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EL MINUTERO

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LOS ORANGUTANES

Bastó una semana para que mostrarán el ‘cobre’. El famoso operativo “Córdoba Seguro” que pomposamente implementó el alcalde Juan Martínez Flores con el exmilitar Enrique Morales Tolentino al frente, no es para combatir a los delincuentes sino contra la ciudadanía. Los hechos así lo indican. La madrugada del jueves pasado, elementos de la policías municipal y naval que participan en dicha estrategia intervinieron y golpearon a dos jóvenes.

También les arrebataron sus teléfonos móviles para que no pidieran ayuda o registraran la detención ilegal, sin embargo el abuso de autoridad fue videograbado y difundido en las redes sociales. Tras la exhibición, los funcionarios recurrieron a argumentos tontos para justificar a los agentes. El alcalde afirmó que se les hizo “un llamado de atención para que respeten los derechos humanos”. Sí, así como se lee: un apercibimiento cuando debió despedirlos y llevarlos ante un tribunal.

La posición más cínica la tuvo el encargado del operativo, Morales Tolentino quien únicamente dispuso que los policías fueran “separados temporalmente” mientras se investiga lo que hicieron. Vaya, como si no constara en video el abuso de autoridad. Además, intentó criminalizar a las víctimas alegando que caminaban “de manera sospechosa”.

¿Qué será “caminar de manera sospechosa”?, ¿la forma de andar ya es un indicio delictivo?, ¿cuándo se modificó el código penal para meter ese ilícito caminatorio?, ¿y la presunción de inocencia?, ¿y el derecho a no ser intervenido en tu persona y en sus posesiones sin la orden de un juez?, ¿y la libertad de tránsito, de caminar pues, por el territorio nacional sin necesidad de un permiso o un control policíaco? Todo eso está en la Constitución y todo eso atropellaron los policías de Morales Tolentino.

El tipo tiene aserrín en la cabeza porque su justificación es un insulto a la inteligencia. Al final, declaró que a los jóvenes solo se les encontró ¡¡un corta-uñas, una pipa y un encendedor!!, aunque siguió burlándose pues sacó la frase clásica de que habría “todo el peso de la ley” si sus policías resultan responsables. Hablar en condicional en el discurso político significa que no les harán nada. 

El caso de Morales Tolentino es particular porque debido a su condición de exnaval algunos le concedieron un estatus de confianza para manejar la seguridad en Córdoba, pero la memoria es corta pues también tiene ‘el beso del diablo’ ya que ha estado bajo las órdenes del neoleonés Hugo Gutiérrez Maldonado durante los últimos años. No se olvide que Morales Tolentino sustituyó temporalmente a José Luis Pescador Tirado en la titularidad de la Fuerza Civil cuando éste renunció en abril del 2020. 

Y, ¿qué es la Fuerza Civil? Una caterva de abusadores, de gorilas uniformados que se han distinguido por los abusos de autoridad y las ejecuciones extrajudiciales. Y, ¿quién es Gutiérrez Maldonado?, el jefe de todos esos primates y que antes de llegar a ocupar la Secretaría de Seguridad Pública en Veracruz fue corrido de la fiscalía de Nuevo León por encabezar una banda de extorsionadores. Ese es el sello más reciente de presentación de Morales Tolentino, no su paso por la Secretaría de Marina.

Pero como dicen los abogados, aceptando sin concebir que no se le debe juzgar por su currícula, entonces que sea por los hechos. A doce días de estar vigente el operativo “Córdoba Seguro”, ¿los cordobeses se sienten seguros?, ¿cuántos delincuentes hay en prisión?, ¿cuántas bandas criminales han sido disueltas?, ¿ya se dejó de vender droga?, ¿ya se combate el ‘cobro de piso’ a comerciantes, restauranteros y prestadores de servicios?, ¿ya no hay asaltos a mano armada, ejecuciones, robos de viviendas o automóviles?, ¿ya se puede caminar tranquilamente por las calles?

Claro que no. Los criminales siguen a sus anchas y los únicos que están bajo acoso policial son los ciudadanos como esos dos jóvenes que fueron revisados y golpeados por “caminar sospechosamente”. Por supuesto que Morales Tolentino también es responsable y también debería ser separado del cargo, la ciudad no se merece un sujeto de tal calaña al frente de la estrategia que, se supone, es para blindarla del crimen. Si el alcalde Martínez Flores lo sostiene junto con sus policías abusadores demostrará de qué lado está: de los cordobeses o de los orangutanes con pistola.

NO ERA LEYENDA

Durante los años ochenta era muy platicada la leyenda urbana del “Niño de Gerber”, el de la imagen de los frascos de papilla para bebés. Se contaba que el cadáver de ese pequeño se había localizado en una revisión aduanal pues se usó para traficar droga de México a los Estados Unidos. Que tras asesinarlo, al niño lo rellenaron de marihuana y cocaína para evadir el control haciéndolo parecer como un bebé dormido en los brazos de su madre. 

El espanto aumentaba cuando los que relataba la historia juraban que “ese no era el primer bebé que mataban para pasar la droga al otro lado”. A cuatro décadas de distancia se comprueba que no era una leyenda urbana sino una realidad y no lejana. En un bote de basura del centro penitenciario San Miguel en Puebla se localizó el cuerpo sin vida de un recién nacido el pasado 10 de enero. El cadáver presentaba rastros de una intervención quirúrgica abdominal o sea le abrieron el estómago para rellenarlo de droga y así introducirlo a la cárcel durante un día de visita familiar. 

La realidad siempre golpeando: el uso de cadáveres de bebés para ‘pasar’ droga nuca fue un mito. Eso sí, la leyenda urbana está en la eficiencia de las autoridades pues que la fecha, doce días después de localizar el bebé muerto, nadie sabe nada, ni quien lo introdujo ni quien lo recibió en la prisión. Las cámaras de vigilancia “no captaron nada”, dicen y no se tiene ni reos ni visitantes sospechosos. Además por ningún lado se ha reportado un bebé robado “con esas características” ni se ha hurtado ningún cadáver en las morgues poblanas o de la Ciudad de México como se ha especulado. 

La información más reciente es todavía más macabra pues se dice que el cadáver del pequeñito lo desenterraron de un cementerio en Iztapalapa para usarlo, supuestamente, como “maletín” de estupefacientes. Por qué la complicación de sacar un cuerpo de la tierra y trasladarlo 140 kilómetros a una cárcel ¿En realidad fue para introducir droga o se trató de algo mucho más oscuro? Algunos especulan que fue para un ritual satánico. 

Miguel Barbosa, el gobernador morenista de Puebla, con el discurso de siempre: “investigaremos hasta sus últimas consecuencias, este crimen no quedará impune y a los responsables se les aplicará todo el peso de la ley”. Eso sí, se lanzó contras los activistas sociales que exigen una investigación y castigo, y contra los periodistas que han documentado el caso pues les dijo que cuando se sepa la verdad “nos tendrán que pedir disculpas”. Ahora resulta que la víctima es él pues hasta sugiere que el bebé muerto fue “sembrado” para dañar a su administración. Así son estos chairos con poder.

Claro, su gobierno es un desgarriate, sobre todo en el manejo de las prisiones. El penal de San Miguel lleva siete meses sin director. El que había nombrado Barbosa en abril del 2022, Jorge Gómez Torres, fue detenido en junio por haber permitido la fuga de un capo del narcotráfico local, Felipe Hernández Tlatelpa, apodado “El Pirulí”. Sin alcaide ni supervisión, en esa cárcel manda la mafia. 

REGRESIONES 

El gobierno federal taló 20 mil árboles en el sureste para abrir paso al Tren Maya, pero finalmente fue un ecocidio sin beneficio ya que se modificó la ruta a contentillo de quien despacha en palacio nacional y el tramo deforestado no se utilizará. ¿Hay ecocidios que traigan beneficio?, preguntará el lector. La respuesta es parte de un debate eterno y el concepto “beneficio” es relativo.

Se ha dicho, por ejemplo que el “progreso” y el “desarrollo” siempre van a impactar al entorno natural. Construir un edificio, una carretera, un puente, una presa o, en este caso, un ferrocarril siempre dejará un pasivo ambiental que, según los defensores del desarrollismo, se repone con la “ganancia social y económica” pues allega a los lugareños ingresos, servicios y bienestar.

De ahí que el tema es relativo pues depende de los argumentos del pro y el contra. Pero tumbar 20 mil árboles para un proyecto que no se hará o sea que no aportará ninguna ganancia para la colectividad es un crimen ecológico y así sucede en Quintana Roo donde fue desbastada un área boscosa en los alrededores de Playa del Carmen por donde pasaría el tren obradorista.

¿Qué significa talar un árbol? De acuerdo a los científicos, un ejemplar adulto produce anualmente 2.7 kilogramos de oxígeno, lo que consumen dos personas en un año. Es decir, al eliminar 20 mil árboles se cortó la producción de oxígeno para 40 mil personas, Esto sin considerar que los árboles son filtradores del polvo, reguladores de la temperatura y proveedores de alimento y hogar para especies animales. Con lo anterior se cumple el refrán hindú de que cuando el hombre mata a los árboles se mata a sí mismo. ¿Cuántos otros miles de árboles se habrán cortado en toda la ruta que ocupará el Tren Maya?

Lo indignante en el plan se modificó por el capricho del presidente Andrés Manuel López Obrador pues de seguir el proyecto original se sumaría casi un año a la duración de las obras y no alcanzaría a inaugurarlo en el 2023, fecha fijada para la megalomanía del caudillo. ¿Y los ecologistas? Solo algunos alzan la voz pues los de antaño que se desgañitaban cuando se cortaba un árbol o se rellenaba una laguna pero que ahora están incorporados en la nómina de la “cuarta transformación” no dicen una palabra. Eso en sociología política se llama regresión y, en el lenguaje de las causas sociales, traición y deshonor.

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