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NEGLIGENCIAS CRIMINALES

Superiberia

Por Andrés Timoteo / columnista

NEGLIGENCIAS CRIMINALES

Dos hospitales de la zona Centro fueron tema en la conferencia matutina del presidente, Andrés Manuel López Obrador. Uno fue el Hospital Regional del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) donde médicos han realizado cuatro diagnósticos erróneos a un niño de cinco años al cual incluso practicaron una operación para extirparle el apéndice a pesar de que dicho órgano estaba sano y no era el causante de su mal.

 La enfermedad del pequeño sigue siendo un misterio no porque sea un caso médico excepcional sino por la impericia y negligencia de los galenos. El caso fue expuesto al presidente López Obrador quien ordenó al director general del IMSS, Zoé Robledo, atender la queja e investigar el asunto.

 Por supuesto que no solo es obligación del encargado del IMSS indagar la negligencia en Orizaba sino también de las autoridades judiciales pues no se puede jugar ni especular con la salud de las personas, especialmente con la de los niños. Este caso hace recordar el sistema médico de Cuba, uno de los más avanzados en el Mundo pese a las carencias económicas. Los servicios médicos cubanos tienen dos prioridades: la salud de las mujeres embarazadas y recién paridas, y la de los niños.

 La muerte de una parturienta o la de un niño neonato o menor a los 12 años obliga a una investigación judicial -con severidad extrema- y los médicos o las enfermeras pueden terminar en la cárcel si se comprueba que incurrieron en negligencia. De ahí que en Cuba hay penurias económicas, pero no muertes masivas de infantes por desatención médica ni por hambre. Ojo con eso, detractores sistemáticos del régimen cubano.

 El otro caso que ocupó la conferencia mañanera de López Obrador fue también la denuncia sobre el desabasto de fórmulas oncológicas para las quimioterapias de niños en el Hospital Regional de Río Blanco mismo que se ha agravado desde el inicio de año. En la farmacia del nosocomio no hay abasto de Vincristina ni Methotrexate que sirven para tratar la leucemia, el principal padecimiento en el área de oncología pediátrica.

 Sobre este tema, el tabasqueño aseguró que “toma nota” y nada más. Aquí hay que destacar que el Hospital Regional de Río Blanco no depende de la federación sino del gobierno estatal y se deduce, entonces, que la Presidencia delegará la investigación del tema a las autoridades locales. En resumen, nada cambiará pues todos saben que en los hospitales estatales es grave el desabasto y peor la negligencia de los responsables. Imagínense que el encargado de atender el caso en Río Blanco es el secretario de Salud, Roberto Ramos Alor, un funcionario acusado de insensible e irresponsable.

 Tampoco hay que perder de vista que el desabasto de medicamentos contra el cáncer infantil en Río Blanco no es nuevo y que fueron los mismos médicos pediatras de ese hospital los primeros en denunciarlo -de entre todos los nosocomios de la entidad-. Lo hicieron desde el primer trimestre del 2019 por medio de las redes sociales y luego en la prensa, alertando tempranamente el caos que se aproximaba. Y acertaron. Tras su denuncia siguieron las del Hospital Regional de Veracruz y del Centro Estatal de Cancerología (Cecan) en Xalapa.

 No obstante, poco ha cambiado la situación tanto en el hospital de Río Blanco como en el resto de las clínicas estatales e incluso empeoró a partir de enero debido a la desaparición del Seguro Popular y la entrada en vigor del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi) cuya operación se da con vacíos legales y confusiones de las autoridades involucradas, lo que termina afectando a los pacientes.

 Por cierto, el periódico digital “Animal Político” publica un reportaje sobre los niños enfermos de cáncer en el hospital rioblanquense titulado “Sin medicamentos y en la pobreza extrema: así enfrentan niños con cáncer el desabasto en Veracruz” que puede leerse en el siguiente enlace: https://vu.fr/t9gg.

 El desabasto de medicamentos contra el cáncer no es privativo de Veracruz, sino que afecta a unidades hospitalarias de todo el país y tiene dos raíces: la indolencia y la negligencia. Hay insensibilidad oficial pues el gobierno federal se prefiere destinar carretadas de dinero para proyectos como el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucia e incluso destinar fondos a países extranjeros como Honduras y El Salvador para frenar la migración en lugar de comprar la medicina de los pequeños con cáncer.

 La excusa de que hay una mafia y monopolio de farmacéuticas no alcanza para justificar la crisis de salud generada por la falta de medicamentos. La otra raíz es la negligencia que en algunas ocasiones raya el oprobio pues la administración federal y los gobiernos estatales no solo desatienden las quejas de los familiares de los pacientes, sino que han llegado a acusarlos de ser parte de un complot en contra de la “cuarta transformación”.

 Vaya, como si los niños enfermos fueron conspiradores y se mueren nada más para hacer quedar mal a los indolentes funcionarios. Los padres de familia que han liderado las protestas en la vía pública han sido acusados de complotistas y acosados en las redes sociales por las hordas de “chairos”.  En ambos casos, la indolencia y la negligencia de los que gobiernan puede calificarse de criminal.

LA IZQUIERDA DE OCASIÓN

 En el tema de los “chairos”, el partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) nació como utilitario y se ha estancado en esa etapa. No ha logrado evolucionar. El tabasqueño Andrés Manuel López Obrador requería de una plataforma para acceder a su tercera candidatura presidencial y para impulsar su pensamiento político que, a la postre, se convirtió en propaganda electoral para atraer al votante hartado de los partidos tradicionales.

En proyecto fue exitoso en el ámbito electoral, aunque hace ‘agua’ en la práctica gubernamental y ni siquiera ha despegado en la intención de generar una verdadera corriente política de izquierda en el país. No ha evolucionado hacia una ideología que trascienda las coyunturas electorales como en su momento lo hizo el Cardenismo de Lázaro Cárdenas, el zapatismo de Emiliano Zapata o el reformismo juarista de Benito Juárez, hablando de los personajes y las etapas progresistas en el País.

A Morena llegaron todos, desde los viejos luchadores de  izquierda hasta los oportunistas, los corruptos redimidos falsamente y los priistas de eterno cuño, aunque ahora disfrazados de progresistas. La muestra de lo anterior ha sido el comportamiento de funcionarios y representantes populares -gobernadores, alcaldes y legisladores- que se conducen igual y hasta peor que los de la “mafia del poder” que tanto criticaban.

A esto se suma la guerra intestina por controlar la estructura partidista que ha hecho que Morena siga enfrascada en autodirigirse. El partido lleva meses sin lograr tomar decisiones propias, es decir sin que sus líderes o militantes lo hagan y han sido los tribunales, o sea instancias externas, los que han marcado la ruta directiva anulando congresos, suspendiendo convocatorias y modificando padrones.

 Tal es la crisis interna que Morena no se gobierna a sí misma, sino que son los jueces sus derroteros. También hay dos dirigentes nacionales, Yeidckol Polevnsky quien era secretaria general en funciones de presidenta desde el 2018 y Alfonso Ramírez Cuellar, líder interino electo en la reciente asamblea nacional del partido, la cual también está impugnada en los tribunales.

 Pero más allá de la cuestión de formas y estatutos, Morena no cuida a su base ni su ideología. La contradicción más grande es que a pesar de ser la primera fuerza política nacional no tiene dirigencias distritales ni municipales completas. Es más, los comités estatales a duras penas funcionan. Todo se basa en la popularidad de López Obrador y en ser una suerte de partido de gobierno con el beneficio presupuestal que eso implica sin conseguir una estructura real en todo el territorio nacional.

 Hay, eso sí, un ejército electoral en construcción que son los llamados “Servidores de la Nación”, en su mayoría jóvenes, pero no recibe formación ideológica sino propagandística. Se les adiestra como operadores en los comicios y serán los encargados de que la clientela electoral, alimentada con becas y apoyos mensuales, acuda a votar.

 Para nada son bases militantes de largo plazo ni mucho menos difusores del pensamiento de izquierda. Ellos saben de empadronar a beneficiarios de programas gubernamentales, de cuidar el reparto de dádivas, de organizar mítines, de preparar acarreados y vigilar casillas. Mientras tengan ese trabajo remunerado allí estarán, no por una cuestión de ideales ni convicción personal.

 Lo anterior viene al caso porque lo que sucede al interior de Morena es a pesar de que tiene todo para forjar en el país una corriente política que marque un cambio de régimen -que no de gobierno nada más- y rompa las viejas tendencias partidistas. Especialmente ahora que se renovó parte del Comité Ejecutivo Nacional y que en su secretaría de Educación, Formación y Capacitación Política fue nombrado el filósofo e historiador Enrique Dussel.

 Todo el que haya estudiado ciencias y filosofía políticas sabe de Dussel -de origen argentino pero radicado en México desde hace décadas-, un verdadero erudito en esas cuestiones. Sus teorías han marcado hitos en el pensamiento latinoamericano y sus libros son lectura obligatoria en posgrados de las universidades de América y Europa. Dussel es fundador de Morena y ahora está a cargo de la formación de sus cuadros lo que representa la vía perfecta para iniciar una escuela ideológica en México.

 Si no aprovechan su estadía en el partido no lograrán la renovación generacional y Morena se arriesga -ya está en peligro inminente- de tener una vida efímera que durará, si bien les va, lo que tarde el sexenio de López Obrador. Necesitan escuchar y aprender de Dussel, dejarlo hacer su tarea para que los militantes dejen de ser los “chairos” tribales, los “amlovers” primitivos y los izquierdistas de ocasión, y sobre todo para evitar que se conviertan en la nueva borregada y ‘mapachada’ partidista.

 Por cierto, el único veracruzano que está en el CEN de Morena es el orizabeño Hugo Alberto Martínez Lino quien ocupa la secretaria de Defensa de los Recursos Naturales. Este señor también desde febrero pasado es delegado para Veracruz con funciones de dirigente provisional cargo que el cuitlahuismo le quiere arrebatar desde hace tiempo.  Harían bien en sacudírselo porque durante un año no ha hecho nada. A Martínez ya lo apodaron el “dirigente fantasma” pues nadie lo ve y solo se les aparece a unos cuantos.

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