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Los demonios de la ruptura

Superiberia

Es verdad que la persecución a la dirigencia de Los Zetas comenzó hace tiempo y que sobre todo en el último año de la administración de Calderón se dieron  importantes golpes contra la misma, incluyendo la muerte de Heriberto Lazcano, su líder, y la captura de Iván Velázquez, El Talibán, uno de sus más violentos sicarios. Todo ello había derivado en enfrentamientos internos en la cúpula del cártel, que se exacerbaron desde el asesinato de un agente de aduanas de Estados Unidos en San Luis Potosí y la posterior caída de José Treviño, el hermano del Z-40, y su red de lavado de dinero en Estados Unidos, lo que llevó, como comentábamos ayer, a develar varias de sus conexiones en México, como la del empresario Francisco Pancho Colorado. El mérito de la actual administración es haber intensificado esa búsqueda y no haber abandonado, al contrario la ahondó, la pista del dinero.

Al mismo tiempo que caía en Oklahoma José Treviño, se daba otra captura durísima para Los Zetas, con influencia decisiva en sus finanzas: fue detenido por el Ejército Mexicano, Gregorio Villanueva Salas, apodado “El zar de la piratería”, uno de los responsables de los ataques con granadas a escuelas, medios de comunicación, negocios e instalaciones militares en Tamaulipas y Veracruz, pero además un operador importantísimo precisamente en el terreno de la piratería. Villanueva Salas tenía a su cargo directo el control de la red de producción y distribución de discos pirata en por lo menos cuatro estados del país, una actividad altamente rentable para Los Zetas.

Un día después de la captura, el 14 de junio del año pasado, era secuestrado y asesinado el periodista veracruzano, colaborador de Milenio de Xalapa, Víctor Manuel Báez Chino. Y a partir de estos hechos, en todo el país empezó a darse una serie de asesinatos y levantones que dejaron claro que algo estaba sucediendo dentro de los propios Zetas. Para la primera semana de agosto pasado, 14 personas eran secuestradas en Coahuila. Días después sus cadáveres aparecieron al interior de una camioneta en la frontera de San Luis Potosí y Zacatecas. Del mismo modo en Zacatecas, Nuevo León, Coahuila y Veracruz ocurrieron violentos enfrentamientos internos.

La división de Los Zetas cambió la geografía del narcotráfico en el país. El enfrentamiento rompió la hegemonía que tenían sobre el grupo los dos hombres que habían sido sus líderes desde la caída de su fundador, Arturo Guzmán Decena: Heriberto Lazcano y Miguel Ángel Treviño, El Z-40. La división del cártel se habría originado tras el intento de escisión del lugarteniente de Treviño, conocido como El Z-50 o El Talibán, Iván Velázquez Caballero.

Lazcano y Treviño fueron los dos grandes jefes de esa organización a partir de que decidieron romper con el cártel del Golfo, después de que Osiel Cárdenas Guillén fue enviado a Estados Unidos y se dijo (nunca fue confirmado oficialmente por la justicia estadunidense, pero la indulgencia de la condena que le aplicaron, 20 años, así lo hace suponer) que se convirtió en informante de las agencias de la Unión Americana. Desde entonces, Los Zetas dejaron de ser el brazo armado del cártel del Golfo, rompieron con éste y formaron su propia organización.

La ruptura entre Treviño y Lazcano detonó la lucha interna y la violencia. Pero también debilitó a los dos líderes, hasta que ambos terminaron cayendo con apenas nueve meses de diferencia.

¿Por qué rompieron Lazcano y Treviño? Se asegura que, además de la disputa por los territorios, la división tuvo relación con el dinero: los golpes que ha recibido Treviño en Estados Unidos tras la captura de su hermano, con el desmantelamiento de una red de lavado de dinero que incluía la venta de caballos y el arreglo de carreras de media milla, lo habrían dejado en una situación endeble y con parte de su seguridad vulnerada. La sucesión de caídas, incluyendo la del propio Z-40 el lunes, tuvieron siempre relación con el dinero.

Las rupturas internas son las más dolorosas para los cárteles. Recordemos que, por ejemplo, cuando los Beltrán Leyva y el cártel de Juárez, encabezado por Vicente Carrillo, rompieron con el cártel del Pacífico, acabando con la llamada Federación, no sólo se detonó la guerra entre grupos criminales que desde entonces vivimos, sino también se reconfiguró la geografía del crimen, ya que esos grupos se aliaron con Los Zetas, a la vez que el cártel del Golfo se alió con el del Pacífico, el del Chapo Guzmán. Detonaron la violencia pero, también, terminaron debilitando estructuralmente a los numerosos grupos que surgieron de esos enfrentamientos. No en vano, el que mostró mayor cohesión, el del Chapo, parece ser el que mejor resiste. Fue la guerra, pero una guerra que tuvo un origen y una lógica criminal

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