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De política y cosas peores

Superiberia

Dos veces cada día hacían el amor aquellos recién casados. La primera coición era tempranera: a las 6.15 de la mañana. La segunda tenía lugar después de la cena, a eso de las 10 y media de la noche. Sucedió que él pilló un resfriado y el  médico le prescribió un antibiótico. Con la acción del medicamento desaparecieron todos los virus, menos tres. Dijo uno: “Me esconderé tras un vértebra por si se repite el ataque”. Declaró el segundo: “Yo me ocultaré bajo el píloro. Ahí el antibiótico no me encontrará”. Manifestó el tercero: “Allá ustedes. Yo me largaré de aquí en el tren de las 10 y media de la noche”. Don Algón, salaz ejecutivo, le preguntó a una linda chica: “¿Qué edad me calculas?”. Respondió ella: “Por el brillo de los ojos debe usted tener 28 años. Por la tersura de la piel no llega a los 30. Y por la ligereza de movimientos no pasa de 32”. El carcamal sonrió. “Me halagas”. “Espere -acotó la muchacha-. Ahora voy a sumar”. En el Bar Ahánda un tipo les contó a sus amigos: “Anoche hice feliz en la cama a mi mujer”. “¿De veras? -se interesaron todos-. ¿Cómo?”. Respondió el tipo: “Le cedí el control de la tele”. Seguramente López Obrador pensó que en la elección del 6 de junio iba a ganar la joya de la corona: Nuevo León y con ella la ciudad capital de la empresa y de los empresarios: Monterrey. No sucedió así. Un error grave de la candidata morenista la hizo caer del primer lugar que ocupaba en las encuestas al tercer sitio y en momentos al cuarto. De seguro AMLO jamás imaginó que perdería la que en verdad era la joya mayor en la corona de Morena: la Ciudad de México. Se ve que le ha dolido hasta el fondo del alma la derrota de la 4T en ese bastión que el tabasqueño veía como de su propiedad y cuya pérdida fue para él como un mazazo en la cabeza. De ahí sus virulentas expresiones contra la clase media, a la que culpa, junto con “la prensa amarillista”, de ese tremendo descalabro; de ahí su preocupación por la evidente pugna que ha surgido entre las filas morenistas en esa capital. Desde luego obró ahí un acontecimiento inesperado: el del Metro de Tláhuac. El pésimo manejo del caso y la errada conducta de López Obrador luego del trágico accidente fueron causa de irritación para muchos electores, que en las urnas emitieron un voto de castigo tanto para el Presidente como contra Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. El caudillo anda encalabrinado, la señora se mira aturrullada, y el Canciller milusos siente que el piso se le mueve. Todo esto ha demostrado que la 4T no es invencible. Mantengamos entonces la esperanza en mejores tiempos para México. Dulcibel y Lorilí, hermosas chicas, fueron de vacaciones al mar. Le propuso Dulcibel a su amiga: “Vamos a aquella playa solitaria. Ahí podremos nadar desnudas”. Opuso Lorilí: “¿Para qué? Nadie nos vería”. Sonaron en el reloj las 12 de la noche. El padre de familia asomó por la escalera del segundo piso y le preguntó a su hija, que se hallaba en la sala: “¿Está ahí tu novio?”. “No, papi -respondió acezante la chica-, pero ya va llegando”. Susiflor cocinó una lasagna aquella noche, pues su galán estaba invitado a cenar. La mamá de la muchacha, orgullosa, le preguntó al romeo: “¿Es lo primero que disfrutas hecho por la mano de Susiflor?”. Respondió él: “De comer sí”. Don Veterino, señor de edad madura, estuvo con una chica de tacón dorado en el Motel Kamawa. Después de la consabida acción preguntó ella: “¿Cuándo nos veremos otra vez?”. Con voz apenas audible respondió el exhausto caballero: “Tú di el día, y yo te diré el año”. FIN.

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