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GATOPARDO: CRÓNICAS DE LA CIUDAD

Superiberia

Aleluya Moreno Lorenses Oropesa
Columnista

CDMX.-  Un interesado lector pregunta ¿por qué su nombre, y, si el de su autor es real?
Gatopardo es el título de una novela escrita a mediados del siglo pasado por Guissepe Tomasi de Lampedusa, curioso príncipe de una región italiana capaz de dar cuenta de cambios aparentes que terminaron siendo lo mismo, tras de sucesos cotidianos entorno de la política.
En ciencias sociales, antropológicas, psicológicas, económicas e históricas, “Gatopardo” se ha hecho sinónimo de verdad teórica y categoría de criterio abierto. -­Es un universal, dicen los filósofos, aplicable en todo momento tanto como afirmar que “todos los gatos son pardos”.
“Gatopardismo” es sinónimo de testificar que tratase de la misma changa, cuando se le mira revolcada: siendo el mismo puerquito, solo se debate en otro cochinero. Esto le acomoda excelente al fortuito e iracundo Javier Lozano.
Aleluya Moreno Lorenses Oropesa, en realidad es un acróstico: AMLO. Se trata de una burla personal y llamada de atención sobre la perversidad de uno de tantos políticos festinados en su momento estelar, cónclave y declinatorio, debido a su peculiar personalidad ñoña, a menudo absurda; cómoda para quienes se proponen cambiar las cosas a partir de controversias iniciales, pero encausadas mediante manejables renovaciones; así como a intereses profundos de Estado, basados en el fuego del “enemigo necesario” y del cuento del “coco”.
Para su autor, el acróstico significa: -­canto y bailo de alegría por el nacimiento del morena, dado a luz por el lorenzo de Manuel Andrés, quien solo anda tras el oro que pesa. Es una alegoría relativa a López, tanto como a los profesionales de partidos de Estado, incluidos los obradores del INE.
La chimoltrufia. Siendo el pre-­juicio severo, personal y directo, sumo a razones de endenantes observancias siniestras, de la última fase de su desarrollo: como dice que sí, dice que no. Un día dijo que no subían a su barca deshonestos, traidores y mentirosos; y la nao se ha llenado de cloaca. En otro rollo negó cabida en su pecera para el marinista coñaquero PES, ahora éste dispone del 25% de los nominados únicos y definitivos a próximos cargos. Mientras la estrella “roja” del PT de Alberto Anaya salinista desde sus tiempos de “Tierra y Libertad”, fondea con el otro 25%.

“Gatopardismo” es sinónimo de testificar que tratase de la misma changa, cuando se le mira revolcada: siendo el mismo puerquito, solo se debate en otro cochinero. Esto le acomoda excelente al fortuito e iracundo Javier Lozano.

Cuando morena era morenita, la Princesa Poniatowska era su favorita; ahora ha sido lanzada por la borda con todo y Jesusa para darle cabida a señores del capital, mercenarios del poder y veleidades atrapa votos: Salinas Pliego, Romo, Korrodi, Slim, Azcárraga; Bartlett, Barbosa, Gómez y el solo para mujeres, “ese” que ya sabes quién es, entre cascajo de izquierda y derecha.
Ave María Purísima, que Dios nos recoja confesados. La sabiduría de Lampedusa es tanta y certera, que, por su guía, hasta en cuitas de casa miramos trasminada citadinas; barbaridad gobernante de hacer planes que no se han de agotar en el período de Gobierno comprometido, heredando ¿a quiénes?, la solución de ¿qué?, y con disponibilidad de ¿cuánto?
Sobre todo a sabiendas de lo que la voz popular trina: quien hace la primera traza por adelantado tranza su diezmo, del dinero auto-­asignado.
El puente de la calle 2. Emblemático del presidente saliente fue el proyecto de crear una vía peatonal con destino turístico que llevara de la lateral norte del centro de Córdoba a Toxpan, hoy una modesta colonia, en su momento importante asentamiento prehispánico de avanzada y puesto de vigilancia de los Olmecas, el más poderos grupo mesoamericano; abuelos y padres de mayas, tarascos, toltecas, nahuas y tajimaroas; sin olvidar amatecos, popolucas, mazatecos y mixtecos.
Neta que la idea no está mal: recuperar trazas históricas redimiendo la identidad perdida, aun con el adicional de hacer un destino turístico relevante: con centro cultural, comercial, habitacional, puerta de reserva bio-­ecológica de la sierra de Atoyac/Cosco, en torno del casco de Toxpan; alineado -en su tiempo-­ con el cerro del Gallego, mediante un extraviado puente colgante traído desarmado desde las Europas.
Desde el parque Beisborama se arreglaron aceras y fachadas de las casas hasta la Barranca de San Antonio, cruzada por los ahora llamados “Dos Puentes”, uno viejo y otro nuevecito, en medio de una paradoja: a escasos 200 metros se vuelven a juntan en una misma esquina.
El antiguo y estrecho puente se usa para la circulación vehicular y peatonal, mientras el otro, ancho bien cimentado, pero zigzagueado, es de paso peatonal. ¡Ah, qué, los dueños del “Sol sale para todos”! No dieron su brazo a torcer para que el malhadado puente fuera recto a costas de hacer de su casa, cimientos.
Omitiendo el dato de lo re-­caro que salió el proyecto inconcluso el caminador turístico “centro de Córdoba/Toxpan”: ¡excelente solución al peligro que significaba para caminantes y choferes transitando, pasar únicamente por el ancestro puente!
Mercado Revolución. Como la “Puerta de Alcalá”, allí está, allí está…”. Y, por lo que se ve, estará. Fraguado para realizarse en tres etapas, no se mira para cuándo podremos adquirir mercaderías dignamente.
Pleitos entre locatarios y Autoridades, con hechos delictivos y muertes dolorosas, marcan el historial de renovación inconclusa del mercado más popular del Municipio. Hasta se dice, perversamente, que su abandono es el verdadero plan para alejar marchantes obligados a comprar en centros comerciales establecidos, en la Isla de los Sacrificados, o en el bonche de tienditas vecinales instaladas por doquier.
Sin demérito de lo anterior se destacan dos secuelas injustas, resultado del proyecto fracasado: las pésimas condiciones de higiene del lugar y el cotidiano embotellamiento vehicular causado por las condiciones indigentes del mercadeo, que han hecho de las calles patios de operaciones de carga y descarga de mercancías y personas.
Mercaderes en El Templo. Lo más horrible es mirar cómo se transportan, embodegan y mercantilizan perecederos. Guácala con esas carnes de bovino, porcino y aves manipuladas mediante trocas de tercera y sudados tamemes, sin hábitos de higiene.
Colgados de sambenitos, enganchados a la intemperie, en contacto con charcos y basura, trozos de carne animal son fileteados, pesados y empacados con destino al consumo humano, seguramente contaminados de bacterias, gérmenes y porquerías, motivo de enfermedades de todo tipo. Negocios establecidos incumplen con condiciones sanitarias del manejo de alimentos y bebidas, mientras, la Autoridad se mantiene ausente.
Congénito congestionamiento vehicular en la Esquina que Domina. La calle siete entre avenidas dos y cuatro se ha transformado en una especie de andén ferrocarrilero, donde se apiñan tránsito vehicular, transporte de mercancías, abordaje de taxis, pasaje peatonal y andén de autobuses.
Restarle metros a la calle ampliando las aceras ha beneficiado la seguridad peatonal, de primera importancia, dado el desamparo de quien caminando solo lleva de defensa al Jesús en la boca, o en el pecho. Pero ¿a costas de generar el caos en horas pico?
Es de risa loca ver cómo provoca caos de tránsito un alarife, cuando sube o baja un cliente: un clásico del “efecto de la mariposa”.
Proyecto de ampliación modernización de banquetas. Siendo “Juan Pueblo” no tonto, entiende que todo arreglo urbano es a favor de la ciudadanía; y, bien, se aplaude.
Pero, no manchen, aparte de tener destino manifiesto para el favorecimiento del comercio regular de la zona céntrica, en especial de la cara corona del Parque 21 de Mayo, sin omitir los diezmos dice la voz popular que derramó el proyecto: ¿acaso no es motivo de encausar a proceso judicial a los responsables del desmadre dejando en las aceras, por no haber cumplido en tiempo y forma con el licitado contrato?
Cascajo, grava, arena, cemento abandonado; adoquines arrumbados propiedad de la Ciudad, expuestos a robos y destrucción se combinan con algo peor: la inseguridad de los viandantes.
La perniciosa ausencia de responsabilidad civil por la vialidad afectada de miles de congéneres obliga a sortear viandantes, materiales y vehículos con un peligro mayor: intestinos eléctricos, de registros de agua y drenajes expuestos motivan inseguridad, accidentes y focos de infección.
Evidencia de la incapacidad u omisión Gobernante para idear, desarrollar y concluir proyectos, es el caso de charcas, que, aun y cuando el muladar se haya arreglado, seguirán al cabo de los tiempos.
Calificación de diez al artista urbano que trazó desniveles alabeados de aceras en la cruza de calles y avenidas, pensando en facilitar el tránsito de discapacitados. Pero, cero por no haber previsto la acumulación de aguas en esquinas sin vertedero.
¿Con qué dinero se han de reparar tantos estropicios? -­ ¡Quéseyó!, dice el poeta.
Si de por sí la cuesta de enero suma devaluaciones en puerta sobre las ejecutadas, recortes cantados al presupuesto, cooptación de recursos federales a quienes osen ofender con sus dudas la transparencia federal, ¿cuándo, con qué motivo, razones y objetivos? ¿Quién ha de procurar más recursos, para obras inconclusas?
Y, ahora, ¿quién podrá defendernos?

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Peligro para los peatones

Banquetas fracturadas, pésimos trabajos