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De política y cosas peores

Superiberia

“¿Practicas el sexo seguro?”. Esa pregunta le hizo a su hija la mamá de Pirulina. “Sí, mami –le aseguró ella-. A todos los hombres con los que salgo les doy un nombre falso”… Una trabajadora doméstica le preguntó a otra: “¿Cómo se llama tu patrón?”. Respondió la interrogada: “Holiday Inn”. Dijo la otra: “No puede ser que se llame así”. “Pos no sé –insistió la primera-. Ese nombre llevan todas las toallas”… Una historietilla más sobre el mismo tema… Un tipo le contó a su amigo: “Mi suegra nos regaló a mi esposa y a mí dos toallas que bordó. La de mi señora dice: ‘Ella’. La mía dice: ‘Eso’”… La maestra de Biología del Colegio para Señoritas “Lalia” les indicó a sus alumnas: “Hoy vamos a aprender algo acerca de los hábitos reproductivos de los simios platirrinos”. Una de las chicas levantó la mano. “Maestra –sugirió-. ¿No sería mejor aprender algo acerca de los hábitos reproductivos del sexo opuesto? Ninguna de nosotras se va a casar con un simio platirrino”… La sabiduría campirana reprueba a los perros de rancho, porque si uno ladra a mitad la noche todos los demás le hacen coro y se ponen a ladrar también sin saber por qué, con lo que multiplican el primer ladrido. Los perros de ciudad hacen lo mismo. Ramón López Velarde hizo alusión a eso cuando recordó en uno de sus más bellos poemas, “No me condenes”, a una novia muy pobre –la de ojos inusitados de sulfato de cobre- que tuvo en tierra adentro, y que oía con escepticismo las promesas de amor del poeta. Cito de memoria: “Su desconfiar ingénito era ratificado / por los perros noctívagos, en cuya algarabía /  reforzábase el duro presagio de María”. Digo todo esto a raíz de la iniciativa presentada por un diputado de Morena que propuso volver a penalizar con cárcel y multas a quien a juicio de la autoridad haya difamado a alguien. El mismo proponente postuló que los periodistas no deben investigar delitos, ni indagar acerca de ellos, sino limitarse a reproducir lo que digan los funcionarios judiciales. La propuesta del morenista, a todas luces intimidatoria y contraria al derecho a la información y a la expresión libre, es eco de las palabras que con frecuencia dedica López Obrador a denostar y descalificar a los periodistas y comunicadores en general que muestran desacuerdo con sus actuaciones. He aquí un nuevo indicio de la actitud persecutoria de la 4T y sus paniaguados contra los críticos del régimen. Eso no sólo es amenaza a la libertad de expresión: pone en riesgo también todas las libertades. Mantengámonos en estado de alerta. Después de lo sucedido en el caso de la revista Nexos, y luego de este eco del diputado de Morena, es muy probable que las garantías individuales se vean cada día más amenazadas… Babalucas conoció a un irlandés. Le preguntó: “¿Cómo te llamas?”. Respondió el hombre: “Patrick O’Grady”. Babalucas se molestó: “¿Por fin?”… Los empleados observaron que todos los días su jefe don Algón salía de la oficina a las 12 del mediodía en punto y no regresaba sino hasta las 2 de la tarde. Validos de eso se iban al bar de la esquina y se tomaban un par de copas, seguros de que el ejecutivo no notaría su ausencia. Don Cucoldo, el tenedor de libros, era uno de los que hacían eso. En cierta ocasión este señor decidió no ir al bar con sus compañeros, y en vez de eso se dirigió a su casa. Entonces supo a dónde iba don Algón cuando dejaba la oficina. Sin ser notado por su esposa y por su acompañante salió quedamente de la casa y regresó al trabajo. Al día siguiente los empleados le preguntaron: “¿Irás hoy con nosotros al bar?”. “¡Oh no! –se asustó don Cucoldo-. ¡Ayer por poco me pesca el jefe!”… FIN.

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