

No es un sepulcro monumental, apenas una lápida modesta, pero sí es uno de los más visitados por los europeos, sobre todo los jóvenes. Tampoco es punto de la afluencia turística convencional sino que la gente llega discretamente a rendirle honor, a ofrecerle una oración y a dejarle cualquier objeto sobre la plancha de cemento: una flor, una piedra, una moneda, un boleto de metro, un arete, un libro, una propaganda o un lapicero. Le hacen tributo porque él fue uno de los incitadores de los movimientos de protesta que en los últimos años han calado en Europa, Estados Unidos y Medio Oriente.
La pequeña tumba está cerca de la rotonda donde, a un costado, reposa el escritor mexicano Carlos Fuentes y próxima al vericueto de caminos y lapidas que conducen al sitio donde también año con año peregrinan los admiradores del escritor argentino Julio Cortázar, que también está allí. Se trata de la sepultura en el cementerio parisino de Montparnase en la que descansan los restos mortales de político, escritor y filósofo Stéphane Hessel, fallecido en febrero del 2013.
Hessel murió a los 95 años pero un par de años antes, a los 93, público su última obra que se convirtió en legado filosófico y que ha inspirado a millones de personas para salir a las calles, tomar plazas públicas y protestar el estado actual de cosas en donde se olvida a los más débiles, se pisa al trabajador, se explota al campesino, se expulsa y maltrata a los migrantes y las riquezas del mundo se las reparten unos cuantos que son hipermillonarios mientras la mayoría padece necesidad. Ese libro se llama “Indignez-vous!” (¡Indígnense!) y en sus páginas Hessel exige que la gente, especialmente los jóvenes, no se resigne a ser gobernados por corruptos, asesinos y ladrones.
El político francés fue uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos promulgada en 1948 y en su libro resalta que hoy más que nunca la sociedad se parece a aquella que salía de la Segunda Guerra Mundial pues no está orgullosa de ella misma pues es una sociedad de explotación del más pobre, donde reina el dinero con un poder insolente y egoísta y donde los derechos sociales básicos son replegados a conveniencia de unos pocos.
El motor para cambiar todo esto, dice, es la indignación. Ese el primer paso que conduce a la resistencia y de ahí al compromiso para derrocar gobiernos y regímenes corrompidos que no representan al pueblo.
“El motivo de base para la resistencia es la indignación y hacemos un llamado a las nuevas generaciones a saber vivir y trasmitir la resistencia”.
“Los llamamos: ¡tomen el control, indígnense!, ¡no renuncien ni se dejen impresionar por las actuales dictaduras que amenazan la democracia y la paz!”.
“Yo, especialmente, deseo que cada uno de ustedes tenga un motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando una cosa nos indigna entonces uno deviene en militante más comprometido y reúne ese coraje histórico que nos dirige a defender y recuperar la democracia, a la libertad y a la justicia”, escribió Stéphane Hessel.
Lo anterior viene al caso porque en un par de días los mexicanos, y los veracruzanos, tendrán que acudir a las mesas de votación para elegir a quienes serán sus representantes en el Poder Legislativo: los diputados, y ese será el momento de mostrar su indignación, de hacer efectiva la resistencia y de convertir en realidad el cambio. Los ciudadanos deben darle cause a esa indignación a través de las urnas con un voto efectivo – ni nulo ni en blanco ni ausente-, un voto que premie y castigue, como ya se ha dicho.
Motivos de indignación hay muchísimos en Veracruz porque la clase política ha rebasado toda línea de pudor y decoro. Es hora de que el pueblo se indigne y desahogue esa indignación. Indígnense por los gobernantes y funcionarios ladrones que se embolsan el dinero de las becas, de las pensiones, de los programas de salud, de los salarios de burócratas, de los apoyos al campo, de las medicinas en clínicas, hospitales y centros de salud.
Que se indignen de los que se roban el presupuesto para construir mansiones, comprar aviones, residencias en Nueva York o Miami, yates o se hacen de negocios al amparo del poder.
Indígnense por las maletas repletas de dinero que vuelan de Xalapa a Toluca. Indígnense por la ola de asesinatos y secuestros que azotan a todos mientras que los funcionarios que deben encargarse de combatirlos solo se ríen y recomiendan comprarse un perro para que les cuide. Indígnense porque mientras todos tienen miedo a salir a la calle y muchos lloran la pérdida de familiares a causa del crimen, el gobernante en turno se burla diciendo que en Veracruz solo se roban “frutsis y pingüinos”. Indígnense todos contras esos indolentes e irresponsables.
Indígnense contra todos esos funcionarios y políticos que durante muchos años han estado señalados de tener nexos con la delincuencia y hoy se atreven a pedir el voto para convertirse en diputados y ser la voz de los criminales en el Congreso de la Unión.
Indígnense por todos esos cínicos que firman compromisos ante notario y no cumplen, pitorreándose de quienes creyeron en su palabra.
Indígnense contra los que fueron alcaldes, saquearon los municipios, nunca hicieron algo bueno para la población y hoy quieren sentarse en una curul para seguir conectados a la nómina pública.
Indígnense por los que hoy se visten de verdes y se dicen ecologistas pero que en sus encomiendas de gobierno devastaron aéreas verdes y toleraron el saqueo del patrimonio natural. Indígnense contra los que los mandaron a apalear cuando salieron a protestar por alguna injusticia.
Indígnense contra aquellos que mandan, permiten o aplauden que se quemen periódicos, que se asesinen reporteros, que se amenace a fotógrafos, que se difame a comunicadores.
Indígnense contra esos mismos que no hacen nada por detener los homicidios y desapariciones de jovencitas, de taxistas, de comerciantes, de sacerdotes, de activistas, de maestros, de obreros, de estudiantes y de migrantes.
Indígnense todos y hagan resistencia contra todos esos maleantes y sus brazos operadores en la política. Indígnense y hagan resistencia. Castíguenlos voto a voto. Indígnense y mándenlos al basurero de la historia el próximo domingo 7 de junio.
Ese día, en la cabeza de cada votante debe resonar las palabras de Hessel: encuentren su motivo para indignarse y cambien al mundo. Cambien a Veracruz para hacerlo habitable, para echar fuera a todos los ladrones, asesinos, ineficientes y mentirosos. ¡Voten con indignación y hagan la resistencia!
Y NO PASÓ NADA…Sobre esas cosas que causan indignación, el martes anterior se cumplieron cinco meses de que fue secuestrado y asesinado el periodista urbano, Moisés Sánchez Cerezo en Medellín de Bravo y a la fecha el crimen sigue impune.
Peor aún, el supuesto autor intelectual, el alcalde con licencia de Medellín de Bravo, Moisés Cruz Reyes huyó con la venía de la Fiscalía del estado que le brinda protección. Más grave es que la investigación del crimen fue elaborada con fallas para que se anule al acudir a jueces federales.
Uno de los detenidos por el caso, el policía municipal Martín López Meneses, acaba de obtener un amparo federal porque fue torturado para declarar y la declaración la hizo con argumentos que obtuvo de “a oídas”, lo que abrió la puerta para que otros implicados también reciban la protección de la justicia federal, incluyendo al mismo exedil Cruz Reyes. Entonces se corrobora lo que la misma gente de la procuraduría duartista anticipaba, que la indagatoria judicial es una mascarada.
Cinco meses de impunidad para Moisés Sánchez cuyo delito fue recabar y difundir información sobre lo que sucedía en su entorno más próximo, el municipal. El caso seguirá el mismo el rumbo de los otros doce periodistas victimados en este sexenio estatal: la impunidad porque en Veracruz cualquiera puede agredir a un comunicador ya que no hay consecuencias para ese acto. Es el Veracruz donde la muerte tiene permiso para que ronde las redacciones y silencie la prensa.
No pasó nada en el caso de Moisés Sánchez como tampoco pasó nada con los casos de otros dos alcaldes que al igual que Cruz Reyes tuvieron la amenaza –solo de saliva- de ser desaforados para llevarlos ante el ministerio público.
El edil de Fortín de las Flores, Armed Cid de León ya regresó a seguir despachando en el ayuntamiento sin que hubiera castigo por haber golpeado salvajemente a una dama con al que sostenía una relación extramatrimonial.
Aún si la hubiera dejado mutilada o privado de la vida, Cid de León seguiría impune como lo está hasta el momento. Es la justicia duartista, la que quita y pone a merced de quien paga, y en este caso, a voluntad de quien costeó la campaña del 2010, o sea, el suegro del alcalde golpeador de Fortín de las Flores, quien regañó a Duarte de Ochoa y lo emplazó retractarse del juicio de procedencia, recordándole el dinero que aportó para que fuera impuesto como gobernante en turno.
Pero hay asuntos peores como el del tercer alcalde en predicamento, el priista Roberto Pérez Moreno, conocido en el mundo del hampa –la mafia política y la no política- como “El Juanelo”, señalado de abrirle las puertas de Coatepec al crimen organizado y estar involucrado en el secuestro y asesinado del tesorero municipal, Guillermo Pozos Rivera.
Es verdad, Pérez Moreno fue obligado a solicitar licencia temporal al cargo, como en su momento se hizo con Cid de León en Fortín, pero no tarda en regresar más intocable que nunca.
En realidad no hay voluntad en palacio de gobierno para aplicarle la ley a este munícipe pillo aún cuando giren en su entorno acusaciones muy graves. Desde palacio de gobierno se tolera todo hasta ser parte de la delincuencia organizada.
Así, en la entidad se vuelve himno el “no pasa nada”, la frase favorita del gobernante en turno que no solo es una negación de la realidad sino es un lineamiento de acción gubernamental.
Aquí nada se mueve, nada funciona, nada camina, nada de desahoga, nada se cumple, nada se paga, nada se localiza, nada se gestiona, nada se cuida, nada se difunde, nada de nada. En Veracruz no pasa nada, pues. Ahora a todos les toca hacer que algo pase, que algo cambie, el domingo de las votaciones.
