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La decisión de Madero

Superiberia

Contra la costumbre de reunirse el primer lunes de cada mes, los integrantes del Comité Ejecutivo Nacional del PAN están citados para el próximo lunes, el último de septiembre.

El día siguiente, martes 30, está convocada la Comisión Permanente, el órgano de dirección del partido, creado en la última modificación de estatutos.

¿Qué puede haber de tan apremiante en la agenda panista, que no permite el aplazamiento de su discusión?

Probablemente, el arranque del proceso electoral federal de 2015, el 7 de octubre… aunque dudo que esa razón, por sí sola, amerite adelantar una semana la reunión del CEN.

El cambio de fecha parece tener que ver con algo que debe ocurrir, de acuerdo con los estatutos panistas, antes del 7 de octubre: la decisión de Gustavo Madero de solicitar licencia o presentar su renuncia a la dirigencia nacional del PAN para buscar ser candidato a diputado federal en 2015.

Los cercanos al político chihuahuense dicen que aún no ha decidido si dejará, temporalmente o definitivamente, el cargo que obtuvo en la elección interna celebrada apenas en mayo pasado.

Hace muchos días que esa posibilidad se comenta en los medios. Y se sabe que políticos del grupo de Madero, como Marko Cortés y Jorge Villalobos, le endulzan el oído al jefe nacional para que vaya por la candidatura.

Madero se reeligió para un periodo que termina en el segundo semestre de 2015.

Quienes creen que Madero buscará la diputación están convencidos de que lo hace para mantenerse vigente políticamente a lo largo de 2016 y 2017 con el fin de ser candidato presidencial en las elecciones de 2018.

De acuerdo con esa tesis, Madero quisiera evitar quedarse sin reflectores una vez que deje la dirigencia panista. El caso de Marcelo Ebrard ilustra las dificultades que enfrenta la mayoría de los políticos para mantenerse vigente sin cargo.

Lo cierto es que el jefe nacional panista se fue hace unos días a Alemania —invitado por la fundación Konrad Adenauer— sin haber aclarado a muchos de sus cercanos si se quedará al frente del partido o se irá (temporal o definitivamente) para ser candidato a diputado.

Si aún está indeciso entre quedarse o irse —como en la canción de The Clash—, éstas son las opciones que debe estar sopesando, quizá frente a un tarro de buena cerveza alemana.

1) Quedarse y guiar al partido por las aguas procelosas del proceso electoral de 2015.

Ventaja: ser percibido como un hombre institucional, que piensa en el PAN antes que en sus propios intereses.

Desventaja: olvidarse de ser candidato presidencial en 2018. Como ya vimos, un político sin cargo cae rápidamente en la irrelevancia.

2) Solicitar licencia a la jefatura nacional del PAN (antes del comienzo del proceso electoral, como está previsto en los estatutos, para no cargar los dados en los procesos internos).

Ventajas: a) Licencia quiere decir “ahorita regreso”. Dejar la presidencia en manos del secretario general Ricardo Anaya, y, una vez amarrada la candidatura a diputado, volver a la dirigencia para terminar el periodo. Eso le permite, entre otras cosas, manejar su sucesión en la presidencia del partido.

b) Nombrar a los coordinadores parlamentarios es facultad del jefe nacional. Podría nombrarse a sí mismo coordinador de la bancada en San Lázaro, aunque no creo que haya antecedentes de algo semejante.

c) Cerrar el paso a  competidores por el liderazgo panista en la Cámara de Diputados, como Margarita Zavala. Hay que recordar que la esposa del expresidente Felipe Calderón dijo recientemente que le interesa estar en San Lázaro en la próxima Legislatura.

Desventajas: a) ser percibido como un hombre aprovechado, a quien le interesa más su proyecto que el partido.

b) Nombrarse a sí mismo coordinador de la bancada, desplazando a Margarita Zavala, lo cual podría ser impopular.

c) Pagar los platos rotos si al PAN le va mal en las elecciones federales y locales de 2015. No hay que olvidar que Germán Martínez, un antecesor de Madero en la jefatura nacional, dejó el cargo luego de los malos resultados en las intermedias de 2009.

3) Quemar sus naves. Es decir, presentar su renuncia a la presidencia del partido, y buscar la candidatura a diputado —y, eventualmente, aspirar a la coordinación de la bancada— como un panista más.

Esa opción, igual que la anterior, tiene la ventaja de que si llega a San Lázaro —y, más aún, si es coordinador— puede mantenerse políticamente vigente hasta que lleguen los tiempos de buscar la candidatura presidencial.

Ventajas adicionales: a) A diferencia de la opción anterior, Madero no sería percibido por casi todos como aprovechado, sino que muchos lo verían como un político que legítimamente aspira a otros cargos.

b) No pagar los platos rotos (al menos no todos) si al PAN le va mal en las urnas el año entrante.

Desventajas: a) No faltará quien, de todos modos, le diga que pensó primero en sí mismo que en el partido.

b) No tendrá asegurada la coordinación de la bancada en la Cámara de Diputados, pues el jefe nacional que lo suceda estará pensando, antes que otra cosa, en su propia elección al frente del partido en 2015 y seguramente tomará decisiones en función de eso.

¿Qué decidirá Gustavo Madero? Lo que sea no sólo impactará su propia carrera política y la vida interna del PAN sino también la imagen del partido ante el electorado. Lo sabremos pronto.

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