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EL MINUTERO

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MUCHA MADRE

En México se practica un chauvinismo muy particular: muchos no se definen como católicos, pero sí guadalupanos. Vaya, es algo parecido a cuando los galos que viven en la capital afirman ser parisinos antes que franceses. Y esa es una muestra de la influencia de la Virgen de Guadalupe en la historia de los mexicanos a los que acompaña desde hace medio milenio. “Acá tenemos mucha Madre”, dice la antropóloga Marta Lamas en su ensayo “¿Madrecita santa?” publicado en el compendio de Mitos mexicanos de Enrique Florescano, historiador originario de Coscomatepec por cierto.

Curioso asunto, la imagen mariana que acompañó a Hernán Cortés en su viaje y conquista de la Nueva España no fue la de Guadalupe, a pesar de que existe una imagen con ese nombre venerada en Extremadura, España -allá les dicen ‘guadalupeños’ a los creyentes-, sino que trajo consigo a la Virgen de los Remedios cuya estatuilla colocó en el templo mayor de Tenochtitlán luego de que la ciudad fue sometida y cayó el Imperio Azteca, por eso a dicha imagen mariana se le llama también la Virgen Conquistadora.

Pero la que logró conquistar la fe, el corazón, la idiosincrasia y hasta el sentido de pertenencia de los cristianos y no cristianos en México fue la Señora del Tepeyac. Ella es un símbolo contradictorio pues, por una parte, derrotó a los dioses prehispánicos lo que fue festejado por los evangelizadores católicos, pero su culto solo fue posible en la medida que los indígenas la identificaron con Cihuacóatl-Tonantzin, la Madre Tierra.

Asimismo, a la Guadalupana se le pregona como el modelo de la mujer abnegada, silente, cabizbaja como señal de aceptación y tolerancia de todas las vicisitudes –“es la madre de todos, el consuelo de los pobres, escudo de los débiles, amparo de los oprimidos, en suma es la madre de los huérfanos y los huérfanos somos todos los mexicanos”, decía el escritor Octavio Paz-, pero esa idea se contradice con lo que ha provocado en la historia.

Ella reivindicó al indio Juan Diego al nombrarlo su mensajero personal y elevarlo al grado de su hijo predilecto, el más querido, de acuerdo al relato mítico cuando en aquel tiempo los colonizadores debatían si los indígenas poseían alma o no, si eran bestias u hombres. También la abnegación pasiva que se le atribuye se cae con las luchas libertadoras que ha liderado simbólicamente.

No se olvide que su imagen fue ondeada al iniciar la guerra de Independencia, igualmente la portaron los revolucionarios de 1910 y los Cristeros de los años 30’s. La Virgen de Guadalupe no es solo un signo religioso sino también político e identitario que congrega a todos cuando es necesario. Por eso ni guerras ni pandemias ni otras calamidades detienen la fiesta decembrina que los mexicanos le organizan a la ‘Mucha Madre” que tienen.

POCA MADRE

Por cierto, hay un culto mal entendido y peor acomodado en los tiempos del presente y que dio pie a un milagro obrado el sábado por la misma Guadalupana en Córdoba donde un cohete se introdujo y explotó dentro de un autobús que trasladaba a peregrinos. El prodigio fue que solo algunos de los tripulantes resultaron con quemaduras a pesar del daño severo al vehículo, pues el percance habría sido suficiente para que la unidad ardiera completa con los pasajeros a bordo, pero no sucedió.

Ese es un milagro que hay que agradecerlo a la divina señora, aunque hay gente tozuda que sigue utilizando pirotecnia peligrosa. En varios municipios se ha pedido ya no detonar cohetes sonoros a base de pólvora en las fiestas religiosas debido al peligro representan, tanto por el riesgo de incendios y tragedias como por la afectación a personas enfermas y animales.

Los afectados por el sonido estridente de los cohetes son quienes usan dispositivos auditivos, los diabéticos, los hipertensos, los que portan marcapasos por algún padecimiento cardíaco y las personas que están dentro de TEA o Trastornos del Espectro Autista, principalmente niños. Ya no se diga de animales, sobre todo los domésticos que están en un espacio limitado y no pueden huir del ruido estridente, como perros, gatos y aves. Todos sufren cuando detonan la pirotecnia.

Entre los orejones de dos patas que se rehúsan a evitar los explosivos están los párrocos que fomentan su uso en los actos de culto y los alcaldes que lo permiten e ignoran peticiones hechas por organizaciones civiles para dar cumplimiento a las leyes para la Protección a los Animales y Contra el Ruido. Solo unos cuantos ha tomado consciencia del peligro y llamado a no usar explosivos en los festejos guadalupanos, navideños y de Fin de Año.

Son los menos, lamentablemente. Únicamente en Xalapa, Orizaba y Nogales los ayuntamientos han pedido evitar la pirotecnia sonora ni llevar animales, principalmente perros, a las peregrinaciones, posadas o festejos de Año Nuevo. Lo malo es como los ‘llamados a misa’ pues al menos en estas procesiones guadalupanas lo que abundó fue el tronido de cohetones y sus consecuencias, y como prueba ahí está el autobús quemado en Córdoba.

Los zoquetes que detonan cohetes en base a un fervor mariano mal practicado han de creer que a la Guadalupana le agrada que dañen a las personas enfermas y a animales que no pueden defenderse por sí mismos. Ellos no tienen mucha sino poca, poquísima.

BAILAN SOBRE CADÁVERES

Vaya alboroto ha causado el libro “Emma y las otras señoras del narco” publicado recientemente por la periodista Anabel Hernández, sobre todo en el mundillo de la farándula, pues algunos de los protagonistas -secundarios y hasta accidentales- están ligados al espectáculo. Pero el libro es mucho más que eso. Lo que hizo Hernández fue examinar la vida y circunstancias de las parejas sentimentales de los capos de la droga para entenderlos.

Son monstruos, pero a la vez son tan humanos como el resto. La periodista se ocupa de las mujeres que los abrazan y consuelan después de ordenar una masacre – bailan la danza de los Siete Velos sobre el reguero de cadáveres, dice la autora-, que los secundan en su imperio del mal, que los satisfacen en la alcoba y les proveen hijos para hacer posible el sueño de todo empoderado: forjar dinastía.

Es, por supuesto, un estudio sociológico del fenómeno mafioso. Ellas, las “señoras del narco” no solo son las que acompañan a los matones del presente sino las que engendran y crían a los posibles matones del mañana. Son, por ende, responsables en buena medida de la tragedia que vive la nación.

De las muchas entrevistas que le han hecho a Anabel Hernández por este libro, destaca la del periodista Ricardo Rocha a quien le dijo el objetivo de su obra: “yo quiero que los lectores puedan ver los intestinos de estas organizaciones criminales”.

“Que puedan entender cómo funcionan para que como colectividad empecemos a reflexionar de manera más profunda cómo desarticularlas. Si no entendemos el papel de las mujeres, tanto de las artistas como de las esposas, como Emma Coronel, la reina de belleza del pueblo del Café y la Guayaba (2006 en Canelas, Durango), no podremos desmantelarlos, no podremos entender cuáles son las pulsaciones, porqué estos hombres no paran de traficar, porqué no paran de matar, porqué estos hombres necesitan el Ferrari y las mansiones”.

“No para estar solos, necesitan comparsas, si no hay comparsas no existen y quisiera que la gente entendiera eso. Es una reflexión de vernos como sociedad y entender que este problema criminal que estamos viviendo no solo es responsabilidad del gobierno, no solo tiene que ver con la corrupción gubernamental sino tiene que ver con una corrupción más profunda que hay en la sociedad mexicana”. (http://y2u.be/QzdnDFPzV1c). Hay que leer “Emma y las otras señoras del narco” no por el morbo banal sino para estudiar a los verdugos que siembran el terror en el país.

PÁRADAIS

Hablando de escritores, el suplemento cultural Babelia del periódico El País, el más influyente de habla hispana, incluyó la novela “Páradais” de la jarocha Fernanda Melchor en el noveno sitio de los cincuenta mejores libros del 2021. Ya en el 2019, el diario había considerado otro título la autora, “Temporada de Huracanes”, entre las mejores obras de la década. Ahora los 75 expertos convocados por el diario para evaluar la producción literaria de este año, encomiaron la nueva obra de Melchor.

“Páradais es un es un lugar muy lejos del paraíso. Es un lugar claustrofóbico, un conjunto cerrado de hogares de lujo en el estado mexicano de Veracruz donde se emborrachan juntos un chico rico y obeso, llamado Franco, y uno pobre y prieto, llamado Polo. Dos personajes repulsivos llenos de carencias afectivas o económicas que fantasean con la violencia en una atmósfera sofocante”.

“Páradais es la tercera novela de la escritora veracruzana Fernanda Melchor y, como en su premiada Temporada de huracanes, acá maneja de forma maestra la oralidad de sus personajes para arrasar al lector hacia la mentalidad de un asesino. Melchor, quien solía ser reportera de crónica roja, conoce la violencia desde cerca, pero no le apunta acá a la sangre que dejan los narcos de su país, sino a la cruda violencia estructural de una sociedad profundamente desigual. Allí, se ahoga la mente de Polo. Pero de paso, la de sus lectores”, expone la sinopsis de El País.

Se debe aclarar que “Páradais” no es la tercera novela de Fernanda Mechor sino la cuarta porque también es autora de “Aquí no es Miami” y por supuesto de “Falsa Liebre”. Otra vez la escritora está en el ‘top’ de los nuevos enriquecedores de las letras españolas. Enhorabuena para ella y para los veracruzanos que se sienten orgullosos de su pluma.

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