Omealca.- En México, Día de Muertos es alejarse de la solemnidad con la que el resto del mundo visualiza la muerte, es encontrar un refugio en el sentido del humor característico del mexicano para sobrellevar el dolor tan inmenso de perder la compañía de aquellos familiares más allegados y que representan no sólo el lazo fraternal, sino una parte nuestra que al morir se llevan consigo.
Uno de los lugares más importantes y significativos de esta celebración sin duda es el panteón, el camposanto, la última morada… y que si bien ha sido el cliché principal de películas y leyendas propias de la imaginería popular, los días 1 y 2 de noviembre se convierten en el punto de reunión de familias mexicanas que atrás dejan el luto para una vez más convivir con los seres queridos que se han adelantado en este viaje.
son raíces milenarias
Omealca, Cosolapa y Tezonapa, son comunidades donde la tradición está demasiado arraigada entre los habitantes, para ellos, esta festividad es un contacto directo con los difuntos y lo demuestran anticipándose a las fechas previstas para realizar labores de limpieza y decoración que represente cien por ciento las raíces milenarias.
Dentro del conjunto de colores, sabores y olores que esta época trae consigo, se puede constatar que dentro del panteón municipal de Omealca se encuentran tumbas que datan del año 1800 y que representan monumentos que el tiempo, el respeto y sobre la protección de la comunidad han logrado preservar.
Aunque también existen casos donde los familiares capturan en el sitio de descanso de su difunto una expresión llena de creativad, tal es el caso de una tumba particularmente colorida a la que muchos visitantes, se suman para mantener en perfecto estado, esta es una tumba perteneciente a un infante fallecido al que sus padres le decoraron con los juguetes que en vida tantas alegrías le brindaron.
Nahúm Bastian
El Buen Tono
