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El despojo invisible

Superiberia

Q. ROO.- En Holbox, “los camiones llegan de noche, cuando ya no hay gente en la playa”. Ahí, la arena es uno de los recursos más codiciados. Nadie recuerda cuándo empezó el robo, pero sí que se realiza entre las 21:00 y 23:00 horas, en las playas cercanas a Punta Cocos, en el lado Oeste de la isla. “Entran con máquinas y volquetas, llenan el camión y se llevan la arena a otro predio particular. Después ya no queda nada; es un negocio”, expresa un ambientalista experto en zonas turísticas, a quien llamamos “Javascripter” para ocultar su identidad por cuestiones de seguridad.

La extracción de arena “puede ser a nivel hormiga o a nivel industrial. Hay poco registro, pero sabemos que se hace”, dice Rodolfo Silva Casarín, del Departamento de Ingeniería de Costas de la UNAM. A principios de septiembre de 2018, después de certificar que había incumplido “los términos y condicionantes de la autorización de impacto ambiental otorgada” y que la explotación se había hecho en una zona diferente a la autorizada, afectando a la anidación de tortugas, según un comunicado oficial, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) clausuró la concesión que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) le había dado a José Cota Cota para extraer 2,000 m3 de arena al año en una zona determinada de la playa. Entre 2013 y 2018, la Profepa registró 89 denuncias por extracción o explotación de arena en el País, con Oaxaca, Chiapas y Jalisco a la cabeza.

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