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El minutero

Superiberia

AMARILLO-AZUL

La noticia de una coalición entre los partidos Acción Nacional (PAN) y el de la Revolución Democrática (PRD) en los comicios locales no es cosa pequeña y debe tener sin dormir a los estrategas y dirigentes del Revolucionario Institucional -y por supuesto, también a los que despachan en  Palacio de gobierno- pues lo que tanto anticiparon como algo irreal, aparentemente se concretará.  En las últimas semanas desde las esferas oficiales se lanzó una andanada mediática para descalificar la posible alianza de panistas y perredistas.

 Parte de esa campaña fue la fotografía difundida sobre el encuentro que el pasado 5 de enero sostuvo el coordinador de los senadores perredistas, Luis Miguel Barbosa con el gobernante estatal en el rancho propiedad del senador priista José Yunes Zorrilla, en Perote, y en la que aparecen los dirigentes estatales del PRD, el orizabeño, Juan Vergel Pacheco y del PRI, Erick Lagos Hernández, lo que instigó la versión de que estaba fracasada la coalición amarillo-azul antes de nacer. Pero el aborto que intentaron practicar los priistas aparentemente no les funcionó ya que el miércoles pasado iniciaron en el puerto de Veracruz las negociaciones formales para tal coalición.

El  secretario general adjunto para elecciones del blanquiazul, Juan Manuel Oliva y el comisionado político del Sol Azteca, Guadalupe Acosta Naranjo, abrieron la primera mesa para una alianza electoral en Veracruz y de acuerdo a las versiones del altiplano, de los comicios que se celebrarán este año en 14 entidades, hay prioridad para concretar la coalición PAN-PRD en Veracruz, Durango y Baja California. En este último estado se renovará la gubernatura.  La posible alianza electoral entre perredistas y panistas podría significar la derrota del tricolor en varios distritos y municipios veracruzanos.

 

Basta revisar las estadísticas electorales de los últimos años  para detectar el riesgo latente del Revolucionario Institucional. Tan sólo  hablando de alcaldías, algunas de las más importantes podrían ser ganadas por los abanderados de esta futura alianza opositora. Si se toma en cuenta la última elección local en el año 2010 que renovó las 212 alcaldías y las 30 diputaciones de mayoría relativa, como se hará en este 2013, se tiene que hubo triunfos muy apretados para el PRI pese a que en ese año ganó la elección de la gubernatura y que todavía estaba en el poder el ex gobernante estatal, aquel que no debe ser nombrado, experto en mapacherías y la marrullería electoral.

Tras los comicios del 4 de julio de ese año, el PRI retuvo la gubernatura pero perdió 72 de las 155 alcaldías que gobernaba desde el 2007, consiguiendo sólo 81 triunfos municipales, además ganó 20 diputaciones locales pero perdió en diez distritos. Algo pírrico para tremendo mapache electoral que despachaba en Palacio de gobierno. Sin embargo, la tendencia cuesta-abajo no se detuvo para el tricolor y eso se comprobó en las elecciones federales del 2012 cuando perdió distritos importantes, los más populosos, como Jalapa, la capital del estado, Veracruz Urbano y Rural (Boca del Río) y Córdoba, que era el distrito donde el actual gobernante, Javier Duarte de Ochoa estaba como diputado federal con licencia, así como la votación general en el estado que favoreció a la candidata panista a la Presidencia de la República, Josefina Vázquez Mota.

 

VENENO PURO

 

Los números de la elección local del 2010 pueden ser consultados en el archivo oficial del Instituto Electoral Veracruzano (IEV) y su análisis anticipa que una eventual coalición PAN-PRD  marcaría una derrota sin precedentes para el priismo veracruzano. Ejemplos en base a la tendencia del voto son muchos. Uno de ellos es la elección municipal de Córdoba donde el priísta Francisco Portilla recibió la constancia de mayoría con solo 6 mil 889 votos de diferencia sobre el entonces abanderado panista, José Abella. Allí aunque el voto perredista no es de mayor dimensión, sí obtuvo 8 mil sufragios que de sumarse –hipotéticamente- a la votación azul, otra historia se estuviera contando en la ciudad de los Treinta Caballeros y no la pesadilla que significó el gobierno portillista.

Lo mismo se aplica a Orizaba donde el priista Hugo Chaín accedió a la alcaldía con una diferencia de 5 mil votos pero en ese municipio el PRD logró obtener 6 mil 400 sufragios. Y qué decir del municipio más disputado, el de Veracruz, donde la oaxaqueña Carolina Gudiño Corro apenas si logró “triunfar” -así entre comillas- por 168 votos, según la estadística del IEV, sobre el panista Julio Saldaña, y esos 168 sufragios se obtuvieron porque el ex gobernador de Oaxaca, José Murat, fue enviado a manipular cifras, paquetes y datos.

Según la denuncia de los que fueron testigos, el entonces asesor del innombrable, se metió por sus pistolas a la sesión del Consejo Municipal Electoral, amenazando  a los representantes de los partidos de oposición y a “cuadrar cifras” para impedir la derrota de la favorita del gobernante en turno. El Sol Azteca en el puerto recaudó 6 mil 400 votos y con ellos, -otra vez, hablando hipotéticamente- el PRI habría sido derrotado.  A su vez, en Boca del Río, la diferencia que favoreció al priísta Salvador Manzur, otro consentido de la fidelidad, fue de 984 votos sobre el panista Humberto Alonso Morelli, mientras que el PRD acopió 4 mil votos.

En números globales, en las elecciones municipales del 2010 el PRI obtuvo un millón 312 mil votos frente al millón 164 mil sufragios de Acción Nacional dando una diferencia de 148 mil votos mientras que el PRD acopió 512 mil votos. Si se hubieran sumado los votos panistas con los perredistas habrían,  literalmente, aplastado al tricolor con 660 mil  sufragios más. En el caso de las diputaciones locales, el tricolor tuvo un millón 308 mil y el PAN  832 mil, siendo la diferencia 556 mil sufragios.

Si se adicionará la votación del PRD que fue de 427 mil, prácticamente se hubiera tenido un empate técnico y en teoría, se hubieran dividido por mitad las 30 diputaciones, y el gobierno estatal y su partido, habrían perdido la mayoría absoluta en el Congreso local, complicando todo el escenario de gobierno para los tres años siguientes, ya que se hubiera tenido una balanza opositora en el Poder Legislativo.  Ese es el escenario al que le apuestan para el mes de julio las dirigencias de Acción Nacional y de la Revolución Democrática, y considerando el tal contexto, adquiere un valor de certeza la arenga, dicha por uno de los negociantes de la coalición azul-amarilla: las alianzas son veneno puro para el PRI.

 

 LA VENDIMIA 

Pero aún con el oscuro panorama que se cierne sobre tricolor, éste  no preocupa al dirigente estatal del mismo, Erick Lagos Hernández ni a otros que han vivido del tráfico de influencias tanto en el instituto político como en el Gobierno estatal, entre ellos el diputado local y ex dirigente del mismo partido, Jorge Carvallo que ya preparan la vendimia de candidaturas. Si bien los titulares de las fórmulas a las alcaldías en los municipios más destacados así como a las diputaciones distritales se definirán conforme a las querencias, amistades o complicidades de Palacio de Gobierno, claro, si el partido a nivel nacional no interviene, el resto serán subastadas al mejor postor.

 Y claro, los argumentos que exponen a los interesados en el negocio de saquear los presupuestos municipales o traficar influencias desde una curul son totalmente convincentes. A ellos se les dice que es seguro que ganen por el efecto del copetón Enrique Peña Nieto, que el gobierno estatal está dispuesto a inyectarle miles de millones de pesos para evitar que pierdan pues le interesa tener un Congreso estatal con mayoría priista y también contar con los gobiernos municipales del tricolor. Las suplencias se cocinan aparte y con precio especial, más cómodo pero no ridículo. En los últimos años ser compañero de fórmula es inversión de riesgo pero puede llegar a ser un negocio redituable.

Esto por los saltos chapulinescos que dan la mayoría de los que llegan a ser alcaldes o diputados hacia otros cargos y entonces se deja el camino libre por lo menos durante un año a los suplentes para cobrar en la nómina pública, traficar o vender lo que se pueda ya sea desde la diputación o desde la silla municipal. El ingreso más fuerte en la vendimia se centra en las presidencias municipales, las sindicaturas y regidurías pues la oferta es tentadora: les aseguran que no serán tres sino cuatro años los que estarán a cargo de los dineros públicos, o sea que a diferencia de sus antecesores, tendrá un año más para aprovecharse del presupuesto.

Según los bien enterados, el preció mínimo para regidurías oscila en los 100 mil pesos y de ahí para arriba, llegando en algunos casos hasta el medio millón de pesos, aunque los subastadores tampoco se ponen sus moños pues es tanto el afán de rematar las postulaciones que aceptan de todo,  hasta pagos en especie como son terrenos, casas, vehículos, sociedades en negocios, concesiones de obra, caballos, burros, puercos, gallinas y otras cosas peores. Aquí que no se entienden bien si referirán al pago con “cuerpo-mático” o con mercancía más inconfesable. El caso es que en algunos municipios y distritos ya hay lista de espera para participar en la subasta de candidaturas.

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