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EL MINUTERO

Superiberia
  • Por Andrés Timoteo / columnista

OLA DOS: TODOS A ENCERRASE
Francia nuevamente se encierra. Llegó la batalla de otoño contra la pandemia de Coronavirus y los 67 millones de franceses regresan al confinamiento, pues transcurrieron los meses y se comprobó que ese “enemigo invisible y letal”, como lo describió el presidente Emmanuel Macron en marzo al declararle la guerra, no estaba derrotado y volvió con mayor ímpetu.
Regresó y no hay ni vacunas para prevenirlo ni medicamento eficaz para tratarlo, así que el único remedio es mandar a todos otra vez a intramuros. “Restez chez vous” (Quédense en casa), la frase que atemorizaba a todos se vuelve a oír en la propaganda oficial desde ayer jueves 29 que inició el confinamiento que durará hasta el 30 de noviembre y posiblemente más.
A diferencia de su discurso en marzo pasado, ahora el mandatario galo no se anduvo por las ramas: “Estamos desbordados por una segunda ola que será sin duda más dura y mortífera que la primera”, dijo el miércoles en su mensaje a la nación. Aseveró que hay una aceleración repentina de la epidemia y es necesario un “frenazo brutal a ese tsunami”. El regreso al confinamiento se basa en recomendaciones del Consejo Científico de Francia y las consultas a otros expertos a fin de contener la Covid-19.
El presidente reveló que fue descartada la opción de una inmunidad gregaria o colectiva, que es dejar que la población se infecte para que desarrolle anticuerpos por ella misma porque eso significaría al menos 400 mil muertos, lo que no sería aceptado jamás en Francia donde “nada es más importante que la vida humana”, recalcó. Y no es para menos, pues en las últimas semanas las cifras de perecidos oscilan entre los 200 y 250 diarios -ya suman casi 36 mil muertos-, además hay un ritmo de contagios de 30 mil a 43 mil por día.
A los hospitales han ingresado 17 mil personas y se calcula que al menos 3 mil están en áreas de reanimación, es decir, que necesitan respiración asistida por un aparato. Ante tal panorama, el presidente anunció que se elevará de 5 a 6 mil el número de ‘camas-Covid’, o sea, con equipo de respiración mecánica y en un par de semanas se llegaría a 10 mil espacios, lo que da una idea del arribo previsto a los hospitales en los días por venir mismo que será mucho más intenso que durante la primera ola pandémica.
Sin embargo, este nuevo confinamiento no será tan extremo con el primero. La gente podrá salir a hacer ejercicio al aire libre, pasear mascotas, comprar víveres, ir al médico o a trabajar, pero con una justificación escrita, al igual que se ensayó en el primer encierro, un documento con el nombre completo, dirección, número telefónico y destino comprobable, firmado bajo juramentación. Este papel podrá ser requerido por la policía en cualquier momento y sometido a comprobación si así lo determina la autoridad. No portarlo es motivo de multa por 135 euros -3 mil 400 pesos mexicanos-.
También están permitidas las visitas a las residencias de ancianos y el desplazamiento de los adultos mayores, aunque todo recorrido fuera de casa para deporte o ‘tomar aire’ no debe exceder de un kilómetro de distancia del domicilio reportado. Las visitas de los cementerios por “Toussaint” (Todos los Santos) está permitida, pero con un aforo controlado de personas y medidas sanitarias.
Las escuelas permanecerán funcionando hasta nivel bachillerato -los alumnos deben ir de la casa a la escuela y viceversa estrictamente portando mascarilla- y las universidades continuarán el ciclo escolar de manera virtual. Por supuesto, bares, restaurantes, comercios de artículos de lujo y suntuarios, gimnasios y otros permanecerán cerrados todo el mes.
Los viajes entre países de la Unión Europea están permitidos. Para el resto del mundo se harán bajo estricto control sanitario que incluye el sometimiento de los viajeros a exámenes clínicos y en su caso a cuarentena. En general, la sensación de la gente en la calle es una mezcla de incertidumbre, resignación y disgusto, porque si bien el encierro no es una cosa nueva todos ya sufrieron las secuelas del primer confinamiento que no solo son económicas sino sociales, afectivas y hasta mentales. Ni modo, todos vuelven adentro hasta el primero de diciembre… si el virus lo permite.
 
EL REBAÑO MEXICANO
La decisión de volver al confinamiento en Francia también manda un mensaje de miedo al resto de Europa y el mundo. No hay que olvidar que el país galo fue el primero en aplicar el ‘toque de queda’ a recomendación de los integrantes del Consejo Científico que asesora al Elíseo y el encierro nocturno lo han replicado otras naciones del continente. Ahora, este nuevo encierro es el anticipo de lo que viene y una prueba de que no se venció al virus de la Covid-19 en la primera batalla de primavera.
Llama la atención lo pronunciado en el discurso presidencial sobre un tema casi tabú en la primera ola: la opción de la ‘inmunidad gregaria’, también llamada ‘inmunidad de rebaño’. No hay que perder de vista que, en primavera, los países del norte europeo le apostaron inicialmente a esa inmunidad colectiva dejando que su población se infectara del SARS-CoV-2 y desarrollara anticuerpos permanentes, pero eso no se logra en uno ni en dos ni en tres generaciones sino es a largo plazo y con un costo de muchas vidas.
Reino Unido, Suecia, Bélgica, Dinamarca y Holanda, que eran los promotores de esa inmunidad gregaria, tuvieron que recular y comenzaron a tomar medidas sanitarias similares a las del resto del mundo. Ahora, curiosamente, los que mantienen esa apuesta a la inmunidad ‘de rebaño’ son los países gobernados por líderes negacionistas y autoritarios como Donald Trump, en Estados Unidos; Jair Bolsonaro, en Brasil, Daniel Ortega, en Nicaragua, y Andrés Manuel López Obrador, en México.
La consecuencia de esto es luto y desolación por las vidas perdidas. En México ya se rebasaron los 90 mil decesos y los 900 mil contagiados, o sea, se está a un tris de romper la barrera de los cien mil muertos y el millón de infectados. Claro, esto en datos oficiales porque los científicos que analizar el caso mexicano consideran que como mínimo se debe multiplicar por 4 y entonces se estaría hablando de casi 400 mil muertos, vaya, curiosamente el costo humanitario que no se acepta en Francia de la famosa ‘inmunidad de rebaño’. Sin duda, el lopezobradorismo está aumentado su rebaño…de muertos.
 
PANDEMIA Y TERRORISMO
Como si la pandemia de la Covid-19 no espantara lo suficiente, ayer nuevamente otro ‘lobo solitario’ del terrorismo musulmán volvió a atacar en Francia. Esta vez fue en el sur, en la ciudad de Niza donde un hombre armado con un cuchillo atacó a tres personas en el interior de la basílica de Nuestra Señora de la Asunción. Las víctimas fueron dos mujeres y un hombre, éste último el sacristán del templo.
Sucedió alrededor de las 09:00 horas cuando apenas había abierto el templo. El atacante gritaba “¡Allahou Akbar!” (¡Alá es Grande!) mientras atacaba a cuchilladas a las tres personas. Una de las feligresas fue decapitada como hace algunas semanas también degollaron al profesor de historia, Samuel Paty en la ciudad de Conflans-Sainte-Honorine, al noreste de París. El atacante es un inmigrante tunecino de 21 años que apenas había llegado en septiembre pasado de forma clandestina, fue detenido por la policía.
En todo el territorio nacional se decretó el ‘estado de urgencia’ por amenaza terrorista y la Conferencia del Episcopado Francés ordenó el cierre precautorio de todos los templos y centros de oración. A las 15 horas en todo el país repicaron las campanas en señal de luto por las víctimas de Niza.
Por supuesto, este ataque es secuela de lo que sucede en Francia en torno al polémico juicio que el Tribunal de París lleva contra los responsables del atentado, en el 2015, contra la revista satírica Charlie Hebdo y de la publicación nuevamente de las caricaturas del profeta Mahoma en ese mismo semanario como el asesinato del profesor Paty y la ola de protestas que se han realizado en países del Medio Oriente y en África contra el gobierno macronista por decretar la revisión del culto extremista en mezquitas de Francia.
Recientemente fue cerrada la mezquita de Patin, un distrito del norte parisino donde la inteligencia gala reportó el adoctrinamiento extremista de sus asistentes. Al menos otra decena de mezquitas está bajo la lupa de la célula antiterrorista y varias podrían ser clausuradas, al tiempo que muchos feligreses han sido requeridos por la justicia y sometidos a investigación con la advertencia de iniciarles procesos judiciales o, en el caso de ser extranjeros, deportarlos a sus lugares de origen si se comprueban sus intenciones terroristas.
Esto ha sido tomado como una “declaración de guerra” al islam e incluso generó un conflicto con el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan quien en público llamó “enfermo mental” a su homólogo francés. Como se sabe, los clérigos musulmanes que manejan mezquitas en Francia reciben sueldos de comunidades religiosas del extranjero, principalmente turcas, de ahí que estén bajo el radar de las autoridades galas.
Ayer mismo otro hombre fue abatido por la policía cuando amenazaba con un cuchillo a transeúntes de la ciudad de Aviñón, al este del país. También hay que agregar que el nuevo atentado en Niza se comete cinco años después de aquel ataque de julio del 2015 cuando otro ‘lobo solitario’ de la Yihad musulmana, un tunecino de 31 años, arrolló a una multitud con su camión de carga y mató a 86 personas.
El atentado en la basílica de Nuestra Señora de la Asunción recuerda también la decapitación, el 26 julio, del sacerdote Jacques Hamel, dentro de un templo en la comunidad norteña de Saint-Étienne-du-Rouvray. Y las palabras malditas que recubren todo esto que acontece en Francia son blasfemia, intolerancia y fanatismo. En fin, el terrorismo y la pandemia es la dupla mortal que castiga al territorio galo en pleno otoño.

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