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DÍAS DE FURIA

Superiberia

 Por: Andrés Timoteo  /  columnista

El sábado comenzaron Las Posadas, el período litúrgico que recuerda  -a los creyentes cristianos- los nueve días en  que José y María de Nazaret viajaron hasta Belén para empadronarse en el censo ordenado por Herodes El Grande y en cuyo periplo se produjo el nacimiento de Jesús, el Profeta. A más de dos mil años, el mensaje dado con tal acontecimiento  sigue vigente y con amplio espectro.

No sólo se trata de celebrar la natividad de Cristo de forma interiorista, sino de asumir el compromiso de lo dicho en el relato bíblico: que los hombres de buena voluntad hagan la paz en la tierra. La paz, ese bien tan preciado que en México se perdió desde hace una década con la guerra irregular que castiga al país con sus saldos mortíferos, posiblemente será desconocida por toda una generación de mexicanos –los nacidos desde el 2006-. Ellos están marcados por la violencia criminal y si no se detiene la espiral delictiva, serán la  generación de la guerra.

Las Posadas son también un recordatorio de lo que era  Jesús a la hora de su nacimiento terrenal: indefenso,  pobre, ocupando un pesebre a falta de vivienda propia y digna, y también migrante, pues nació en suelo ajeno. Además,  casi inmediatamente se convirtió en perseguido político y asilado en el extranjero. No hay que olvidar que el rey Herodes ordenó su asesinato y entonces sus padres huyeron a Egipto para salvarle la vida. Así, Jesús fue un migrante y exiliado histórico, vulnerable por su condición social e incómodo desde el principio para el poder político.

La Navidad es un recordatorio de esa la convocatoria milenaria  a los hombres y mujeres de buena voluntad para hacer más llevadero este mundo con  un poco de empatía, lo que a la larga conducirá a la tolerancia y la solidaridad para con el prójimo sin importar que éste sea extranjero, de diferente color de piel, con otras preferencias sexuales, con un credo distinto o si tiene nada, poco o mucho dinero. Y  los nueve días de Posadas son el acto simbólico para quien pide el hospedaje en medio de la noche y para quien lo otorga al extraño que necesita reposo. Es la buena voluntad, pues.

Y contradictoriamente, donde menos hay buena voluntad es el seno de la Iglesia Católica –en la jerarquía, no en los feligreses-  que ya reaccionó furibunda por la Alerta de Género por la Violencia contra la Mujer que el pasado miércoles decretó la Secretaría de Gobernación para Veracruz y en la cual se exige cambiar las leyes que criminalizan a las mujeres por querer  decidir sobre su cuerpo, concretamente a las que se deciden por la interrupción del embarazo.

La Arquidiócesis de Xalapa, que coordina a las nueve diócesis de la entidad, emitió un comunicado dominical, el número 189, que es totalmente histérico. El clero está con los pelos de punta y el hacha de guerra desenterrada, como se pronosticó, porque desde las instituciones públicas se pretende defender los derechos de la mujer, la enemiga histórica de la Iglesia Católica, y abogan por no castigarla penalmente cuando aborte.

En los párrafos del comunicado, firmado por el vocero diocesano,  Manuel Suazo Reyes, la jerarquía católica exhibe su furia por la Alerta de Género por Agravio Comparado, a la que califica de “invasiva y extralimitada”, además de un “capricho de grupos minoritarios”, financiados desde el extranjero. Severo en sus palabas, el vocero diocesano arremete: “se están usando pretextos para implementar una especie de exterminio en contra de los no nacidos”. Y acusa al gobierno federal de tratar de imponer una “agenda anti-vida y anti-familia”.

En ese mismo texto, la Iglesia Católica lanza el reto al Gobierno y al congreso de Veracruz para responder a la Alerta de Género, afirmando que “será interesante la respuesta que den para defender la soberanía del estado y la voluntad e intereses de la mayoría de los ciudadanos”. Curioso asunto, para los religiosos, hay una intentona injerencista y que atropella la soberanía estatal, pero ¿no la Iglesia Católica está dirigida por un líder extranjero, el Papa, obispo de Roma? ¿ellos no son injerencistas ni pretenden imponer un modelo de vida y leyes a modo?

Los belicosos  obispos veracruzanos están listos para combatir a  quienes se pongan a favor de los derechos de la mujer y ahora  lo que venga será todo, menos buena voluntad y paz. Sin importar que corran tiempos navideños, los ensotanados están en sus días de furia.

 

COMO LOS ALACRANES

Furiosos deberían estar también los mexicanos, y especialmente los veracruzanos, con las felonías de sus representantes populares en el Congreso de la Unión. Allí, sin consultar a la población, sin oír las voces de especialistas y activistas nacionales ni de representantes de instituciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e imponiendo una mayoría cuasi-golpista, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) -junto con sus aliados PVEM, Panal, PES y hasta algunos panistas- aprobó, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, la Ley de Seguridad Interior.

La misma, institucionaliza una era marcial en el País,  la contracción de libertades constitucionales y la represión  a cualquier tipo de disidencia. Los priistas, que en el 2018 quieren engañar a los votantes con un candidato indefinido ideológicamente no pueden ir contra su propia naturaleza, traicionera del pueblo. Son como el alacrán del cuento que cruza el río sobre el lomo de un sapo, el cual pese a la promesa de no picarlo por  el riesgo de que ambos se ahogarán –el sapo porque morirá y el alacrán perdería su embarque, y al no saber nada lo engullirían las aguas-, inyectan la ponzoña aun con el riesgo de ahogarse con las consecuencias.

Ahora hay quienes piden al presidente Enrique Peña Nieto vetar la Ley de Seguridad Interior, pero tal solicitud se antoja ingenua considerando que en México hay mandatarios que son dictadorzuelos y una población tan dormida. Sin embargo, queda como esperanza el enojo popular que sigue creciendo, y además son los umbrales de las elecciones federales que renovarán las dos terceras partes del cuadro representativo del Estado –el Poder Ejecutivo y el Legislativo-, los ciudadanos deben castigar este abuso.

Votar por los candidatos del tricolor al Senado o a la Cámara de Diputados y  votar para que su candidato se convierta en presidente del País, es seguir manteniendo a los traidores que quieren tener a la población bajo la vota militar.  Pero regresando al tema de la votación de la nociva ley. ¿Quiénes son el ejemplo para Veracruz de esos traidores del pueblo? Pues lo senadores priistas, quienes sufragaron a favor de militarizar al país y atropellar los derechos humanos.

Ambos legisladores sufragaron por esa Ley, sin tapujos ni mesura. Y los dos quieren ser gobernadores de Veracruz, ¿se lo imaginan? Uno de ellos será el candidato del PRI, el peroteño Yunes Zorrilla, pero no será gobernador. Repetirá la misma historia de fracaso del otro, Yunes Landa, quien fue abanderado en el 2016 y perdió de manera estrepitosa. Ninguno, por supuesto, se merece ser Gobernador –ni lo serán-por asestar puñaladas traperas contra los veracruzanos.

Uno de ellos se pasea en eventos locales como si nada debiera, aunque  no es la primera vez que traiciona a los veracruzanos, ya que antes también  votó por la privatización del petróleo –que ahora genera miles de obreros despedidos en la entidad-, por la reforma laboral que achicó el salario y aumentó el desempleo, y por otras leyes que han conducido al País a una situación de catástrofe. ¿Con qué cara les pedirá el voto a quienes han sido víctimas de la violencia y de abusos militares? Se cumplió lo dicho, a finales de este mes o tal vez en enero, uno de ellos se irá del Senado, pero no sin antes apuñalar por  la espalda a los veracruzanos. Está en su naturaleza, como el alacrán.

Otra parecida es la panista María del Rosario Guzmán Avilés, la tercera senadora por Veracruz, suplente de Fernando Yunes Márquez –quien,  si hubiera estado en la curul, seguramente también habría votado sin pudor por esa Ley- que ni siquiera acudió a la sesión parlamentaria. No tuvo el valor de ir y sufragar en contra de la Ley de Seguridad Interior. De los veracruzanos en el Senado, es tan malo el pinto –o mejor dicho, la azul- como los colorados.

De la Cámara de Diputados ya ni se diga, los priistas veracruzanos, y algunos panistas, repitieron la felonía de sus homólogos en el Senado. No hay que olvidar tal agravio, pues la revancha viene el primero de julio del 2018 en cada distrito. Los traidores, personas y partidos políticos,  necesitan un escarmiento: mandarlos al basurero de la historia.  ¡A fumigar esos alacranes!

 

TIC…TAC…TIC…TAC

Y corre la segunda semana de diciembre, la antepenúltima del año. ¡Albricias! sólo les quedan 13 días a los actuales presidentes municipales. El tiempo corre para también mandarlos al basurero de la historia. Sólo faltan unos días para no ver más a inefables como Tomás Ríos Bernal en Córdoba, Armel Cid de León en Fortín, Manuel Álvarez Sánchez de Coscomatepec, Lucio Rojas Ramírez de Chocamán,  Santiago Chicuéllar de Huatusco o Miguel Castro Rosas de Amatlán de los Reyes, sólo por citar algunas de esas calamidades bípedas. ¡Que no se vayan a sus casas a disfrutar tranquilamente lo que se robaron!. Que los lleven ante el Ministerio Público para que rindan cuentas.

Por cierto, un caso para la araña panteonera es el del matrimonio formado por Celia Santoyo Taval y Fidencio Mendoza Heredia en el municipio de Tenampa. Son emanados del PAN. Ella es alcaldesa y él Síndico, y durante cuatro años ambos manejaron el Ayuntamiento como si fuera su negocio familiar. A base de transa sobre transa, la pareja infernal hechó de predios, casas, coches y comercios a cargo del erario municipal.

¿Y quién es el titiritero que los protege? Acertaron, el exdiputado federal Víctor Serralde –o como se llame en realidad ese señor-. Por si eso no fuera poco, el matrimonio Mendoza Santoyo tiene un hijo que es el terror de los tenampeños. Su nombre es Eric Mendoza Santoyo, quien se embriaga y protagoniza riñas y escándalos donde se para. Pobre del que se meta con el junior de la aldea, porque se expone a una paliza de los policías municipales.

El propio síndico, Fidencio Mendoza, es famoso por ir con  la policía a amenazar, pistola en mano, a los parroquianos que han denunciado los excesos de su hijo para obligarlos a retirar las querellas. En Tenampa se padece La Ley de Herodes. Ese par de ediles también debe ser presentado ante un juez a partir de enero para que respondan por sus excesos.

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Obispos mexicanos felicitaron al Papa por sus cumpleaños

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