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LA VENAS ABIERTAS

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Por  Andrés Timoteo / columnista

LA VENAS ABIERTAS

¿Revisionismo histórico o distractor? El presidente Andrés Manuel López Obrador quiere que la corona española ofrezca una disculpa pública a México por los indígenas exterminados durante la conquista. De paso, le exige algo similar a El Vaticano porque la Iglesia Católica también fue responsable de los atropellos.

Es cierto, nadie puede negar el genocidio indígena en la invasión y los 300 años de la colonia española como tampoco nadie puede negar que el México actual es producto del mestizaje y que los actuales mexicanos no serían sin por sus venas no corriera sangre ibérica -y árabe y africana-. Entonces, la petición se vuelve ociosa, pero ese es el fondo, ocuparse de algo que sucedió hace 500 años y no de lo reciente, del exterminio que está perpetrando el imperio del crimen organizado.

A ese no se le toca. Al contrario, desde la campaña electoral López Obrador ofreció amnistía -entiéndase: perdón- para los capos del narcotráfico, y hace unos días decretó que la ‘guerra’ contra el narco había terminado. Las fuerzas armadas, llámense militares o policiacas, se dedicarán a “construir la paz” no a perseguir a los delincuentes para llevarlos a los tribunales.

¿Por qué se ocupa de lo que pasó hace medio milenio y no de lo que está sucediendo ahora? Porque la estrategia del tabasqueño es recurrir a lo simbólico en lugar de lo tangible: hablar de perdón y evadir la justicia. A las mafias criminal y política del País les ofrece amnistía -algunos de esos políticos mafiosos ya los incorporó como sus asesores de cabecera- sin permitir que paguen por sus atrocidades.

Como dijo el escritor uruguayo Eduardo Galeano en su libro “Las venas abiertas de América Latina”,  es importante ocuparse de la cicatriz, pero lo urgente es atender  la herida que ahora está abierta y emana sangre.  Tema ocioso, se insiste, pero revelador en cuanto a la forma del caudillo para evadirse de la realidad actual.

EL SISTEMA, NO LOS HOMBRES

Por cierto, López Obrador encabezó el lunes pasado la reinstalación del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas y dijo que la “herencia más dolorosa” que recibió su administración son los 40 mil desaparecidos y 26 mil cuerpos que permanecen en salas o cementerios forenses sin identificar. Curioso asunto pues acusó que son “el fruto podrido de la política neoliberal”.

Vaya forma de darle la vuelta al asunto. Ahora la economía capitalista es la responsable de secuestrar, torturar, asesinar, incinerar cadáveres o sepultarlos clandestinamente y no los narcos ni sus sicarios ni sus “cocineros” ni las policías cómplices ni los políticos coaligados con ellos. A todos esos ni siquiera los alude. Los malos están en un nebuloso sistema económico donde no hay rostros ni nombres ni apellidos. No se mete con ellos, pues.

El subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, declaró que el priista Enrique Peña Nieto únicamente simuló buscar a las personas desaparecidas, pero nunca hizo nada por hallarlas. Entonces, ¿por qué no lleva ante la justicia a Peña Nieto y a sus responsables de procuración de justicia por la omisión y el engaño que hicieron los familiares de esas víctimas?

En Veracruz, y concretamente en Río Blanco, la Fiscalía estatal acaba de informar que ya se han extraído los restos de 15 personas de siete fosas clandestinas ubicadas en la barranca Los Arenales y apenas se ha explorado el 30 por ciento del lugar. Ese cementerio ilegal funcionó por siete años.

Los Arenales como Colinas de Santa Fe y las otras decenas de fosas clandestinas que se han localizado en territorio veracruzano y en el resto del País son parte del exterminio actual que no quiere ver López Obrador ni por el cual demanda explicaciones a sus responsables.

Asegura que no habrá limite presupuestal para la búsqueda de los ausentes. Excelente, pero ¿dónde queda la parte de la justicia reparatoria que incluye castigar a los culpables? Habla de buscar desaparecidos, pero no de buscar a los desaparecedores. Es la gran contradicción del régimen lopezobradorista, los pactos que hizo con los del pasado que le impiden aplicar la justicia transicional. Por eso prefiere mirar a lo que pasó hace 500 años.

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