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LA HONESTIDAD SE ACOMPAÑA DE INTEGRIDAD

Superiberia

Amigos y amigas que me leen, hoy planteo este tema muy interesante: ¿Tú eres honesto e íntegro? o sólo eres lo primero o lo segundo. Muchas veces hablamos de la honestidad como personas, como individuos, decimos que hacen falta personas honestas y sobre todo políticos con esta cualidad, sí los hay, pero a muchos les falta algo muy importante: ser íntegros.

Veamos el significado de honestidad: “Es un valor moral positivo vinculado a la verdad y a la transparencia, y es lo contrario a la mentira, la falsedad y la corrupción. Ser honesto es tener una actitud acorde con la verdad en nuestras relaciones con los demás, incluyendo nuestra familia, amigos, compañeros de estudio o de trabajo, vecinos, y todas las personas con las cuales nos relacionamos de una u otra forma.” Además, es un valor que no sólo debemos ejercer, sino que tenemos exigir de los demás.

¿Y LA INTEGRIDAD? ¡Es lo que hacemos! Una persona íntegra es aquella que realiza lo que dice, que da un ejemplo, no sólo ante la sociedad, sino para uno mismo, por ejemplo, he conocido sacerdotes que predican la buena moral y comportamiento de sus feligreses, pero que en su privacidad o en pequeños grupos hacen fiestas y beben hasta quedarse dormidos por consumir demasiado alcohol: eso no es ser honestos ni mucho menos íntegros.

Otro ejemplo que me ha pasado, es que yo tengo un negocio de plantas de todo tipo, al que mucha gente llega a comprar; una vez se bajó un padre, cura o sacerdote a comprar; todo iba bien hasta que comenzó a extorsionarme psicológicamente, me decía: “Dame mejor precio y ‘diosito’ te dará más”; también me pedía: “Si me bajas el precio rezaré por ti y venderás más”. Es verdaderamente increíble que un “hombre de Dios” actúe de esa manera. Yo pregunto, ¿ese personaje será honesto e íntegro?

Como esos hay muchos ejemplos, tanto en políticos como en empresarios que se dicen honestos, pero en el fondo no actúan como deberían hacerlo. Yo sé que es difícil encontrar gente con estos dos valores, todo por culpa de la educación dentro de la familia y del entorno social en el que estamos. Tenemos que cambiar, ser mejores cada día, es difícil, pero es alcanzable, tenemos el poder de formar una sociedad justa y sana, uno mismo tiene la voluntad de hacer lo debidamente correcto y enseñar a sus hijos las buenas virtudes que mucha falta hacen.

Si existiera una sociedad realmente honesta e íntegra tendríamos un País mejor: más feliz y próspero, pero sobre todo ¡más justo!

Atte. “Beto”, el que cada día quiere ser mejor persona.

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