El martes, Estados Unidos fue testigo de un acontecimiento sin precedentes en su historia política: la destitución de Kevin McCarthy, un destacado republicano, como presidente de la Cámara de Representantes. Esta votación extraordinaria fue impulsada por un grupo de conservadores de línea dura, desatando el caos tanto en la Cámara Baja como en el partido republicano.
La acción marca un posible final en la carrera política de McCarthy, quien ha expresado su determinación en múltiples ocasiones, pero que ahora se encuentra en una situación de pocas opciones. Ni los republicanos de derecha que orquestaron su salida ni los demócratas que aprovecharon la situación parecen dispuestos a negociar.
McCarthy anunció ante los legisladores que no buscará nuevamente la presidencia de la Cámara Baja. Los próximos pasos son inciertos, ya que no hay un sucesor claro para liderar la mayoría republicana en la Cámara de Representantes. La actividad en el recinto quedará detenida hasta la próxima semana, cuando los republicanos intenten elegir a un nuevo presidente.
En sus palabras, McCarthy expresó: “Puede que hoy haya perdido esta votación, pero al salir de esta Cámara me siento afortunado de haber servido. No cambiaría nada”.
El principal rival de McCarthy, el representante de Florida, Matt Gaetz, presentó una inusual “moción para dejar vacante” la presidencia legislativa, lo que condujo rápidamente a una dramática votación. A pesar de contar con el apoyo de muchos republicanos de su estrecha mayoría, ocho detractores, en su mayoría los mismos que intentaron bloquear su elección como presidente de la cámara baja en enero pasado, prácticamente forzaron su salida.
