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La segunda campaña presidencial

Superiberia

 

Pareciera que está recomenzando la labor de un Presidente que ha cumplido sus compromisos de campaña, pero que los cumplió muy pronto. Enrique Peña Nieto ha honrado prácticamente todas sus promesas. Lo que ofreció y prometió ha sido satisfecho. Los electores están cumplidos. Quienes detractan al Presidente es, precisamente, por haber hecho lo que propuso y ofreció. Pero el que avisa no traiciona.

Sin embargo, hoy los tiempos se complican. Hay jóvenes politécnicos presentes en Bucareli. Hubo jóvenes normalistas desaparecidos en Iguala. Hay casi 40 millones de jóvenes en México. Jesús Reyes Heroles, mi maestro en la escuela, diría que hay que tener mucho cuidado. Porque en la política real, por cierto la única en la que creo, solamente existen dos partidos: el pasado y el futuro. Todos los demás y todo lo demás son variaciones del mismo tema.

Hay quienes piensan que hay vasos comunicantes o hilos transmisores entre todos estos eventos. Que no son producto de la mera casualidad ni de la coincidencia. No es fácil saberlo. Pero los amigos me han preguntado y yo mismo me he preguntado, ¿qué hacer ante estos fenómenos? Y de manera más concreta, ¿qué hacer con los jóvenes?

No he tenido una respuesta fácil ni una claridad plena. Cuando me encuentro en ese limbo trato de recurrir a la precedencia. Así veo que Ruiz Cortines los hubiera ignorado, que Díaz Ordaz los hubiera matado y que Luis Echeverría los hubiera designado subsecretarios. No es esto una burla sino una forma de describir estilos de gobierno. Pero no sé, todavía, lo que haría Peña Nieto.

Otro de mis maestros, sólo virtual y literario porque no coincidimos ni en el tiempo ni en el espacio, fue José Ortega y Gasset. Él recomendaría atender a la vitalidad de la nación y de la sociedad, que no a la perfección formal del Estado ni del gobierno.

Por eso digo que no hay otra política más que la vieja y la nueva. Pero la nueva no está escrita. No la encontraremos en ninguna librería sino que la tenemos que escribir nosotros a diario.  

Veo signos alentadores. Uno de ellos es la franqueza. El procurador Jesús Murillo Karam demostró mucha valentía cuando anunció el peor de los escenarios. Que los muertos no son los desaparecidos. Que los desaparecidos no sabemos dónde están y que los muertos no sabemos quiénes eran. Para los que hemos estado en estas tareas sabemos que el trago más amargo es aparecer ante la opinión pública para confesar que no sabemos nada. Pero eso es mucho mejor que mentir. Por eso me solidarizo con él.

Otro signo alentador es del orden político. No veo interés gubernamental en correr al gobernador Ángel Aguirre. Como lo dije la semana pasada, en materia de política ya no existe. No es importante que prosiga en su cargo ni que se le alargue. Más aún, por lo muy poco que sé de derecho y por lo muy poco que sé de política, pienso que podría ir a parar en una cárcel. Desde luego, como sucede en estos altos niveles, no contratará a un bufete sino que contratará a un partido.  

Pero vamos al fondo. El Presidente ha logrado cumplir sus promesas, muchas de ellas consignadas en las reformas estructurales que logró con eficiencia y con rapidez. Pero lo hizo en un plazo muy breve y le quedan cuatro años de gobierno donde las ofertas ya están colmadas. Yo soy de los que las aplaudo pero, ¿qué sigue?

En política, lo bueno es que los fracasos de hoy se olvidarán muy pronto, pero lo malo es que los éxitos de hoy ya no se recordarán mañana. Es por eso que, en la política, son muy raros los castigos y son muy escasas las recompensas.

Por eso creo que Enrique Peña Nieto tiene que iniciar una nueva campaña presidencial. Tan certera como la que hizo. Tan prometedora como la que lo encumbró. Tan eficiente como la que lo consolidó. Si no recurre a nuevas promesas, a nuevas ofertas y a nuevas propuestas van a ser muy largos sus siguientes cuatro años. Ése es el precio de la eficiencia y de la rapidez. Rápido cumplió y pronto le volverán a requerir.

Al principio cité a Reyes Heroles porque creo que hay que tener cuidado, aún con los que nos aplauden. Quizá, por eso, Paul Valery dijo que cuando alguien nos lame los zapatos hay que pisarlo antes de que nos muerda. Es cierto. Si ya está tan cerca y nosotros tan confiados, ya estamos a su merced.

Más adelante cité a Ortega y Gasset. Creo que tenía razón. Lo más importante es la vitalidad de la nación y de la sociedad no la perfección ni el sostenimiento del Estado o del gobierno. Y estoy seguro de que este gobierno no sólo se afanará en lograr reformas muy importantes sino en vencer la pobreza, la delincuencia, la desigualdad, la corrupción, el desempleo, la improductividad, la marginación y muchos otros males nacionales que, por cierto, son más importantes que el insignificante gobernador de Guerrero.

Tan insignificante que si Aguirre prosigue no nos hace daño y si lo largan no nos hace bien. Las abuelas dirían que es como el ombligo, que ni sirve ni estorba. 

*Abogado y político.

Presidente de la Academia Nacional, A. C.

w989298@prodigy.net.mx

Twitter: @jeromeroapis

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