DE LA REDACCIÓN
el buen tono
México.- El derroche de recursos durante los primeros días de campaña electoral, marcado por la presencia de acarreados y un desmedido gasto monetario, plantea serias preocupaciones al electorado, sobre la integridad y equidad del proceso democrático.
Y es que estas señales iniciales apuntan a la transformación de las campañas políticas en una competencia determinada por los recursos financieros, en lugar de las propuestas o capacidades intrínsecas de los candidatos.
Esta dinámica afecta los principios fundamentales de la democracia al desplazar la atención de las ideas y programas hacia una carrera financiera, donde aquellos con mayores recursos económicos “compran” la asistencia a sus mitines a fin de mostrar su “músculo” a sus adversarios.
Cabe mencionar que el costo total de la elección será de 66 mil millones de pesos, monto que representa un 46% más respecto a los comicios de 2018, cuando fue de 45 millones de pesos.
De esa cantidad, que son recursos de la sociedad, una buena parte se la gastarán los partidos políticos, que dispondrán de 18 mil 847 millones de pesos para actividades ordinarias y de gastos de campaña.
Tan sólo para la elección presidencial, el INE fijó un tope de gasto por 660.9 millones de pesos, lo que equivale a 7.18 millones diarios.
Ante este panorama, la ciudadanía exige que se implementen medidas efectivas para contrarrestar esta influencia indebida del dinero en la política. Esto podría incluir la regulación más estricta de la financiación de campañas, la transparencia en el financiamiento político, límites en los gastos de campaña y la promoción de mecanismos de financiamiento público equitativos.
Además, es esencial promover una cultura política que valore las ideas sobre el dinero y que fomente la participación ciudadana activa como la verdadera fuerza motriz detrás de la democracia.
