
DE LA REDACCIÓN
EL BUEN TONO
REGIÓN.- Mientras Estados Unidos presiona a México con la amenaza de aranceles y restricciones comerciales, el tráfico de armas desde su territorio sigue alimentando la violencia en suelo mexicano sin que Washington tome medidas realmente efectivas para frenarlo.
El mismo país que exige mayor control en la frontera para evitar el flujo de migrantes y la penetración de las drogas, permite que miles de armas crucen ilegalmente cada año, abasteciendo a los cárteles y exacerbando la crisis de seguridad en México.
El caso más claro de esta hipocresía es la operación “Rápido y Furioso” (2006-2011), cuando la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) permitió el ingreso ilegal de más de 2 mil armas largas a México. No fue un error, fue una estrategia fallida en la que Estados Unidos terminó armando a los cárteles que después usaría como excusa para justificar su “guerra contra el narcotráfico”.
Hoy, más de una década después, la situación no ha cambiado. El 74 % de las armas traficadas a México provienen de Texas, Arizona y California, estados con leyes permisivas que facilitan el acceso a rifles de asalto y armamento de alto poder.
Un informe de la ATF señala que el tráfico de armas sigue en aumento, con nuevas rutas desde otros estados. A pesar de que la agencia presume haber incrementado el rastreo de armas recuperadas en México en un 63 % entre 2017 y 2023, los resultados siguen siendo mínimos.
Según la ATF, los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación (CJNG) controlan el 82% de las zonas donde se hallaron armas traficadas, utilizando rutas que van desde Arizona-Sonora, Texas-Tamaulipas, Texas-Nuevo León, Texas-Chihuahua y Texas-Guanajuato.
Si Estados Unidos es tan enérgico para imponer aranceles y sanciones a México, ¿por qué no aplica la misma severidad para frenar el tráfico de armas que desangra al país?
