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La hipótesis indeseada…

Superiberia

 

Si bien en las dos últimas semanas, y de manera por demás comprensible, el debate sobre el llamado caso Ayotzinapa se ha centrado en el (triste, lamentable) rol jugado por autoridades municipales y estatales en la gestación y solución del mismo, lo cierto es que las pesquisas sobre la desaparición de 43 jóvenes normalistas cuya suerte aún hoy se desconoce podría, muy pronto, dar un giro más indeseable que inesperado.

En los últimos días, efectivamente, después que se difundiera un video en que supuestos dirigentes del guerrillero Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) llaman a la sociedad a crear “brigadas de ajusticiamiento” para enfrentar a los sicarios del cártel de los Guerreros Unidos, particularmente, los más connotados personajes de la inteligencia nacional habrían comenzado a valorar la posibilidad de que la explicación del caso pudiera estar en el terreno de lo que a nivel mundial, se identifica como la narco-guerrilla.

Una hipótesis que, por cierto, nadie en el México de hoy desea que se concrete, en cuanto que ubicaría el ataque de policías municipales de Iguala el 26 y 27 de septiembre pasados, en contra de alumnos de la escuela normal rural Raúl Isidro Bustos, como parte de un enfrentamiento —no nuevo, por cierto— por el control de parte de la tierra caliente guerrerense, entre un cártel del narcotráfico (de supuesta nueva creación) y activistas estudiantiles vinculados a movimientos armados de insurgencia con un agravante adicional: ¡la presencia de actores del gobierno, políticos, en ambos frentes!.

El hecho de que, según reportes de inteligencia, Guerreros Unidos sea identificado como un grupo surgido tras el desmembramiento del otrora poderoso cártel de los Beltrán Leyva y que se ubique a sus principales cabecillas y operarios en el sureste mexicano y que, de tiempo atrás, la presencia de la guerrilla —particularmente del ERPI— en el entorno de Ayotzinapa sea reconocida igual por altos dirigentes de la izquierda radical, que del gobierno estatal y federal, da pie a pensar en la viabilidad de la indeseable hipótesis.

Aquí habría que destacar, lo que de sobra se sabe, que los últimos reductos de la guerrilla en el país operan sobre el que genéricamente se identifica como “el corredor Oaxaca-Guerrero-Morelos-Estado de México” que, paradójicamente, es el mismo en que dicen tienen presencia los sicarios del cártel citado.

Complicado, difícil escenario éste, sin duda…

Asteriscos

* Al cierre de la pasada Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), el gobernador de Durango, Jorge Herrera Caldera anunció, luego de que el presidente Enrique Peña Nieto pronunciara un enérgico llamado a esclarecer los hechos de Ayotzinapa y asumir, cada uno en su ámbito, la responsabilidad propia, que “hoy, los gobernadores hacemos un frente común con el gobierno (federal) y con la sociedad, para construir en unidad un México en paz, un México de libertad, de armonía y tranquilidad”. Bien. Pero veámonos el miércoles, con otro asunto de naturaleza política.

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