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El minutero: Tres veces te engañé…

Superiberia

TRES VECES TE ENGAÑÉ…

 

Según lo anticipado, el gobernante estatal dará tres “informes” sobre su tercer año de administración. El primero será el viernes 15 de noviembre, el día en que también debe entregar el legajo informativo en la sede del congreso local pues después de ese trámite en Xalapa se trasladará al puerto de Veracruz para el evento mediático en la fortaleza colonial de San Juan de Ulúa donde leerá un extracto de lo notificado al Poder Legislativo. El 18 de noviembre se realizará otra encerrona igual en Coatzacoalcos, la tierra de origen de su esposa y el día 21 en Tuxpan, al norte del estado. 

Esas serán las sedes del tercer informe de gobierno y cabe destacar que se excluyó a la zona Centro, especialmente a Córdoba de donde el mandatario se presume originario. Es la calamidad, van tres años de administración duartista y la Ciudad de los Treinta Caballeros no ha visto utilidad alguna. Es mentira lo que dice el Alcalde sustituto, Guillermo Rivas de que la ciudad es una de las más beneficiadas con la prosperidad y el edil apenas si pudo nombrar tres obras demasiados chafas: el “Parque DIF”, la remodelación del bulevar Córdoba-Fortín, tan llena de chanchullos, y “espacios educativos” que no supo enumerar cuántos y cuáles.

 Va la mitad del sexenio y no hay ni el nuevo mercado Revolución ni el centro de convenciones ni el libramiento ferroviario ni la plaza comercial que se prometieron. La famosa “Hora de Córdoba” que todos canturreaban en el 2010 cuando un cordobés arribó a Palacio de gobierno, lo que no ocurría desde 1988 cuando Dante Delgado asumió la gubernatura, simplemente quedó en nada. Va el tercer año de administración estatal y a los cordobeses habrá que cantarles aquella arenga de Paquita la del Barrio: tres veces te engañé…

 Por cierto, la sede del primer evento, San Juan de Ulúa ha causado muchas especulaciones en los corrillos políticos y mediáticos. Empero, haber seleccionado la antigua prisión colonial nada tiene que ver con cuestiones históricas ni belleza arquitectónica ni magnificencia. La antigua prisión colonial no fue escogida para enmarcar el aquelarre oficial en el simbolismo cultural ni mucho menos para empatarlo con el reciente anuncio de la remodelación del centro histórico de Veracruz. Tampoco fue para darle un “espaldarazo” a la ampliación de la terminal marítima como se ha especulado en los últimos días.

 No, lo real es que se eligió el lugar más alejado de las protestas que se esperan para ese día, sobre todo de los maestros que acusan al gobernante estatal de represor e intolerante y que han prometido armarle el debido sainete. Aislada por la mancha portuaria, la fortaleza es eso, el lugar más apartado que pudieron encontrar en la zona urbana donde se puede controlar a quienes ingresarán al evento. Todo estará bajo lupa, nadie pasará que sea sospechoso de intentar sacar alguna manta, cartulina u otro medio para incomodar al informante.

 Só0lo se dejará entrar a gente afín y dócil. “Va a ir pura gente muy decente”, como dijera el desaparecido panista y empresario Alfonso Gutiérrez de Velasco cuando en 1998 quería celebrar su cumpleaños en ese mismo edificio histórico y se armó una polémica que lo obligó a suspender la frívola pachanga. Así los empresarios, religiosos, líderes sindicales, dirigentes campesinos, legisladores, alcaldes y demás convidados que sean vistos por ese sitio serán los que acostumbran a aplaudir a rabiar aún cuando sepan que lo que oyen son mentiras.

 Lo peculiar de la sede son sus vías alternas de llegada y salida tanto del gobernante en turno como de los invitados porque si los maestros o algún otro grupo inconforme se atreve a bloquear el acceso carretero sobre el llamado Kilómetro 13.5, eso no será impedimento para estropear el evento ya que hay dos rutas alternas, una por aire y otra por mar. Así, los helicópteros del gobierno estatal están listos para trasladar al informante y sus invitados, aterrizando en los patios de las empresas concesionarias del recinto portuario sin que sean molestados.

 Además, de ser necesario, habrá una ruta marítima para llevar a “pura gente muy decente” al informe próspero y de paso ofrecerles un recorrido por la bahía jarocha. Si los maestros los encierran por tierra, volarán o navegarán. Es el signo de los tiempos duartistas, huir del pueblo, juntarse con los principales en un punto alejado de la turbamulta y cuando sea necesario escapar con facilidad, furtivamente, al amparo de la lejanía y de la ostentosidad del poder. 

“El miedo no anda en burro”, dicen los sabios del pueblo –sino en helicóptero y en barco-. En este contexto, se anticipaba que el mandatario no acudiría al congreso local para entregar personalmente el informe el próximo viernes sino que enviará al secretario de Gobierno, Erick Lagos con el fin de evitar el reclamo de la turbamulta. Aparentemente la polémica para aislarse obligó a cambiar de opinión, unos días antes de la fecha, y ayer se informó que el gobernante si irá a la sede legislativa según la ex reina del Carnaval de Veracruz y actual presidenta del congreso local, Ana Guadalupe Ingram Vallines. 

Habrá de imaginar el operativo de seguridad que se montará en los alrededores del Palacio Legislativo y para el mismo no sólo se ocuparán policías estatales y municipales sino también grupos de choque para apalear a maestros, activistas y hasta reporteros que por allí se paren. Entre los llamados a infiltrarse en la muchedumbre están los miembros de Antorcha Campesina y del Movimiento de los 400 Pueblos, como ya lo hicieron el pasado 5 de noviembre cuando se instaló la presente legislatura y golpearon a los manifestantes que repudiaban la llegada del líder charro Juan Nicolás Callejas Arroyo.

 

LOS PASTORES

 

Esta semana se conoció que el Vaticano decidió cambiar al obispo de Orizaba, Marcelino Hernández Rodríguez a la diócesis de Colima en sustitución de José Luis Amezcua. Es el segundo de los cambios obispales en la entidad pues a mediados del mes de septiembre se conoció que Roma también nombró al obispo de Papantla, Jorge Carlos Patrón Wong como secretario de la Congregación para el Clero de los Seminarios y por ende, tendría que retirarse del trabajo pastoral de la diócesis totonaca para dedicarse al trabajo burocrático de supervisar los seminarios católicos del mundo. 

Así dos diócesis se quedarán acéfalas y habrá que esperar los nombramientos de los religiosos que retomarán su conducción. En México como en muchas partes del mundo la Iglesia Católica es una especie de poder paralelo al oficial por su influencia en la población y por ende todos los movimientos de nuncios, cardenales, obispos y sacerdotes influyen en la feligresía, tan necesitada hoy en día de voces que hablen a su favor. En el actual contexto de violencia e inseguridad que oprime al pueblo mexicano se necesitan más que nunca pastores que guíen y defiendan al rebaño de los lobos.

 El caso que ha destacado es el de los obispos de Michoacán, especialmente los de las diócesis Apatzingán y Zamora, Michoacán, Miguel Ángel Patiño Velásquez y Javier Navarro, respectivamente, que han denunciado y condenado la operación del crimen organizado que tiene a sus regiones como “tierra de nadie” pues las extorsiones, robos, secuestros y homicidios laceran a todos los pobladores. Podría decirse que los obispos michoacanos, que desde el mes pasado emitieron una carta pastoral denunciando todo lo anterior y también la complicidad de los gobiernos estatal y federal, son “perlas raras” en una estructura eclesiástica tan convenenciera y silenciosa como es la mexicana. 

El activismo de los clérigos michoacanos al parecer sacudió a la inactiva Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) que en su 96 asamblea retomó el caso y servirá para denunciar la situación ante el Vaticano y ante la opinión pública. La esperanza es que reviva el espíritu de pastores de los hombres con sotana pues los rebaños están siendo diezmados por los delincuentes y sus cómplices en las esferas de gobierno.

 Contrario a lo que sucede en esos lugares, en Veracruz no hay mucho que aplaudir de los religiosos pese a que se vive una situación delicada en materia de seguridad. La Arquidiócesis de Xalapa, que coordina a las ocho diócesis de la entidad, parece autista porque no ve ni oye lo que le ocurre a sus ovejas. Si acaso emite algunos timoratos boletines dominicales rezando por los gobernantes, pidiendo favores al secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez para que actúe en la legalidad, y distrayéndose en temas etéreos en lugar de hablar por las víctimas.

 No es de extrañar, el arzobispo Hipólito Reyes Larios, primer obispo de Orizaba, es apodado por los mismos sacerdotes como “PRIpólito” por su cercanía con el partido oficial y el gobierno estatal -el sexenio pasado lo comenzaron a llamar “el arzobispo fiel” por su proximidad con la fidelidad- y ha permanecido mudo, sin lanzar una sola critica, sin hablar por su pueblo y todo aún cuando su misma familia fue víctima de la criminalidad en el 2008 cuando su sobrina,. Karina Reyes Luna, hija del empresario Luis Reyes Larios, dueño de la Universidad del Golfo, fue secuestrada y asesinada. 

En los últimos meses en los que la inseguridad asola a la zona centro, el único que ha salido a hablar a favor del rebaño –y es algo que debe reconocerse- es el obispo de Córdoba, Eduardo Patiño Leal pero es una voz aislada en medio de la tormenta, no encuentra eco en los demás obispos veracruzanos. Así, la próxima ausencia de los obispos Orizaba y Papantla no será pérdida mayor ya que ninguno se distinguió por la denuncia y la defensa de los feligreses. Fueron pastores silenciosos que solo miraban cuando el rebaño era diezmado.

 De los otros obispos veracruzanos, los de Tuxpan, San Andrés Tuxtla, Coatzacoalcos y Veracruz, tampoco se puede decir mucho, son tan silenciosos como los primeros y algunos de ellos han llegado a actuar en contra de los mismos dogmas cristianos por responsable de la diócesis jarocha, Luis Felipe Gallardo, que en septiembre exigió al gobierno que reprimiera a los maestros que se manifestaban en las calles para defender sus derechos vulnerados con la reforma educativa. Es decir, tiró el cayado y se unió a la mandada de lobos para atacar al propio rebaño. No cabe duda: ¡Cuánta falta hacen los verdaderos pastores!

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