pasa es que acabo de llegar del otro laredo, y traigo un bonche de dólares, como 40 mil, para dárselos al bato de la sotana y que arregle la iglesia donde rezaba mi santa jefecita”. Oyó eso sor Bette y le dijo al individuo: “No vayas a colgar, ése mi loco. Ahorita te comunico con el ruco”… Don Cucoldo llegó a su casa y encontró a su esposa en el lecho conyugal con un desconocido. Le dijo la señora con acento lacrimoso: “Y no sólo esto. También me vendió una aspiradora”… El doctor Ken Hosanna le comentó a su enfermera: “No encuentro mi termómetro rectal”. Le indicó ella: “Lo trae usted en la oreja”. “Oh my God! -se sobresaltó el facultativo-. ¿Entonces dónde dejé mi lápiz?”… El pescador sacó en su red una sirena. De inmediato la devolvió al mar. Un compañero le preguntó: “¿Por qué?”. Respondió el otro, lacónico: “¿Por dónde?”… El señor entró en el cuarto de su hijo adolescente y lo amonestó, severo: “Incurrir en placeres solitarios puede ser causa de perder la vista”. El muchachillo dijo al tiempo que agitaba los brazos: “Acá estoy, papá”. (El padre de Pepito le dijo igual: que si seguía haciendo cosas consigo mismo se iba a quedar ciego. Pepito le comentó luego a su amigo Juanilito: “Pos será, pero yo le voy a seguir hasta que necesite lentes”)… Terminó el apasionado trance de amor erótico en el cuarto número 210 del Motel Kamawa. Ahíta, satisfecha, ella le dijo a su experto galán: “¿Me seguirás amando así después de que nos casemos?”. Él ponderó por unos instantes la pregunta y luego respondió: “Supongo que sí, linda. Siempre he sentido un atractivo especial por las mujeres casadas”… La curvilínea chica le dijo al maduro caballero que le hizo una proposición salaz: “No puedo aceptar dinero de un perfecto extraño. Pero, bueno; creo que a usted se le puede aplicar eso de que nadie es perfecto”… La esposa de don Languidio charlaba con la vecina del 14. Le preguntó ésta: “¿Qué te gusta más: la Navidad o el sexo con tu marido?”. Respondió sin vacilar la señora: “La Navidad”. Quiso saber la vecina: “¿Por qué?”. Explicó la esposa de don Languidio: “Es más frecuente”… Doña Holofernes, consorte de don Poseidón, le informó: “La próxima semana cumpliremos 30 años de casados. Voy a matar al marrano”. Preguntó, hosco, el vejancón: “¿Y qué culpa tiene el pobre animal?”… Un rabino y un cura católico platicaban amistosamente. El rabino hizo una confesión: “A nosotros nos está prohibida la carne de cerdo, pero una vez comí un sándwich de jamón”. Con otra confesión respondió el cura: “Nosotros hacemos voto de castidad, pero una vez tuve trato con mujer”. Después de una pausa reflexiva comentó el rabino: “Mejor que el sándwich de jamón ¿verdad?”… Un muchacho le contó a su amigo: “En mi casa somos 14 hermanos y yo. Tenemos a nuestra madre en un pedestal”. “Y con razón -afirmó el otro-. Tu mamá debe ser una gran mujer. ¡Quince hijos!”. “Lo que pasa -explicó el otro-, es que todas las noches papá la baja del pedestal”… FIN.

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