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EL MINUTERO

Superiberia

EL INCÓMODO ESPANTO

A Modesto lo torturaron con perros de caza y serpientes venenosas. Querían que confesara un apoyo -inexistente- al Ejército de Liberación Nacional (ELN). Sus verdugos fueron integrantes de uno de los frentes paramilitares que ‘purgó’ la región de Catacumbo, Colombia entre 1993 y 1996. Su nombre completo era Miguel Modesto Jiménez Espitia y tenía 47 años cuando los paramilitares los sacaron de su casa en aquella noche de septiembre de 1994. Lo arrastraron atado de pies y manos -“como chancho”, contaron los testigos-.

Le quebraron ambas piernas, luego le soltaron perros de cacería para que lo desgarraran. No conformes, sus atacantes se divirtieron arrojándole dos culebras ‘cuatro narices’ de las más venenosas en la zona, pero como no moría pronto a pesar de las mordidas ni confesaba su “delito”,finalmente les dispararon en la cabeza. Sus restos permanecieron en una fosa clandestina durante 19 años hasta que en el 2013 los localizaron y en junio de ese año los entregaron a su viuda y sus hijos, ahora adultos, para que les dieran ‘cristiana sepultura’.

Maqui, era en realidad María Enriqueta Solís, tenía 13 años cuando salió de su casa en la vereda -así le llaman a las rancherías- El Plateado, en el Valle del Cauca colombiano y no nunca llegó a la escuela. “Se la llevaron los narcos”, fue la versión que le dieron a su madre el 8 de abril del 2002. Sus restos aparecieron 14 años después en un entierro clandestino de la quebrada Aguasucia donde, efectivamente, hace dos décadas uno de los cárteles del narcotráfico instaló un campamento de entrenamiento. A Maqui la usaron como esclava sexual y cuando se embarazó simplemente la mataron.

Dicen que Florina le hacía honor a su nombre pues era bonita aunque cayó en dos desgracias: la drogadicción y las garras de la temida pandilla MS-13 o Mara Salvatrucha. Desapareció en diciembre del 2017, pero desde el 2019 todos se refieren a ella como la misteriosa “Dama de Soyapango” . En enero de ese año, se localizó un primer cadáver en una fosa clandestina de aquel municipio de El Salvador donde los vecinos reportaron que las lluvias deslavaron un paraje y dejaron al descubierto los restos humanos. Sin embargo, la policía con el personal forense tardaron dos día en acudir al sitio.

Cuando llegaron, ya el cuerpo había desparecido. Solo encontraron restos de ropa de mujer, un bolso con labiales y maquillaje y una mano, la derecha. ¿Qué sucedió? Los pandilleros se enteraron que habían localizado el cementerio clandestino en aquel sitio llamado Prados de Venecia -vaya, siempre hay nombres hermosos para los lugares donde se cometieron horrores– y se llevaron el cuerpo, solo dejaron la mano cortada. Fue, claro, un mensaje de la banda hacia sus sometidos.

El ADN de la extremidad permitió identificarla. Lo que se supo fue que a Florina la torturaron y le cercenaron en vida su mano por haber robado a un cliente. Ella era una de las prostitutas regenteadas por la MS-13. El resto de su cuerpo no se ha encontrado a pesar de que hasta mayo del 2020 se habían extraído los cadáveres de otras 18 mujeres en los Prados de Venecia de El Salvador.

Era la Navidad del 2020 y a Roberto lo esperaba su familia para la cena de Nochebuena en Orizaba. Nunca llegó. En el camino fue interceptado por una banda de secuestradores que le había seguido la pista desde semanas atrás. Lo torturaron y tras conseguir información, llaves de su casa y de vehículos, tarjetas bancarias y el dinero en efectivo que portaba, lo mataron. Su cadáver fue enterrado en una improvisada fosa clandestina en el poblado Jalapilla, municipio de Rafael Delgado, a unos metros de la propia vivienda de la víctima.

Médico de profesión, Roberto Ventura Zepeda tenía 68 años y un historial profesional intachable. Fue subdirector del Hospital Regional de Veracruz y también laboró por varios años en el Regional de Río Blanco. Sus restos fueron localizados hasta mediados de mayo cuando se detuvo a uno de sus secuestradores que intentó saquear la vivienda del galeno y fue quien confesó el lugar de la fosa clandestina.

A diferencia de otras víctimas, al doctor Ventura le pudieron salvar la vida porque sus familiares presentaron una denuncia a tiempo por su desaparición y suplicaron por ayuda para buscarlo. Las autoridades pudieron rastrear el GPS de su vehículo o geolocalizar su teléfono móvil, establecer retenes en la región, pero no lo hicieron. En la Fiscalía Regional de Córdoba simplemente les dijeron “regresen después” porque como es Navidad y no hay suficiente personal”. Una vez hallado su cadáver, todavía se tardaron más dos meses para entregarlo a sus dolientes quienes apenas a inicios de julio lo pudieron sepultar.

Las cuatro historias anteriores son de espanto, pero reales. No hay que buscar el terror en lo invisible o lo paranormal pues se tiene en lo cotidiano. Las cuatro han sido narradas, en la medida posible y con los datos recabados en su quehacer, por periodistas. Todas involucran un elemento que es el signo de la tragedia en Colombia, El Salvador, México y muchas otras partes de Latinoamérica: las fosas clandestinas.

HORROR AFUERA Y ADENTRO

Hay reporteros dedicados a contar esas historias necesarias y ellos afirman que el horror está afuera y adentro de las tumbas clandestinas. Adentro hallan el cuerpo, o los fragmentos óseos, o las cenizas de los que llevan poco o mucho tiempo inhumados, y esos restos también cuentan parte del relato de lo que les sucedió cuando tenían vida. Es lo que se tiene que rescatar también: la forma en que murieron y porqué los mataron. Las autoridades no lo hacen ni lo harán, entonces es tarea de la academia y del periodismo.

En las fosas clandestinas de Campo Grande, Ixtaczoquitlán ahora mismo se está contando otra historia necesaria de mucho espanto. De allí han sacado hasta el momento los restos de 36 personas, aunque solo cuatro de ellas han sido identificadas -tres hombres y una mujer – y la sospecha es que hay mucho más. Es un extenso cementerio ilegal con dos datos pavorosos: todos los cuerpos hallados estaban desmembrados y algunos apenas tendrían entre 8 meses y un año de haber sido sepultados. Es decir, son fosas clandestinas de reciente uso, durante este sexenio gubernamental.

Lo peor, el gobierno estatal por segunda vez intenta suspender la búsqueda de cadáveres. Desde el 16 de julio notificó al Colectivo de Familiares de Desaparecidos Orizaba-Córdoba que retiraba el personal policíaco y pericial porque lo necesitaba en otro sitio. Ya desde hace meses había retirado el apoyo económico para los buscadores que recurrieron a las donaciones altruistas para sostenerse. Ahora, eso mimos colectivos hacen la función de cuidadores del predio. La sospecha es puntual: ¿Por qué el cuitlahuismo no quiere que se desentierre el horror en Campo Grande?

‘MARRANASUS’

El espionaje gubernamental hoy nuevamente es noticia por el reportaje del consorcio periodístico Forbidden Stories en torno al software israelí Pegasus que compraron y operan diversos regímenes del mundo, entre ellos el de México, y con el agregado local de que durante el gobierno de Javier Duarte en Veracruz también se contrataron servicios de empresas operadoras de Pegasus para vigilar a determinados personajes. Nadainédito, pues.

Lo peculiar es Veracruz sigue el espionaje desde el famoso “Palomar”, la oficina de vigilancia ilegal en la azotea de palacio de gobierno en Xalapa que ahora se llama Centro de Análisis y Prospectiva Política (CEPP) y que controla Patrocinio Cisneros, el secretario de Gobierno. Sobre la tecnología usada en el “Palomar” hay diversas versiones. Una, que el software adquirido por Duarte todavía se sigue usando, aunque algunos dicen que ya no porque no se quiere destinar dinero para seguir operándolo y prefirieron hacer la vigilancia a ‘la antigüita’.

Otros cuentan que el exsecretario de Seguridad Pública en el sexenio duartista, Arturo Bermúdez, quien operaba dicho centro de espionaje, se llevó el software cuando dejó el cargo y lo tiene funcionando en una oficina personal. También hay la especie de que Patrocinio Cisneros, rústico como es, opera su propio sistema de espionaje -al quejocosamente llaman “Asnasus”, “Burrasus” y hasta “Marranasus”. Risas-.Y son varios los trazos que actores políticos, luchadores sociales y la prensa han dado sobre el espionaje de Cisneros Burgos.

El 17 de febrero en una editorial titulada “El infierno veracruzano”, el periódico El Imparcial de Oaxaca señaló sobre la entidad: “El gobernador confía demasiado en su secretario de Gobierno, Eric Patrocinio Cisneros (Bola 8), quien es el que realmente pretende gobernar. Cisneros pretende revivir la estrategia de Joseph Fouché – el político francés considerado el padre del espionaje moderno- tratando de sembrar la discordia y formando su pequeño círculo de espionaje y hay quienes lo señalan como sembrador del terror dentro y fuera del gobierno estatal”.

En el mismo mes, el periodista Iván Calderón, denunció públicamente que Cisneros ordenó espiarlo. “En una mesa de Seguridad pidió que investigarán mi nombre. Me siento, me considero vigilado por parte del secretario de Gobierno y la verdad te da cierto temor”, expresó. En abril, la organización feminista “Morras Organizadas Xalapa” acusó que desde la Secretaría de Gobierno se filtraron a la prensa datos personales de activistas -nombres , apodos, números telefónicos y fotografías – y estrategias de movilización.

A finales de abril, el panista Miguel Ángel Yunes Márquez, en ese entonces todavía candidato a la alcaldía de Veracruz, salió a la palestra para denunciar lo mismo: que era espiado por el cuitlahuismo. Dijo tener pruebas de que la Fiscalía solicitó la intervención de su teléfono celular y de que desde enero presentó varios requerimientos de información acerca de su lugar de residencia. ¿Y quién manda en la Fiscalía? Pues Patrocino Cisneros porque Verónica Hernández Giadáns solo es la fámula.

Pero no son los únicos en la mira -o mejor dicho en la oreja- del bajacaliforniano pues hay otros a los que les documenta sus andares: la exmagistrada Sofía Martínez y sus homólogas Concepción Flores y Yolanda Castañeda, el arzobispo de Jalapa, Hipólito Reyes Larios y el vocero diocesano, José Manuel Suazo, el periodista sureño Mussio Cárdenas quien ya es ‘viejo cliente’ del espionaje oficial desde tiempos del innombrable, y la buscadora de desparecidos en la zona centro, Araceli Salcedo Jiménez, confían los enterados.

También los aliados están bajo espionaje como Alejandro Bonilla, presidente del OPLE local, el titular de la Junta de Coordinación Política del congreso local, Javier Gómez Cazarín, y el diputado local y alcalde electo de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, por citar algunos. Y hay quienes juran sobre una biblia que las comunicaciones oficiales y personales del propio Cuitláhuac García están infectadas con el virus bolaochiano “Marranasus”. De ser cierto el asunto se cumple el adagio popular de que “cuando la perra es brava, hasta los de casa muerde”.

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